
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de un centauro yerra.
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura,
va el loco hablando a gritos.
colinas con malezas y cambrones,
y ruinas de viejos encinares
coronando los agrios serrijones.
a solas con su sombra y su quimera.
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes.
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—
hay un sueño de lirio en lontananza.
—¡carne triste y espíritu villano!—.
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota.
















