Primer aniversario del Proyecto O Couso


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«Todas las cosas, después de haber florecido, vuelven a su raíz. Volver a la raíz se llama Quietud«. Lao Tsé

 

Tal día como hoy, en un día soleado de incipiente primavera, tres intrépidos viajaron desde Madrid hasta Samos para hacer realidad un viejo sueño. Cogieron todos sus ahorros, todas las muestras de apoyo y cariño y lo emplearon todo, absolutamente todo, a materializar un trozo de vida, de ilusión, de esperanza.

A estos tres jóvenes atrevidos les acompañaba, a cual guardián, nuestra querida Cristina. A ella le debemos que las cosas salieran bien desde un principio, porque con su profesionalidad y su buen hacer hizo que todo fluyera a la perfección.

También nos acompañaba German, el padre de uno de los valientes que recientemente había fallecido. Ese día, cosas del destino, era su aniversario, y a modo de ofrenda, a modo de virtuosa y generosa hermandad, quisimos dedicarle ese pequeño tesoro del corazón.

Hace un año también nos acompañaban en ese día decenas de personas que habían vivido de primera mano todo el recorrido hasta llegar ahí. De alguna forma, nosotros sólo éramos meros representantes de ese impulso, de ese propósito que nace de las fuerzas que recorren este nuevo tiempo. Sólo éramos voluntarios que tuvimos que poner alguna coordenada, algún coche y algo más para poder llegar al día de la firma.

Es difícil poder explicar todas las sensaciones que ese día experimentamos, todas esas pequeñas “magias” que nos llevaron hasta allí, todos esos milagros que hicieron posible que por fin sucediera.

Cuando fuimos a dar nuestro primer paseo por O Couso, por nuestro O Couso, por el ahora O Couso de todos, no podíamos creer que aquello hubiera sucedido. Tampoco podíamos creer que hubiéramos puesto todos nuestros ahorros en algo que ya no era nuestro, sino que serviría en el futuro para que todos lo disfrutaran. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué cosa nos movió a tomar esa generosa y arriesgada apuesta? Sólo los principios inspirados, sólo las ansias de ser los últimos y servir lo mejor posible, sólo la necesidad urgente de transmitir valores y principios que nos hagan más humanos, más sensibles, más amorosos.

Y vemos que ha pasado un año y que, efectivamente, O Couso ya no nos pertenece. Ha cobrado vida propia, ha suspirado en anhelos que ahora se hacen realidad. O Couso parece contento y agradecido con nuestra presencia, con las travesuras del perro Geo, con los aullidos de Gaia, con las gracias de las gallinas que corren de aquí para allá, y con la maravillosa gente que ahora lo habita. Ha sido un año emotivo, ha sido un tiempo emocionante donde cientos de almas han podido compartir la realidad de un nuevo paradigma. Hay momentos difíciles, pero también recuerdos imborrables. Ahora el reto se nos presenta cada día más emocionante. ¿Cómo implantar este paradigma inclusive en los momentos más difíciles? Una sonrisa se abre ante el alma peregrina, porque sabemos que la vida siempre responde de forma milagrosa, pase lo que pase, hagamos lo que hagamos.

Superamos nuestra primera primavera y a pesar de los primeros miedos, superamos el primer verano cargado de experiencias, de nuevos amigos, de nuevos reencuentros. Luego llegó el otoño y aguantamos estoicamente las primeras embestidas del clima, de la soledad, de la supervivencia en unas caravanas que se preparaban para lo peor. Pero la naturaleza es sabia. Nos preparaba pacientemente acurrucándonos para estar fuertes y salvar el invierno. Este se presentó y lo conseguimos. Hicimos un baile de la nieve y una fiesta del frío. La lluvia nos sanó por dentro y el viento era nuestro aliado. Y ahora, de nuevo la primavera, la celebración, el renacer, la vida.

Gracias de corazón a todos. Gracias por ser testigos privilegiados de este tiempo. Gracias por transmitir vida y compartirla en este trozo de verde tierra oceánica. Gracias sinceras por todos vuestros apoyos y por saberos parte de esta realidad. O Couso está feliz, la casa nos acoge, la tierra es generosa, el clima es propenso. La llama de O Couso sigue viva, un año después. Gracias por ser tejedores activos de esta bonita realidad que pretende seguir inspirando a muchos para hacer de este mundo bueno, un mundo mejor.

(Foto: amigos de O Couso en la primera primavera, dándolo todo en los primeros días de trabajo).

De la comunidad intencional a la comunidad integral


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El levantarte casi todos los días entre las cinco y las seis de la mañana para trabajar en la tesis doctoral durante los próximos tres meses hace que el tiempo se estire de manera formidable, y los días parezcan tener una longitud superior a lo normal. El hacerlo en un entorno privilegiado como es la comunidad de Findhorn y tener de frente, en mi ventana, las dunas de su bahía, solo puede favorecer la inspiración y la creación de ideas y proyectos que deberán sumarse al mundo del pensamiento y la interacción.

La comunidad de Findhorn ha servido de inspiración a muchos. Algunas nuevas comunidades nacieron a la sombra de este modelo que ha perdurado por casi cincuenta años. La propia comunidad ha vivido una transformación interior llevada por los tiempos, por las transformaciones sufridas y por la vida holística y tolerante de sus miembros.

Esa evolución también se ha vivido en la historia general de las comunidades. Desde los primeros intentos comunitarios en el primitivo monacato hasta los intentos utópicos socialistas o las comunas hippies de los años sesenta, ha existido una constante evolución y transformación en el ideal de vida comunitaria.

En los últimos tiempos, lo más común era centrar esa evolución en lo que ha sido llamado como comunidades intencionales, una variedad que intenta dar explicación a este fenómeno en nuestros tiempos. Realmente, si algo ha caracterizado a la fundación de estas nuevas comunidades era una clara intención normalmente enfocada en aspectos ecológicos, ideológicos o espirituales.

El experimento que estamos llevando a cabo en O Couso quizás quiera ser una fórmula de futuro. Nuestro empeño en llamar a este incipiente experimento “comunidad integral” tiene que ver con algo que hemos observado en los últimos años. No queremos decantarnos hacia ningún tipo de ideología o creencia, sino más bien, queremos integrar todos los aspectos del ser humano de forma inclusiva, desde cualquier tipo de ideología, creencia o visión sobre la vida y el mundo. Es decir, no nos consideramos una comunidad espiritual, pero apostamos por integrar este aspecto de la vida humana en nuestra vida diaria mediante pequeños rituales y un trabajo interior personal y común. No somos una ecoaldea al uso, pero deseamos tener actitudes enfocadas en el respeto a la naturaleza y el medio donde nos encontramos, incluyendo los aspectos etnográficos del mismo. No tenemos ninguna ideología o creencia, pero sí creemos en la necesidad de prestar auxilio, esperanza y acción en un mundo que requiere de cierta urgencia. No somos una comunidad pasiva y encerrada en nosotros mismos, por eso también hablamos de comunidad abierta, dando protagonismo al visitante sin querer vampirizarlo o asaltarlo ofreciendo a cualquier precio soluciones a sus problemas. Simplemente nos limitamos a abrir nuestras puertas intentando hacer de la acogida uno de nuestros principales propósitos.

En cierta forma, queremos integrar a todo y a todos, de ahí que, más allá de una intención concreta, que es lo que el modelo actual ofrece, aspiramos a abrirnos al mundo integrando todas sus partes, todos sus matices, todas sus particularidades.

Estamos convencidos de que este modelo, de que esta nueva apuesta de comunidad integral, tiene sus propios riesgos, especialmente ante la filosofía de no cobrar por nuestras actividades o por nuestra acogida. Ante nosotros se abre el reto de que nuestro propio sistema pueda gestionarse y regularse a sí mismo. De momento lo estamos consiguiendo revolucionando el concepto de no-propiedad y de no comercialización con todo lo que allí ocurre. Un tiempo nuevo, un modelo nuevo, una estructura nueva para hacer frente a un mundo más tolerante, más integrado, en definitiva, más humano.

Últimos días para poner tu piedra


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En unos días terminará la campaña de cofinanciación en Goteo para ayudar a reconstruir la casa de acogida de O Couso. Quedan nueve días para que aportéis vuestra gota de agua. Imaginaros que de aquí a unos años O Couso se convierte en un referente. Un lugar donde poder ir a desarrollar los dones y talentos. Un laboratorio humano que pueda servir de inspiración a cientos de personas. Ese es nuestro deseo, ser una gota en este momento de cambio, ser una muestra más de que es posible hacer las cosas de otra manera. De que el ser humano merece la pena y puede reconstruir su estado moral hacia nuevos valores más amplios y generosos.

También queremos que esta sea tu casa. Que puedas venir cuando lo desees. Que puedas visitarnos, pasar unos días diferentes en un entorno privilegiado y con personas amables y alegres que están deseando ofrecer lo mejor de sí mismos. Que vengas solo, con tu familia o amigos, pero que vengas. Porque aquí no te vamos a pedir nada, excepto tu cariño y amistad.

Un lugar de acogida pero también un lugar de transformación. Sabemos que lo que tenemos entre manos es un proyecto ambicioso y en esta fase en la que nos encontramos queremos que todos seamos partícipes. Para que en el futuro, orgullosos, podamos ver nuestro trocito de tejado, nuestra parcela de generosidad protegiendo a todos los visitantes y amigos.

Faltan unos días para terminar la campaña de cofinanciación. Pronto llegará el verano y queremos dar la mejor de la acogida a todos los que vengáis. Pero sobre todo, quedan muchos meses por delante para poder reconstruir la casa de acogida y poner en marcha la escuela de dones y talentos. ¿Te gustaría poner tu piedra, tu granito de arena?

En este último tramo nos gustaría contar con vosotros. Gracias por este último esfuerzo. Gracias de corazón por decorar y proteger esta vuestra casa. Os esperamos.

 

https://goteo.org/project/o-couso/home

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¿Te gustaría ser embajador?


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Conozco bien el mundo de la aristocracia y la diplomacia. La vida me puso ante experiencias hermosas, ante gente maravillosa que ostentaba títulos nobiliarios o trabajos diplomáticos y de poder. El haber vivido muy de cerca esas realidades me ha dado un sugestivo panorama de todos los aspectos de la vida humana, y he terminado llegando a una simple conclusión: la verdadera aristocracia es la interior, sólo se puede ser embajador de la nueva buena, el verdadero poder es el que nace de la esfera intangible.

Dicho esto, estoy convencido de que la misión de un buen embajador, de un aristócrata interior es el de convencer a otros para que se empoderen y sean portadores de la nueva buena, del fuego de los dioses, del brillante átomo simiente que debemos sembrar en las concavidades interiores del prójimo para volverlos más dulces, más humanos, más próximos.

En la campaña de cofinanciación que estamos llevando para poner el tejado de O Couso nos hemos dado cuenta de que lo importante no es el poder del dinero. Lo más importante de todo es el poder del gesto. Cada guiño es para nosotros una señal, cada gota que cae a la bolsa común provoca en nosotros un motivo de alegría. Nos damos cuenta de que cada aportación es poderosa porque nace de un corazón noble que vibra con proyectos nobles. Eso provoca un reconocimiento en la nobleza del otro, en la grandeza y esplendor de aquel que inclina la balanza hacia unas cosas y no otras. Sentimos cierta alegría profunda cuando vemos que cada día sumamos más gestos.

No importa si uno pone un euro o mil. Como decía, lo importante es el gesto, el saber que ahí detrás hay cientos de personas con deseos y ganas de cambiar el mundo. Eso nos hace pensar en la siguiente motivación: ¿cómo convertir esos cientos de personas en miles? ¿Cómo contagiar de entusiasmo, de altos valores, de buenos principios para todos a esa miríada de seres?

Quizás el siguiente paso sería convencer a los convencidos para que a su vez dejen de pescar peces y lancen sus redes para pescar hombres y mujeres de buena voluntad. Quizás el siguiente paso sea el convertirnos en embajadores de la buena nueva y salir ahí fuera para explicar que otro mundo es posible y se está construyendo. ¿De qué sirve que toda esa luz se ponga debajo de la mesa, se oculte o se esconda? Sí, seamos embajadores, actuemos desde la acción, desde el convencimiento, saliendo ahí fuera y diciendo abiertamente que en esta primavera del alma estamos dispuestos a contemplar la luz y el fuego desde la proximidad, el cariño y la disposición a colaborar.

Si estáis convencidos, si desde dentro sale esa llama convertiros en embajadores y ayudadnos a compartir todas las propuestas. Busquemos más gestos. Hagamos que el tejado pueda albergar cada día a más peregrinos del alma que buscan y anhelan el mundo nuevo. Apoya la campaña de cofinanciación y sé un pilar importante que de cobijo a todos los que vienen diariamente.

Ahora somos setenta cofinanciadores. Setenta pilares que sostienen parte del tejado. Necesitamos cien más para completar la obra, para dar cobijo y pan al que no tiene, y sed de justicia al que lo necesite. Y recuerda siempre: deja lo que puedas… o coge lo que necesites…

https://goteo.org/project/o-couso

 

 

PETICIÓN DE DOS AÑOS DE EXPERIENCIA EN COMUNIDAD O COUSO


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Describir el periodo de seis meses de vivencias y convivencias en O Couso sería algo difícil. Ha sido una experiencia maravillosa, cargada de sintonía y propósito, un sueño hecho realidad y además una oportunidad única de experimentar toda esa teoría que durante años nos ha acompañado.

Se puede decir que estos seis meses hemos practicado los caminos que durante mucho tiempo habían crecido en nuestra cabeza y corazón. La puesta en práctica de toda esa filosofía que deseaba guiarnos desde hacía mucho tiempo. Hemos podido entender, ya no desde la teoría sino desde la práctica, el verdadero significado de comunidad.

Lo cierto es que la vida en los bosques, en plena naturaleza, nos ha dado otra visión sobre la existencia. También la vida en comunidad, compartiendo el trabajo y la ilusión por este hermoso proyecto al que tenemos la suerte de participar. En los planos interiores ha sido toda una revolución que aún debemos digerir con mucha calma.

Es por ello que nos atrevemos a solicitar la renovación de permanencia para vivir los dos años de experiencia. Sabemos que esto supone un reto importante y un compromiso serio para poder pertenecer a la futura comunidad. Pero nos sentimos seguros y decididos a seguir en este ilusionante proyecto común.

Espero que los miembros de la comunidad vean posible nuestra integración en este programa y que estos años puedan ser fructíferos para todos. Que así sea.

Javier

COMUNIDAD O COUSO, HACIA DOS AÑOS DE EXPERIENCIA:

1)   PROGRAMA DE DOS AÑOS. Sólo será posible si se ha realizado previamente el programa de seis meses, continua el interés de la persona en seguir en la comunidad y la propia comunidad ve posibilidades reales de que el participante pueda optar a la vida comunitaria.

Vuestras gotas han creado un mar


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Estos días han sido emocionantes. Más de veinte personas han podido compartir entre frío atmosférico y calor humano unas fiestas de Navidad inolvidables. Todos coincidíamos en una cosa: ojalá esto pudiera vivirlo mucha gente. Nuestro primer mensaje común en las primeras Navidades en O Couso ha sido precisamente ese: que todos puedan disfrutar de una vida plena en comunión y fraternidad.

Hoy nos llegaba la grata noticia de que gracias a casi sesenta cofinanciadores hemos alcanzado diez días antes de finalizar el mínimo necesario para seguir adelante con la campaña de cofinanciación del proyecto. La emoción nos ha embargado porque la confianza anónima de tantos y tantos amigos está haciendo posible que sean cada vez más los que pueden vivir unos días o semanas en un ambiente cuya pedagogía explora la posibilidad de un mundo nuevo real, palpable, amistoso, fraterno, humano y vivo.

Estamos felices viviendo en las caravanas a pesar del frío y las incomodidades propias de la vida en el bosque. Ahora somos siete personas las que están compartiendo el trabajo de rehabilitar la casa de piedra para que este verano pueda acoger a mucha gente bajo nuestra máxima innegociable: “deja lo que puedas y coge lo que necesites”. Cada día viene más gente a echar una mano y cada día son más los que nos escriben con entusiasmo desde diferentes puntos del planeta para ver si pueden acercarse hasta aquí para echar una mano o para saber si existe alguna sucursal de este proyecto en sus países. Estas peticiones nos llenan de franca emoción, y nos damos cuenta de que la filosofía y los principios de solidaridad, de apoyo mutuo, de fraternidad y libertad están llegando a todos los rincones. Es cierto que puede hacerse de un mundo bueno, un mundo mejor, solo tenemos que ser un núcleo convencido de conducta recta y eficaz.

Nuestro deseo es terminar cuanto antes la casa de acogida para trabajar sin descanso en el ambicioso proyecto de la Escuela de Dones y Talentos. Los visitantes nos llenan de vida y se marchan transformados. Su testimonio es suficiente para dotarnos de ánimos y seguir trabajando duro día a día. Pero ahora estamos en una fase donde necesitamos muchas manos y recursos para poder dar cabida a todas las peticiones, a todas las llamadas, y dar un buen cobijo a todo aquel que lo necesite.

Se come muy bien en O Couso. Hoy Sandra nos ha deleitado con una exquisita sopa acompañada de una inolvidable ensaladilla rusa de vegetales. Siempre hay comida abundante y exquisita para todos los peregrinos que nos visitan. Ahora queremos ofrecer también unas condiciones mínimas para que esa visita sea agradable en los planos materiales, donde puedan asearse y disponer de un poco de agua corriente y luz, de un tejado en condiciones, en definitiva, de un hogar completo que facilite aún más las experiencias interiores.

Gracias por vuestra ayuda incondicional y gracias a todas esas gotitas que poco a poco están creando este hermoso mar de compartir y cariño. Ahora el reto es seguir con la campaña de cofinanciación para llegar a la meta óptima. Nos encantaría que formaras parte de este ancho océano… ¿Nos ayudas?

 

Deja tu gota en Goteo, muchos te lo agradecerán. Y si no puedes dejar tu gota, vente con nosotros y coge lo que necesites… ¡¡¡Te esperamos!!!

https://goteo.org/project/o-couso

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Tú eres un núcleo


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Lo decía Lao-Tsé a cuento de la necesidad de ser una influencia positiva para el mundo. Primero ordena tu vida y luego lánzate a la conquista del mismo. Para ello nada como asentarse en el principio único, en la dicha de abrazar la unidad de todas las cosas. Eso de por sí ya produce una conducta íntegra y eficaz, una forma de ganar respeto e influencia poderosa. Realmente toda nuestra conducta influye de alguna manera a nuestro entorno gracias al principio de resonancia. Como una onda que se expande por las delicadas aguas de un lago, así debe ser nuestra conducta, nuestra propia disciplina con todo aquello que hagamos, sintamos, pensemos. ¿Cómo sabemos que esto funciona? Laotzi lo define de forma muy clara: Todo crecimiento avanza hacia fuera desde un núcleo potente y fértil. Tú eres un núcleo.

Esa era la sensación que teníamos estos días de acogida. Todos observaban nuestro estilo de vida en las caravanas, nuestras palabras, nuestros pequeños gestos. Alguien leía nuestros libros y a los pocos días estaba tratando de mejorar su forma de vida. Alguien miraba los cero grados que soportamos en nuestras caravanas y pensaba que de alguna forma se puede hacer mucho con poco.

De alguna forma podemos influir en mejorar el mundo y acercar esa mejora al cosmos infinito. Podemos ser partícipes de un cambio, por minúsculo que sea, que permita que otros actúen de forma ordenada, limpia, íntegra y eficaz. Cuando nos levantamos y lo primero que hacemos es meditar juntos en la pequeña ermita estamos generando un cambio profundo. No importa el frío ni cuantos seamos. Hay días que somos pocos y otros da gusto ver los corazones latir. Lo importante es que esa llama siga brillando, que ese mensaje de esperanza antes de empezar el día nos guíe durante toda la jornada.

También descubrimos que meditar en silencio antes de hacer cualquier otra actividad nos llena de una paz distinta, de unas ganas de compartir diferente. Luego nos vamos a la cocina improvisada y nos dejamos llevar por la carga histórica de las frías piedras, de ese tejado de pizarra y vigas de castaño que nos protege y que desea albergar muchas almas.

Los magos de Oriente nos han traído algunas sorpresas. De repente hemos visto como la pequeña e incipiente comunidad ha crecido en número. Si antes éramos tres vamos a empezar el año siendo siete miembros. Nos gusta ese número que tanto expresa dentro de las enseñanzas de la geometría sagrada. Hacen falta tres puntos de luz para empezar cualquier proyecto. Así lo hicimos. Cuatro para materializarlo. Cinco para dotarlo de energía, seis para dotarlo de movimiento y siete para que todo el ciclo sea justo y perfecto. De alguna forma mágica todo se va ordenando y nos estamos convirtiendo en núcleo, en algo potente y fértil que está naciendo en este maravilloso encuentro con lo comunitario, con la conducta íntegra y eficaz de la que habla Laotzi. De alguna forma, tenemos la necesidad de ser una influencia positiva para el mundo. Esa es nuestra causa, ese es nuestro propósito más íntimo.

Estamos convencidos de que los magos de oriente os han traído mucha riqueza interior. Ahora nos tocará distribuirla positivamente.

Feliz año nuevo


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Llegamos todos a tiempo a pesar de que aquí llegar a tiempo lo entendemos desde otra perspectiva. Nos pasamos toda la mañana preparando el lugar, la comida, respetando y promoviendo la armonía, lo bello para crear un ambiente fraterno y humano. Vinieron desde todas partes más de veinte personas. Cada uno testigo de esa transformación que aquí sufrimos y experimentamos, cada uno con un deseo enorme de seguir compartiendo con el otro fórmulas para mejorar, para tratar de sentir y bucear en la vida de forma profunda y compartida.

Pudimos de forma milagrosa adecuar la antigua cocina como comedor improvisado. De alguna forma nos sentimos respetuosos y honramos ese lugar que desde el siglo XVI ha albergado tantos y tantos momentos. Algunos colgaban por las paredes adornos, otros embellecían el entorno mientras que se colocaban mesas y sillas para todos. La cena era humilde pero gozosa, brindamos con zumo de naranja y comimos espárragos, arroces y todo tipo de condimentos nacidos de la tierra y alejados del sufrimiento y el dolor.

Tuvimos la suerte, la gran suerte de que el tiempo acompañó de forma misteriosa durante el día. No hizo frío, el sol radiante iluminaba cada rincón hasta el punto de que hemos podido comer fuera, junto al bosquecillo de abedules, castaños y robles. La noche es diferente y a pesar de que el frío sí nos acompañó en la última cena, cantamos y reímos y celebramos juntos el cambio de año.

Acomodamos de la mejor forma posible el limitado espacio de la ermita. La llenamos de cuencos de cuarzo y grandes instrumentos que casi no cabían en la sala. Tras hacer el último círculo de consciencia donde cada uno pudimos expresar nuestro sentir y de paso perdonar las torpezas del pasado, acomodamos nuestros cuerpos para disfrutar de un maravilloso concierto de cuencos que dos amigos habían preparado desde Santander.

De alguna forma, entramos en el nuevo año desde un plano dimensional diferente. El sonido creaba hermosas formas en nuestras mentes y corazones. Con el silencio de la noche cada nota que salía del cuarzo de aquellos instrumentos parecía querer transportarnos hacia otros universos. Entramos en un plano creativo, armónico, despejado. Irrumpimos en el nuevo año con la intención de seguir progresando interiormente mientras tratamos de practicar nuestro propio y amplio camino.

La valentía de los que nos habéis visitado estos días ha tenido su propia recompensa. En nosotros queda el recuerdo de la primera Navidad y Fin de año juntos en O Couso. Nos sentimos privilegiados por haber sido capaces de ser testigos presenciales de un momento histórico y único de esta incipiente y pequeña comunidad de almas libres. Gracias de corazón a todos los que pudisteis estar entre nosotros estos días y gracias a todos los que de alguna manera también habéis estado cerca. Gracias, gracias, gracias.

Ahora toca preparar la aventura de este nuevo e intenso año. Ahora toca profundizar en la acogida libre y voluntaria, sin requerimientos, sin expectativas, sin moneda que limite el ingreso en esa experiencia. Damos lo que podemos, cogemos lo que necesitamos. Así es y así debe seguir durante mucho tiempo.

Feliz año nuevo, a todos, desde el corazón.

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Primeros meses de vida en comunidad


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El bosque siempre resulta ser un entorno de revelaciones. Vivir aquí te crea una psicología diferente, te vuelves fuerte ante los elementos y sublime ante la adversidad. Creas una sensibilidad especial hacia todas las cosas, no importa su tamaño o digna forma de vida. La austeridad tiene su propia estética, su belleza profunda, su armonía perfecta. Aquí se necesita poco, y de lo poco que se necesita se necesita aún mucho menos. En invierno podría parecer que existe una hostilidad especial, pero en cuanto le pones remedio psicológico a todo problema se resuelve dignamente cualquier adversidad. El frío, las heladas, el viento, la lluvia, la niebla, la humedad. Todo parece prepararnos para una vida audaz, singular, excitante. Nuestras mentes y nuestros corazones quedan presos de la luz y el espacio, de la perfección que nace de cada rincón de la arboleda que nos rodea. Nos sentimos salvajes y silvestres, pero también mucho más humanos y dignos.

Existe cierta originalidad en este tipo de vida. Nunca hubiéramos pensado que personas nacidas y bien criadas en la comodidad y las facilidades de la gran ciudad iban a poder adaptarse tan rápidamente a este entorno. Quizás sea por el hipnotismo que produce la contemplación de los cielos amplios y estrellados, o por la majestuosa y a veces terrible noche que nos sorprende con sus ruidos extraños y misteriosos. Hay algo maravilloso en todo este abanico de sensaciones continuas, algo que nos sumerge en una realidad diferente, en una profunda comunión con las almas invisibles de los árboles, los animalillos, las piedras, los entes de la naturaleza.

Aquí la línea del horizonte nos sumerge en esa sensación de que todo es posible. La bóveda celeste en los días claros nos recuerda la inmensa libertad de poder vivir bajo el ciclo de los astros, bajo la luz o la oscuridad natural, sin artificios, sin relojes que marquen la hora o autoridad alguna excepto la del sol y las estaciones. Aquí todo es infinitamente más vasto y más profundo. Aquí la vida se experimenta en una dimensión donde cada gramo de partícula tiene un significado y un arquetipo envolvente, donde cada hebra de tiempo se respira con intensa admiración y respeto.

Nuestros primeros seis meses de vida en comunidad no podían haber sido más perfectos, más sublimes. Llenos de una gracia extraña, de un reguero de agradecimiento, nos sentimos peregrinos en la inmensidad, pero también afortunados por vivir esta experiencia única y contagiosa. Tras vivir con magnificencia esta vida de compartir, de responsabilidad con la naturaleza, de apoyo mutuo, de acogida incondicional, de amor hacia todas las cosas, hacia todos los detalles que hacen que el mundo sea como es, no podemos más que renovar el compromiso de continuar compartiendo esta realidad con el mundo, esta otra forma de existir en esta partícula de vida.

Seis meses para entender que no queremos escapar de la realidad, sino descubrirla desde una dimensión más amplia y elevada, seis meses para entender que somos peregrinos y exiliados de un mundo que desconocíamos y sólo ahora podemos entender mínimamente. Aquí somos tímidos líderes de cada segundo de existencia, buscadores de los valores terapéuticos y espirituales de la vida sencilla, descubridores y exploradores de esa dimensión humana capaz de albergar corazones abiertos y entregados.

Gracias a todos los que habéis hecho posible estos seis meses de vida en comunidad en los bosques de O Couso, entre las bellas montañas de Édramo y Courel, junto al valle de Mao. Gracias de todo corazón a todos los peregrinos que se acercan para crear y compartir ese digno y renovado sentido de comunidad. Estamos a vuestro servicio, estamos entregados a las maravillas y milagros del bosque y las montañas.

Felices fiestas. Feliz año nuevo.

Seis meses de vida en los bosques


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Realmente el tiempo pasa rápido. Pensar que llevamos seis meses viviendo en una caravana es pensar que todo ha sido parecido a un sueño. Llevamos todo el verano, el otoño y ahora el duro invierno descubriendo y practicando la vida sencilla, espontanea, natural. Todos los días nos preguntamos porqué en la otra vida necesitábamos tantas y tantas cosas, tantos y tantos recursos, tanto y tanto lío para luego poder disfrutar quince o treinta días al año de la naturaleza o de los viajes. Aquí vivimos y tenemos nuestro ser en la misma naturaleza, y además, con la ventaja de estar en una especie de viaje contante por cientos de experiencias y situaciones. No buscamos peligros ni riesgos innecesarios, pero es cierto que la vida en esta montaña es una constante aventura.

Antes siempre sentíamos la necesidad de recomendar a todo el mundo que viajase a lugares especialmente pobres. Una vuelta por Etiopía en plena sequía puede ser bálsamo suficiente para revolucionar nuestra vida interior. Ahora pensamos que unos meses en una caravana perdida en los bosques también puede ser una experiencia recomendable, porque de alguna forma radical, este tipo de vida nos ofrece una visión diferente de la existencia.

El reto para muchos podría ser el cómo poder subsistir en un lugar así durante algún tiempo. Nosotros realmente lo hemos tenido fácil gracias a nuestros oficios que no requieren de grandes cosas. Pero puedo imaginar que cualquiera con un poco de ganas podría reinventarse y sobrevivir sin mayor dificultad. El bosque y las montañas guardan muchos secretos y tesoros que pueden ser aprovechados por el ser humano. Incluso en invierno, donde todo parece aletargado, se puede sacar un buen provecho de la vida.

Una de las reflexiones más profundas es sobre la alimentación. Realmente guardamos unos hábitos alimenticios exagerados. Comemos en exceso en nuestra civilización avanzada y luego eso repercute en enfermedades de todo tipo. Aquí en los bosques, a pesar de la intensa actividad del trabajo y la dureza de alguno de ellos, el hambre mengua, y la necesidad de comer se reduce a la mitad. Ocurre lo mismo con el vestido. Aquí no es necesario cambiar de modelito cada día para ir a la oficina y no parecer siempre el mismo. Los animales del bosque no se fijan en tus ropas, excepto si no reservas una oportuna higiene.

También uno se malacostumbra a la sencillez. La humildad de esta caravana es exagerada, pero no pensamos en algo mucho mayor para vivir con cierto desahogo. Tras las ventanas de la misma tenemos el bosque y las montañas, los pájaros y los cielos, y eso, es como tener una sensación de amplitud constante, como si nuestros corazones y nuestra visión se ampliaran ante tanta belleza continua. Una pequeña mesa donde escribir o leer y comer algo, una cama donde descansar y un pequeño armario para guardar cuatro prendas son suficientes para disponer de lo esencial. Si algún día renunciamos a esta sencillez será por disponer quizás de alguna ducha de agua caliente y un lavabo, pero no mucho más. Realmente el bosque retroalimenta nuestras necesidades más básicas y no echamos nada en falta.

La casa grande de piedra ha sufrido algunas mejoras, pero la habitamos poco. Quizás cuando vienen amigos o personas a pasar unos días con nosotros y hacemos allí las comidas y encuentros invernales. Al fin y al cabo sigue siendo una ruina con algún toque de humanidad, pero sigue sin ser habitable, excepto para coger agua de su pozo todas las mañanas y guardar allí las gallinas y sus huevos. Y el día que lo sea, será destinada al visitante y a la acogida. Nos seduce la idea de seguir en la caravana durante mucho más tiempo. Aquí todo es tan sencillo, tan cercano, tan próximo. Aquí se necesita tan poco para vivir…

En resumen, podríamos decir que estos seis meses han sido toda una experiencia. Ahora nos tocará renovar por dos años nuestro compromiso con la comunidad de O Couso. Si este compromiso es aceptado, nuestra responsabilidad será mayor y nuestro agradecimiento por esta oportunidad de vida única será una gran fortuna. Esperamos que los Ancianos y los Guardianes del lugar se sientan satisfechos por nuestro trabajo. Seguiremos siendo siervos respetuosos y protectores de este hermoso propósito si ese es su deseo.

 

Campaña de ayuda para O Couso


Hemos empezado una hermosa campaña para poder restaurar parte de la casa de O Couso… Gracias a todos los que lo habéis hecho posible, y gracias de corazón por vuestra ayuda incondicional… Juntos, podemos hacer un mundo mejor… Gracias especialmente a Rafa y la familia Mey por todo el trabajo ingente que se ha desarrollado para esta campaña. Queremos que la acogida sea cada vez mejor y esta puede ser una buena oportunidad de participar en la que será vuestra casa, la casa de todos…

Por favor, participa, es algo para todos, es algo para el mundo… Desde ya, gracias, gracias, gracias…

Más información en: https://goteo.org/project/o-couso/needs

 

 

 

Hacia rutas salvajes


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No sabemos cuanto puede durar esta aventura. Hay mucha gente, especialmente familiares y amigos cercanos que sienten cierta preocupación cuando nos ven viviendo en una pequeña caravana donde apenas tenemos espacio para movernos. A veces recibimos mails, llamadas o comentarios de inquietud y desvelo sobre nuestra precaria situación.

Pero nosotros lo vemos desde una perspectiva totalmente diferente. El frío ya casi no nos afecta. El descubrimiento de las estufas de butano ha sido toda una suerte. Y casi no aguantan encendidas ni cinco minutos porque esto, al ser pequeñito, se caliente enseguida. Además, el vivir en los bosques, en mitad de las montañas, requiere de mucha actividad, de mucho trabajo que hace que siempre estemos diligentes, felices por todo lo que trae cada día.

No echamos de menos las comodidades de la ciudad, ni sus estímulos, ni la suerte de ventajas que tiene el vivir arropado por la manada. Aquí vivimos una vida ciertamente salvaje, a expensas de lo que cada día traiga. Ayer, por ejemplo, mientras escribía algunas cosas y trabajaba en el ordenador una manada de jabalíes invadía el espacio de la finca. Se acercaron a las caravanas y la verdad es que de noche y en plena soledad la sensación de desventura era casi emocionante. El perro Geo empezó a ladrar y aún tuvimos valor para salir fuera y curiosear a la manada, la cual, enfurecida, aún tuvo valor de vacilar antes de huir.

Todos los días son diferentes, especialmente ahora que estamos preparando la acogida para las treinta personas que quieren acompañarnos en estas fiestas. Ahora somos tres colonos y en enero seremos cuatro los habitantes de estos prados. Empieza ya a formarse cierto espíritu comunitario lo cual abriga esperanza y color a todo lo que aquí se experimenta. Nadie diría, sentados frente al televisor de una gran ciudad que la vida salvaje fuera positiva y plena. El ir al lavabo a cero grados o con lluvia es toda una aventura, sobre todo cuando el lavabo es un agujero excavado en el suelo sin mayor techumbre que las frágiles ramas de unos delgados abedules. El hacer la comida cuando hace frío o el fregar los platos con agua helada recién sacada del pozo es toda una aventura. La niebla, siempre abundante por aquí, es fiel compañera, dibujando preciosas escenas de puro misterio.

Hoy alguien nos preguntaba sobre las aspiraciones futuras, sobre qué más podría hacer una persona que ha experimentado esta libertad. Y la verdad es que lo único a lo que se puede aspirar después de esto es a compartir cada instante, cada momento con todo aquel que desee encontrar otro tipo de valores y sensaciones vitales.

Mientras trabajamos por todos esos valores que deseamos compartir, a veces también queda tiempo para la lectura, para la escritura, para la ensoñación. Nos gusta recrearnos al final del día en el silencio de la noche, en la frescura que atraviesa las delgadas ventanas de la caravana. A veces los ruidos de la noche nos intrigan y nos llenan la imaginación de cientos de aventuras. Otras, cuando llega el amanecer, la vida se convierte en una realidad impresionante, en una majestuosa belleza indescriptible. Entonces ya no necesitamos imaginar nada, solo pellizcarnos para sabernos protagonistas de esta hermosa e intrigante aventura. Vivir en los bosques es vivir completo dentro y fuera de ti.

COGE LO QUE NECESITES


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El mensaje siempre resulta revolucionario. Cuando llega gente desde todas partes y la acogemos con el corazón en la mano y con un buen plato de comida sin pedir nada a cambio siempre se preguntan muchas cosas. A veces vienen personas con escasos recursos y además de no pedirles nada a cambio les animamos a que cojan lo que necesiten de la caja común. Otras veces vienen personas destrozadas o marchitas, sin problemas económicos pero marchitas por dentro y regamos con amor todo su interior. Esto les mueve interiormente, porque ven una sincera apuesta por un mundo diferente.

El otro día alguien se quejaba porque había diseñado unas convivencias con este precepto y no había recaudado casi nada. La gente no es responsable con las cosas, piensan que cuando regalas algo o no le pones precio carece de valor, se quejaba. En parte tiene razón, porque no estamos acostumbrados a la generosidad, al dar sin esperar nada a cambio. Ahí está precisamente el reto de todo lo que hacemos.

Este era uno de los acuerdos irrenunciables a los que llegamos en O Couso. Si nos lanzábamos a la acogida debía ser una acogida sincera donde albergáramos en nuestros corazones y hogares a todos aquellos que llegaran, sin pedir nada a cambio, sin esperar nada a cambio y ofreciendo todo lo que estuviera en nuestras manos.

No hay ningún otro secreto o precepto, acogemos a todo el que llegue porque nuestra intención, a veces pedagógica, es intentar mostrar que se pueden hacer las cosas de otra manera.

Quizás sea una posición ingenua, ¿no cobrar por dormir y por comer, por asumir un tiempo con todos los que llegan? Precisamente esa es nuestra intención: acoger, como si acogiéramos a un familiar, a un hermano o a unos padres o unos buenos amigos. ¿Acaso les cobraríamos por el plato de sopa o por el calor de una chimenea? ¿Le pondríamos acaso una tarifa al plato de lentejas o al trozo de leña?

Luego está la corresponsabilidad y la correspondencia. Si aquellos que vienen sienten que el proyecto merece la pena y desean colaborar para que otros lo disfruten, entonces nosotros estamos felices de que así sea y especialmente agradecidos. Pero no es moneda imprescindible, ni tampoco requisito obligado. Todo aquel que llega es bien recibido y siempre estamos trabajando, en lo exterior e interior, para que la acogida sea cada vez más cómoda, más profunda, más transformadora.

Quizás este mensaje sincero ha motivado a que un grupo de personas que nos visitaron este verano hayan organizado una hermosa campaña de apoyo para que la casa de acogida tenga cada vez más comodidades para todos, al menos un techo, un poco de agua corriente y algo de luz. Ese grado de compromiso se ha visto recompensado de alguna forma con la generosidad de otros que piensan que todo esto merece la pena.

Por eso, a pesar de que vivimos en unas caravanas y la casa está por levantar, sentimos que este es nuestro hogar y el hogar de todos aquellos que lo necesiten. Sentimos que merece la pena hacer de este mundo bueno un mundo mejor trasladando valores diferentes, formas de ver la vida desde un ángulo más positivo y abierto. Deja lo que puedas, pero ante todo, por favor, coge lo que necesites, ese es nuestro mensaje y nuestro compromiso. Hazlo tuyo en tu vida y algo hermoso ocurrirá.

Gracias de corazón a todos los que nos estáis apoyando incondicionalmente en esta transformadora labor. Gracias de corazón por iluminar el mundo con rayos de generosidad. Seguimos…

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Campaña de Goteo: https://goteo.org/project/o-couso/home

Comunidad objetiva y comunidad subjetiva


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Estamos en Arteixo, cerca de A Coruña. Hemos venido a pasar un hermoso fin de semana en la casa de Selene y Koldo. Una casa rodeada de verdes prados que a partir de ahora también se llamará hogar Aroa. Algunos amigos de O Couso hemos venido para avivar la llama de la comunidad. De hecho, el anhelo de comunidad ha sido el tema de conversación. Un anhelo compartido y vivido por todos. Un anhelo que realza nuestras vidas y las embellece.

Cuando hablábamos de tantos lugares y anhelos, de aquellas comunidades que ya habían surgido y aquellos lugares que esperaban albergar nuevos intentos se me ocurrió pensar que la verdadera comunidad ya existe, está aquí y ahora, sin importar los lugares y sin importar qué o quién los impulsa. En el plano subjetivo existe una red definida, tejida, que se relaciona entre sí y que de alguna forma suspira por un mismo sueño. La creación de la utopía no requiere necesariamente de un lugar concreto, de una comunidad objetiva. La comunidad puede manifestarse en pequeños encuentros como el que hemos tenido este fin de semana o en aquellas personas que se reúnen para buscar recursos para apoyar algún proyecto que ya está en marcha o en aquel otro grupo que redacta un comunicado o estudio sobre una u otra cosa. La comunidad de almas libres es un hecho que está aquí y ahora.

En O Couso estamos consiguiendo, a pesar de las inclemencias, una pequeña comunidad objetiva. Hay un hermoso bosque, un prado, una tierra donde cultivar, una casa que algún día albergará a personas, un proyecto de construcción de pequeños hogares para que un grupo de gente pueda materializar en la práctica diaria el alto ideal. Pero sabemos que alrededor de todo ese proyecto existe una comunidad afiliada subjetivamente a un alto ideal, sin necesidad de estar allí presente, sin necesidad de apoyarlo financieramente. Simplemente existe un vínculo invisible que de alguna forma les une con la tierra común que allí se está tejiendo. O Couso no deja de ser un trozo de ese iceberg que desea emerger.

Esa comunidad también está aquí y ahora en este encuentro. Sólo hay que abrir el corazón para entenderla, para comprender sus cauces, sus tiempos, sus necesidades. Sólo basta olvidarnos de nosotros mismos, de nuestras necesidades y anhelos personales para que la comunidad se manifieste viva. Es una comunidad de almas libres, como aquella hermandad del espíritu libre que se reunía en cualquier bosque anhelando un mundo mejor y más justo.

Es cierto que en O Couso es más fácil poder plasmar esos principios, pero también es cierto que el espíritu que mueve ese lugar está en todas partes, y, como ahora hace el grupo que nació en Madrid para meditar los martes, puede reunirse y encontrarse en cualquier lugar para una intención común.

Lo hermoso y deseable sería poder sumar, que dejáramos atrás nuestras viejas vestiduras y pudiéramos ofrecer nuestras pequeñas voluntades a un proyecto mayor. Eso es lo más complejo del ser humano. Desgarrarnos por dentro y por fuera para atravesar desnudos la puerta estrecha de la unión fraternal.

Estamos felices por haber descubierto esa otra comunidad, la subjetiva, que aflora y que anhela más unión, más círculo, más danza y canto, más trabajo conjunto. Habrá que esperar a que el fruto interior madure para plasmarla en esa sinfonía cósmica en la que ya participamos subjetivamente. Con otras manos y con muchas manos seremos más capaces de construir ese mundo mejor y más justo y más verdadero. Algún día dejaremos de pescar peces y nos convenceremos de la importante misión de pescar almas. Almas necesarias para la construcción de la nueva tierra.

(Foto: un trozo de comunidad unida en círculo en Arteixo).

La dureza también es bella


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Aquí en O Couso todo parece complejo, sin embargo, hacemos que las dificultades se vuelvan simples, llevaderas, amables. El secreto creemos que es la alegría con la que vivimos toda dificultad. La dureza del frío, de la lluvia, del barro, de las duras condiciones de vivir en mitad del bosque casi sin recursos podría dinamitar el ánimo de cualquiera. Pero aquí parece como si siempre fuera primavera. Estamos alegres, sonrientes, vemos las dificultades como retos, o como experiencias que nos hacen fuertes y templados.

Miramos como el paisaje se transforma y nos quedamos maravillados por tanta belleza, incluso ahora que en otoño los árboles se desnudan poco a poco de su verde follaje y los campos empiezan a tener tonos ocre que los hace profundamente hermosos. El frío y la humedad están llegando poco a poco pero de momento todo es llevadero.

A veces la dureza hace que la disciplina sea cada vez más flexible, que los horarios tiendan a moldearse al tiempo y que nosotros, simples participantes del ciclo maravilloso seamos como marionetas que se amoldan a toda circunstancia.

El perrito Geo ya está enorme y la gata Gaia gusta de pasar más horas en la caravana, junto al fuego de la estufa. Todo este tiempo es perfecto para recogernos, para dedicar más horas a la lectura, al estudio, a la reflexión, algo difícil cuando vives en la ciudad o cuando el buen tiempo te invita al inevitable paseo. Aquí los estímulos son diferentes. No nacen para distraernos, sino para vivenciar un contacto más directo con la esencia de la vida. No tenemos que trabajar como esclavos durante muchas horas para luego acordarnos de que no hemos vivido. Aquí el trabajo forma parte de la vida, del gozo y la alegría. Nada resulta pesado, aunque la dureza del mismo se duplique. No importa la actividad que hagamos ni las horas que le dediquemos, nada de lo que aquí se hace es un suplicio. Eso nos da una visión diferente del trabajo. Nos hace pensar que algo que para muchos puede resultar esclavizante aquí es liberador.

Las gallinas han duplicado la producción de huevos. Han pasado de tres a seis huevos diarios. Esta mañana el perro Geo se había zampado toda la reserva de huevos, lo cual ha sido casi un alivio porque ya no sabíamos que hacer con tantos huevos. Las tres cobayas aún sobreviven a pesar del frío y cuando por las mañanas soltamos a las gallinas para que correteen por toda la finca las tres corren hacia el maíz para meterse un buen desayuno.

Cuando la casa de acogida esté terminada y podamos dedicar más tiempo a crear un hermoso jardín en estas casi cuatro hectáreas será muy hermoso e inspirador poder pasear por estos lugares. Aún falta mucho por hacer, pero no tenemos prisa. A veces nos visita mucha gente que se atreve a practicar mil oficios que desconoce. En algunas ocasiones tenemos que volver a replantear el trabajo consumido porque dada nuestra inexperiencia hay cosas que no quedan lo mejor que podrían quedar. Pero no importa, volvemos a empezar con buen humor porque lo importante es que de cada actividad y trabajo aprendamos algo. Trabajar desde cierta consciencia tiene su magia.

Aunque ahora en invierno tan sólo somos una media de cuatro personas, no deja de llegar gente a pasar unos días o simplemente para ver como andan los “chicos” aquí en los bosques. Siempre estamos agradecidos por estas visitas que son como ánimo cargado de entusiasmo. Así que gracias por venir a vuestra casa. Aquí tenéis a vuestra familia y amigos, a pesar de la dureza, que también es bella.

Preparando el Año Nuevo en O Couso


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¿Aún pensáis que es imposible pasar un fin de año sin drogas, sin alcohol y sin artificios y además disfrutar del mismo como nunca antes lo habías hecho? Ya somos casi treinta personas con ganas de pasar un año nuevo diferente. No haremos ningún guateque, ni brindaremos con cava. Seguramente el salón no dispondrá de las comodidades y lujos que ese momento merece y disfrutaremos de una cena sin excesos. Tampoco nos dio tiempo a poner ventanas, cambiar techos, habilitar lavabos, disponer de algo de calefacción. A nadie de los que viene le importa la precariedad o la humildad de todo lo que se van a encontrar. Buscaremos fórmulas apropiadas para que todo fluya de la mejor manera. Cenaremos todos en familia y haremos que esa noche sea inolvidable. Nos bastará compartir el cariño y el amor a la vida para entender que las celebraciones son un momento de renovación y compartir, un momento de sentir la unidad de la familia humana.

Estamos llegando a acuerdos con los amigos de los albergues vecinos para quien lo desee pueda dormir esa noche calentito. Dispondremos de un piso en Samos donde poder ducharnos y donde podrán refugiarse también aquellos que lo necesiten. Para los más valientes estamos habilitando las caravanas con estufas para que no pasen frío. También estamos trabajando en la decoración, en los preparativos. Hay que celebrar este primer cambio de año en O Couso y queremos que sea especial. Seguiremos sin tener agua corriente ni duchas ni siquiera ventanas o lavabos, pero estamos convencidos de que todos, a pesar del frío y la lluvia, viviremos un momento único.

Así lo confirma toda la gente que sigue conviviendo y visitándonos en estos días a pesar del clima adverso y de las humildes condiciones en las que nos encontramos. El invierno agudizará nuestro ingenio y hará que nos enfrentemos con mayor alegría a lo adverso. Esa es nuestra consigna, al mal tiempo, buena cara.

Si aún estás pensando en acompañarnos por favor no dudes en escribirnos a info@dharana.org diciendo cuantos sois y qué día llegáis. Queremos ofrecer la mejor de las acogidas y para ello es necesario disponer del mayor orden posible.

También si tienes un plan alternativo y no puedes venir pero te gustaría apoyarnos o estar presente de alguna forma no dudes en decirlo. ¡Te esperamos en cuerpo o espíritu! Aquí estamos para ofreceros los mejor y acogeros con todo el cariño del mundo.

Centro Dharana de Madrid: liquidación por cierre


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Siempre hay cierta tristeza cuando un proyecto no tuvo tiempo de crecer y llegar a su madurez. El Centro Dharana se abrió con mucha ilusión hace menos de un año para dar soporte y cabida a proyectos que pudieran apoyar todo lo que estamos haciendo en O Couso. Todos sabemos que cualquier proyecto necesita al menos un par de años para consolidarse, pero viendo el aluvión de personas que nos visitan diariamente en O Couso y todas las necesidades imposibles de atender en el día a día nos imposibilitaba estar presentes en el Centro de Madrid como se merecía. Así que tristemente hemos decidido cerrarlo y centrar todas nuestras energías en Samos.

Pensamos y sentimos que no es un cierre definitivo, que la experiencia de tener una base en Madrid es hermosa y necesaria. Cuando tengamos más recursos o más voluntarios que puedan ayudarnos en esta tarea volveremos a estar de nuevo allí. De momento hemos decidido venir a vivir a O Couso y así atender la acogida ya que mucha gente se acerca a diario a conocer el proyecto y ver en qué fase se encuentra a pesar de que ni siquiera tenemos agua corriente o electricidad. Incluso ahora en invierno no paramos de acoger gente bonita.

En el Centro Dharana hemos podido compartir un trozo de toda la filosofía que queremos ofrecer. Sin duda, han sido muchos momentos emotivos y han sido muchas tardes especiales, sobre todo la de los martes, donde un continuado grupo de unas quince o veinte personas se reunían siempre para disfrutar de una hermosa meditación.

Ahora toca tiempo de dar las gracias a todos los que habéis participado en este reto y de invitaros a unir fuerzas para seguir adelante. Nada de lo que allí se ha hecho ha sido inútil o estéril. A todos de alguna forma nos ha ayudado a practicar un relato diferente de nuestras vidas.

Así que gracias, gracias, gracias de corazón a todos por vuestro amor y cariño.

El centro estará abierto en la Calle Minas, 13 hasta finales de noviembre. Habrá ofertas en libros y en todos los productos que allí tenemos. Todo lo que se recaude irá a parar a O Couso, lo cual nos ayudará a seguir habilitando lugares donde la gente que viene pueda estar acogido en invierno y pueda ser recibida con una sopa caliente y un corazón ancho.

Seguimos adelante… Un abrazo sentido…

 

 

Los Portales, treinta años de esfuerzo y compromiso


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Hicimos un hermoso y tranquilo viaje desde Galicia a Madrid y de allí a Córdoba. Pasamos la noche tras un día largo de coche. Tuvimos las llamadas de dos amigos cuyos padres habían fallecido. Así que inevitablemente durante el viaje una reflexión profunda sobre la muerte nos acompañó. La muerte como momento de cambio y transformación, pero también de regeneración de lo viejo por lo nuevo, de oportunidad para que el ciclo de la vida continúe irremediablemente. La muerte como un portal que se abre mientras otro se cierra.

Por la mañana habíamos quedado con un fraile que nos hablaba de impermanencia y advaita. Su rostro era más parecido al de un sufí mozárabe que al de un entregado a la iglesia católica. La “entera” con tomate que tomamos junto a las murallas cordobesas nos supo a poco. Seguimos la marcha atravesando casi toda Sierra Morena hasta que nos adentramos en la Sierra Norte de Sevilla. Allí la Comunidad Los Portales iba a celebrar sus treinta años de existencia y nos habían invitado para poder participar de esa hermosa celebración en un extraordinario paraje natural, una enorme finca rodeada de montañas y valles que daba al sitio una majestuosidad inesperada.

Treinta años dan para mucho. Allí estaban todos condensados. Un trozo de utopía hecho realidad con el esfuerzo de tres generaciones. Treinta años de osadías, de promesas, de ilusiones, de sueños, de muchos sueños. Resulta difícil explicar y condensar tanta historia y tantas historias en un espacio tan breve. Pero ellos lo hicieron de la forma que mejor lo saben hacer: dejándonos soñar.

Cerramos los ojos y cuando los abrimos estábamos rodeados de gente que cantaba y relataba con cierta emoción toda la historia. Asistimos a la sala donde explicaron las anécdotas de la construcción de los edificios, de cómo aquellos belgas iniciaron una aventura asombrosa que cambiaría sus vidas para siempre. Algunos pioneros estaban allí treinta años después, mezclando francés y castellano y sonrisas inextinguibles. Volvimos a cerrar los ojos y nos enseñaron como hacían con la agricultura, como mejoraban la energía, como se danzaba en los sueños para desde una posición junguiana dilucidar un marco terapéutico individual y comunal. Como ellos mismos explican, en la tribu Senoi, el hecho de contar sus sueños al grupo, crea un marco seguro en el que cada uno puede mostrarse en su totalidad, tal como realmente es, sin recibir de los demás más que respeto, empatía y apoyo.

Así lo hicieron en esa entrañable noche. Así nos lo hicieron saber y así lo demostraron. Pudimos disfrutar de unas bellísimas canciones que interpretaron emocionados expresando todas aquellas angustias y alegrías que durante treinta años habían padecido, pero también la hermosa y profunda sensación de que a pesar de todo, había merecido la pena.

Nos dimos cuenta de que la construcción de un nuevo proyecto comunitario, de un portal que intente ampliar la consciencia del conjunto humano, no es una tarea nada fácil. Tomamos consciencia de lo complejo que resulta todo, no tan sólo en los aspectos materiales y económicos, también en los aspectos humanos y relacionales. Siempre faltan manos, siempre faltan estímulos, siempre faltan corazones. Una magna tarea se abre por delante y un gran portal nos espera para continuar, agradecidos por el tesón y el trabajo que se está realizando en Los Portales. Gracias con cariño a todos por vuestro esfuerzo y compromiso. Los Portales continua su labor. Ojalá ayude a muchos a entrever la promesa del nuevo día.

¿Cómo es un día en O Couso?


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Tenemos el privilegio de vivir una vida diferente, totalmente emotiva y cargada de experiencias que nos enriquecen día a día. Es cierto que existe un marco de referencia, unos principios filosóficos que sostienen el proyecto desde los planos intangibles, pero es en la vida diaria donde esos valores se plasman de forma hermosa y espontanea.

Existe una rutina que paradójicamente nunca nos resulta rutina. El secreto es la libertad con la que abrazamos las tareas y labores diarias, y el grado de improvisación, según nuestra consciencia y ánimo, que abarca cada actividad.

Nos despertamos a eso de las siete y cuarto. Solemos aprovechar hasta las ocho para leer las noticias mientras nos desperezamos o hablamos sobre los sueños que hemos tenido en la noche. En ese tiempo solemos ir a las letrinas para hacer nuestro primer servicio matutino. Si hace buen día es un gustazo poder salir y ver amanecer entre los árboles y las montañas. Si llueve, nos ponemos las botas de agua y el chubasquero y hacemos algo de malabares para poder llegar hasta la letrina. Como no tenemos agua corriente ni lavabos, hemos habilitado un espacio reservado y coqueto entre los árboles para pode hacer nuestras necesidades. Un agujero escavado en el suelo y rodeado por tres grandes piedras nos sirven de lavabo. Es un sistema limpio e higiénico que nos hace hacer ejercicio de buena mañana.

A las ocho estamos en la pequeña ermita para meditar durante veinte minutos. Creemos que es un tiempo justo y necesario para tomar consciencia de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de nuestro estado de ánimo, de nuestras emociones y pensamientos y poder así conectar de paso con eso que llamamos nuestro ser. Es un momento de silencio acompañado por la tenue luz de una vela y el acogedor ambiente de la vieja ermita.

Tras la meditación nos vamos a preparar el desayuno al mismo tiempo que abrimos el corral a las gallinas y contamos los huevos que nos han depositado. Unas tostadas, leche de avena, cereales, mermeladas, magdalenas, frutas y galletas completan la bienvenida al sol.

Tras el rico y siempre abundante desayuno hacemos lo que llamamos el círculo de consciencia mientras gallinas, gato y perros juguetean a nuestro alrededor. Se trata de abrir, antes de empezar a trabajar, un ambiente interior, de percepción consciente para ver en qué estado nos encontramos y de paso encauzar nuestro ánimo a aquella actividad que más nos beneficie. Algunos escogemos ir al jardín, ir al pozo a por agua, otros al bosque a recoger leña, otros trabajan en la casa o quien lo desee dedica ese tiempo a sus actividades personales o simplemente a descansar. Como aquí nada es obligatorio, si bien de diez de la mañana a dos de la tarde nos hemos fijado el trabajar para la comunidad, somos conscientes de que nosotros y nuestro bienestar también forman parte del sentido de unidad. De ahí nuestro esfuerzo en que todos y cada uno se sienta en libertad de hacer lo que mejor sienta que deba hacer. Es un sentimiento que nos relaja y al mismo tiempo nos llena de responsabilidad individual y grupal.

Antes de las dos ya hay un grupo que ha preparado la comida. Si somos poquitos, como ahora, donde los comensales oscilan entre tres o quince personas, como este próximo fin de semana, la organización de las comidas fluye de forma hermosa y armónica. Todos los días nos chupamos los dedos con algún manjar vegetariano, pero muy orientado a la cocina mediterránea. Nada de cosas raras y sabores extraños. Todo muy de casa. Lentejas, tortilla de patatas, arroces, pasta, croquetas, sopas. Disfrutamos mucho en la cocina sin dañar a nadie.

Antes de empezar a comer cerramos el círculo de la mañana para ver como ha ido la jornada y comentamos entre risas y bromas las anécdotas. Luego agradecemos los alimentos, para ser generosos con ese reconocimiento que le debemos a la madre Tierra y a todos los que han trabajado para que esa comida llegue hasta la mesa.

Después de comer algunos aprovechan para descansar en las caravanas, darse un baño en nuestra ducha solar, leer, pasear o trabajar en las actividades de cada uno. Las tardes suelen ser todas diferentes ya que cada uno atiende a su trabajo interior o a su jornada laboral fuera de la comunidad o simplemente damos paseos por los impresionantes bosques y prados que nos rodean. A las ocho ya estamos cenando algo ligero y a las once casi todo el mundo está ya durmiendo en su caravana, viendo el espectáculo nocturno desde las ventanas.

A pesar de que es otoño no para de venir gente. Este próximo fin de semana vamos a ser unas quince personas que aprovecharemos para hacer un pequeño ritual en honor a los santos anónimos que siempre se celebra el uno de noviembre. Siempre tenemos las puertas abiertas y cualquiera puede venir a pasar unos días. En diciembre queremos celebrar el año nuevo de forma especial y ya se han apuntado más de treinta personas. Ahora falta ver como hacemos para que todos estén cómodos y contentos. La vida aquí siempre es diferente, pero sobre todo, nos hace feliz y hacemos feliz a muchos peregrinos que encuentran calor y hogar a pesar de las condiciones en las que aún estamos. Sin luz, sin agua, sin baños. No importa. Ir al pozo a por agua o encender una vela también es símbolo de vida.

(Foto: Enseñando las ruinas de la casa que estamos reconstruyendo a unos amigos visitantes).

Empatía y cooperación: hacia la nueva era de Acuario


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En un futuro quizás no muy lejano, el trabajo tal y como lo conocemos hoy día desaparecerá. En 1995, el economista estadounidense Jeremy Rifkin escribió un libro que pronto se convirtió en bestseller titulado así: “El fin del trabajo”. Es inevitable. Los avances tecnológicos aplicados a la robótica y a la comunicación harán que toda la estructura social y económica provoquen que la flexibilidad laboral pase por ajustes en la reducción de la jornada de trabajo, la potenciación de la economía social y cultural y una también inevitable renta básica. La economía productiva verá una pronta revolución gracias a la energía del hidrógeno aplicada para sustituir a los combustibles fósiles. En estos momentos ya estamos viendo como dos revoluciones paralelas se están gestando en el mundo del automóvil: los coches puramente eléctricos y los coches impulsados por células de hidrógeno. De momento los primeros tienen ventaja sobre los segundos y ya muchas importantes marcas de coches empiezan a comercializar alternativas eléctricas. Esto es una buena noticia para el planeta.

Otra revolución futura tendrá inevitablemente que ver con todo lo demás. Al ser menos dependientes de un obsoleto modelo de estado y de un también obsoleto modelo de economía productiva basada en sueldos y salarios, las sociedades avanzadas deberán reordenar sus prioridades y reorganizar su modelo de convivencia. Las relaciones humanas verán una revolución igual de inevitable a nivel psicológico y social.

No es casual que en la última década hayan proliferado por todo el mundo modelos alternativos de convivencia como las comunidades intencionales, las ecoaldeas o las coviviendas, donde la empatía y la cooperación reemplazan poco a poco a los exiguos modelos de depredación basados en la competitividad y el egoísmo. De alguna manera estamos pasando de un modelo puramente materialista a un modelo donde el bienestar del individuo y no la posesión de cosas está tomando un importante papel.

Esto implica una verdadera revolución a todos los niveles. Compartir un espacio, un ideal, una intención común, incluso a veces un trabajo y una economía compartida es algo que cada día será más común. El fracaso de la familia tradicional dará paso a un nuevo modelo de familia comunal donde un pequeño número de personas sin parentesco sanguíneo ni nacional se junten para compartir un nuevo modelo de vida.

El trabajo más duro lo harán las máquinas y el bienestar humano en su máxima expresión será el resultado de esta revolución tecnológica. Siendo optimistas, el mundo será más saludable y los seres humanos habrán comprendido que la falta de estrés, nacido este de la competitividad constante, produce bienestar en la salud individual y en el planeta. La empatía y el apoyo mutuo serán la base de este nuevo modelo. Ahora sólo toca experimentarlo y vivirlo con tranquilidad, a sabiendas de que los tiempos futuros no serán como hasta ahora y que una nueva visión del mundo está llegando. Quizás los hippies de los años sesenta tenían razón: la nueva era de acuario está naciendo.

¿Somos hippies?


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Cuando íbamos a Londres y comprábamos castañas en ese mercado que hay cerca del Trafalgar Square y el Piccadilly Circus lo hacíamos siempre abrazando las cosas hermosas de la civilización. Pasear en otoño por las calles de esa hermosa y cosmopolita ciudad es algo que siempre ha gustado a aquellos que algún día imaginaban una vida próspera en una ciudad universal. ¿Quién no ha querido alguna vez vivir en Londres y montar allí la sede de una importante empresa?

Ahora las castañas las recogemos del suelo aquí en O Couso. Los aldeanos nos dicen que si esperamos unos días a que se sequen al sol la piel es más fácil de sacar. Así que mientras paseamos nos agachamos para “apañar” alguna castaña y disfrutar de su sabor único en las meriendas.

En la zona nos llaman los hippies de O Couso, y aquellos que han profundizado más en nuestra idiosincrasia nos llaman “los de la comuna”. Es cierto que somos algo ecologistas y que nos gustan los animales. Pero aquí no escuchamos rock psicodélico, ni groove ni folk contestatario. Tampoco abrazamos ningún tipo de revolución sexual ni tenemos ningún tipo de creencia sobre el amor libre. Es posible que alguna vez hayamos participado en política por puro interés en mejorar nuestra sociedad, pero actualmente no andamos en activismos radicales. Ni siquiera en el uso de marihuana y alucinógenos como el LSD y otras drogas con la intención de alcanzar estados alterados de conciencia. Nos basta la naturaleza para elevar nuestra consciencia sin necesidad de drogas. Es cierto que meditamos veinte minutos por la mañana pero lo hacemos porque no hace ningún mal. Aunque por las circunstancias en las que nos encontramos practicamos cierta simplicidad voluntaria, no estamos totalmente en contra del consumismo. Es decir, nos gusta consumir cosas sanas y que nos alegren la vida y que nos aporten experiencias positivas.

Algunos somos empresarios, otros practicamos profesiones liberales como la abogacía, la psicología o la antropología. A nosotros se acerca gente con muchos recursos y otros que no poseen nada. Algunos funcionarios o políticos o empresarios o estudiantes o personas que practican el mecenazgo. También camareros, actores, campesinos, tenderos, médicos, abogados, profesores, ingenieros, economistas. La puerta siempre está abierta para recibir a toda persona de buena voluntad.

Ni nos escondemos ni rechazamos al extraño. Tampoco juzgamos o creamos juicios de valor. Ni siquiera estamos en contra del sistema, aunque nos esforcemos por mejorarlo. Ni tampoco huimos de un tipo de vida, sino que ofrecemos una alternativa diferente, ni mejor ni peor, diferente a secas, sin mayor o menor calificativo.

Queremos decir con esto que realmente no somos hippies ni estamos montando una comuna aunque en el imaginario colectivo de la zona ya nos llamen de todo. Tampoco somos una secta porque para serlo tendríamos que tener un líder, o un dios o un dogma y no tenemos nada de esas tres cosas. Nos sigue gustando viajar a Londres y a cualquier ciudad del mundo y nos sigue gustando disfrutar de las cosas buenas de la vida. No renunciamos a nuestros coches aunque estos sean híbridos por eso de respetar al medio ambiente ni tampoco renunciamos a nuestros trabajos o empresas para vivir una vida “alternativa”. Estamos en el mundo y soñamos con un mundo mejor. Eso es todo. De ahí nuestro empeño en compartir aquello que vayamos aprendiendo para mejorarlo y de paso seguir comiendo castañas cogidas del suelo o disfrutarlas en aquellas calles londinenses que nos aguardan y enamoran. Todo está bien si sabemos respetar al otro y sabemos disfrutar de las bonanzas que nos da la vida.

(Foto: Comiendo croquetas vegetarianas en O Couso).

¿A qué he venido a esta tierra?


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“He venido a esta tierra para introducir un sistema social enteramente nuevo; para cambiar la sociedad, que ahora es un sistema ignorante y egoísta, convirtiéndola en un orden social iluminado que unirá gradualmente todos los intereses en uno, eliminando las causas de enfrentamiento entre los individuos”. Robert Owen

 

Owen fue empresario y el padre del cooperativismo, pero también fue un utópico que deseó conjugar el sueño de una nueva tierra mediante la regeneración del mundo, moral y materialmente. Lo intentó con su comunidad New Harmony y fracasó como tantos. Sin embargo, en su obra hay algo interesante: lo intentó.

Mientras acarreamos la carretilla llena de tierra de un lado para otro y lo conjugamos con nuestros propios trabajos a veces bajo la lluvia y otras bajo el viento y el frío, seguimos pensando concienzudamente que merece la pena, que todo este esfuerzo no es para vivir una vida plena, marginada y aislada, sino para, de alguna forma, poder contagiar a otros de una forma diferente de hacer las cosas.

No buscamos inmovilismo, ni pasividad, ni siquiera una marginación retraída en tiempos remotos. El sentido de crear una comunidad, una alternativa al modelo egoísta imperante, es simplemente por una necesidad de compartir un marco razonable, mejorable y amoroso dentro de un mundo tan convulso. No hacerlo desde la teoría, que está muy bien y resulta imprescindible, sino dando un paso más hacia delante, arriesgando un poco más y comprometiéndonos hasta donde nos parezca razonable y lógico con la idea.

Creemos que es lo más sensato y lo más coherente. Muchos despertamos dentro de nosotros esa necesidad de cambio en nuestras vidas y en nuestras sociedades pero dotamos de flaqueza las fuerzas que nos han de impulsar al cambio real, material y moralmente dentro de nuestras vidas, de nuestras actitudes. Por eso no nos da miedo la dificultad. Ni siquiera la idea de fracaso tal y como ocurrió con la New Harmony de Orwen y de tantos y tantos experimentos. El único fracaso es el dejar de intentar, y el único instante de frustración viene cuando no actuamos acordes a nuestra palabra, idea o sentir.

Si pasamos toda la vida criticando un modelo de sociedad, un modelo opulento, masificado, egoísta y dócil ante el despilfarro y lo abundante, debemos actuar con cierta coherencia. De alguna parte tienen que salir las fuerzas para dejar la comodidad, el aparente bienestar y la seguridad de una vida fácil para poder enfrentarnos a la construcción de algo diferente.

No se trata de insensatez. Cada vez que miramos a nuestro alrededor creemos firmemente que al menos, el haberlo intentado formará parte de ese sueño que todos albergamos dentro de nosotros. Y no creemos que sea un sueño ingenuo. Creemos que la humanidad, de forma solidaria con el resto de ecosistemas, algún día deberá inclinarse ante un nuevo orden moral y social. Algún día dejaremos de enfrentarnos los unos a los otros, dejaremos de competir y de presumir, dejaremos de pisotear al otro como si fuera un auténtico enemigo. Algún día alguien enfrentará la suficiente valentía para emprender el camino de lo generoso. Y ese día muchos lo seguirán.

Cuando miro a mi alrededor y veo campos y bosques y animalitos y praderas pienso: ¿a qué he venido a esta tierra? La respuesta es muy parecida a la de Orwen. Deseo introducir un sistema social enteramente nuevo. A lo que añadiría: deseo al menos intentarlo.

Ciudad jardín: hacia un mundo más habitable


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El anhelo de todo soñador siempre ha sido el de crear un entorno donde pudieran convivir de forma armónica e inspirada la naturaleza en su más grandioso esplendor y la vida del ser humano.

Algunas veces estos sueños se hacen realidad, como ocurrió en 1963 en Nærum (Dinamarca), en Brøndby, a quince kilómetros de Copenhague. Inspirados por las ilustraciones del arquitecto Carl Theodor Sørensen que trataba sobre un proyecto moderno de jardín llamado “Runde haver” y con el apoyo del arquitecto Erik Mygind, se decidió elaborar planos para una comunidad compuesta de huertas urbanas familiares. Los planos agrupaban doce unidades circulares, subdivididas en casas que no sobrepasan los cincuenta metros cuadrados.

Cuando diseñábamos la comunidad de O Couso, primero en el plano de los sueños, luego traspasando el plano mental hasta que las sincronías unieron nuestras diferentes sensaciones, nos dimos cuenta de que en muchas partes del mundo se estaban tejiendo ideas similares. Cuando leí la noticia de la ciudad jardín danesa, un lugar cuya estructura intentaba emular la de las villas que usan el centro como espacio para la socialización, no podía creer que ese experimento ya existía. El diseño, que constituye un ejemplo de arquitectura sustentable, es exactamente igual al que habíamos soñado por vías diferentes.

Estos días de interminables paseos miramos por todos lados entre la pradera y el bosque de qué forma podríamos situar las casas sin que representara un impacto visual extremo su construcción. ¿De qué forma se pueden crear casas ecológicas integradas en un bosque o una pradera verde? Sabemos que queremos emular las casas redondas como símbolo de unidad y comunidad, y también sabemos que queremos construirlas con los propios materiales que da la tierra: piedra, madera de castaño y pizarra. Pero queremos hacerlo de forma que el impacto visual sea el mínimo.

Ahora estamos viviendo en una acogedora caravana, pero es algo tan circunstancial como esos sueños que deambulan desde hace años en nuestra mente y corazones. Es un paso, un peaje arriesgado, pero que nos libera de muchas pesadas cargas que podrían impedir construir el sueño. Muchos pensaréis que es pura valentía o espíritu libre. Es cierto que tiene algo de eso, pero también es cierto que tiene mucha racionalidad encubierta. No hacemos las cosas por azar. Trazamos un camino en los planos sutiles y luego vamos dando pasos para conseguir las metas. Ahora estamos felices en la caravana, trabajando gracias a una pequeña placa solar que alimenta nuestros ordenadores y cocinando cosas riquísimas a camino entre la ruina de piedra y la caravana. Los paseos de la tarde junto al bosque y la pradera son inspiradores. Vemos a los animalillos del bosque, a las castañas que ya están cayendo desde los altas ramas, el agua que empieza a brotar por todas partes. El paraíso hecho realidad, y con el propósito interior de ser compartido con todos. De ahí nuestro empeño, nuestra arriesgada valentía. Sólo con esa necesidad circular, solar, de compartir. Crear una pequeña comunidad sostenible, habitable, para que muchos puedan comprobar que la vida sencilla ofrece una felicidad que las cosas, las diez mil cosas de las que nos rodeamos, no es capaz de ofrecer. Lo estamos experimentando ahora, en este instante, rodeados de bosques en esta pequeña caravana de no más de diez metros cuadrados. Aquí hay de todo, no nos falta nada. Y ahí fuera, un inmenso océano de sensaciones que esperan ser compartidas.

Seguimos trabajando en la propuesta de comunidad mientras construimos la casa de acogida. Es un reto imparable y estamos felices de todos los ánimos y apoyos que recibimos. Ya hay una comunidad que se está construyendo más allá de esas bonitas casas que esperan a sus habitantes. Sentimos que la comunidad ya se está tejiendo en gestos y experiencias inolvidables. Gracias por ser parte de este sueño vivido.

(Foto: Ciudad Jardín “Runde haver”, en Dinamarca).

Otro mundo es posible… y lo estamos construyendo


https://www.youtube.com/watch?v=kQHWp-cn3VA

 

Hemos preparado este pequeño video recordatorio de todo lo que hemos estado haciendo en O Couso. Es sólo una muestra que pudimos recoger en la tercera semana de experiencia y que vale como resumen de todas las almas bellas que nos acompañan todos los días. Gracias de corazón por todo lo que nos dais y gracias de corazón por hacer de este mundo bueno, un mundo mejor.

Newsletter ocousera, «Preparando el invierno»


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Estimados todos,

Estos meses de verano han sido muy especiales. Más de cien personas han podido convivir en O Couso en unas semanas inolvidables, cargadas de emociones, de risas, de alegría, de algún llanto a la despedida, de experiencias únicas e irrepetibles. Estamos muy agradecidos por todo el amor y el cariño recibido, por todos los granitos de arena que han hecho posible tantos y tantos avances no tan sólo en el plano material, también en el plano de la amistad y la convivencia. Hemos demostrado que la fuerza del grupo puede hacer muchas cosas y que cuando estamos unidos siempre sacamos lo mejor de nosotros mismos. Somos seres maravillosos cuando entendemos que uno de los principios de la naturaleza es el de compartir. La generosidad de todos en estos meses han sido prueba suficiente de que así es y de que esa debe ser la guía para nuestro futuro como humanidad.

Ahora llega el otoño y estamos afanándonos para preparar el invierno. Queremos compartir con todos vosotros las noticias que van ocurriendo en O Couso para que sepáis qué hacemos y cuales son los siguientes pasos en esta aventura compartida.

  1. Muchos de vosotros nos habéis pedido el poder celebrar las fiestas de solsticio, Navidad y año nuevo en O Couso. Para nosotros esto representa un reto importante ya que disponemos de tan solo unos meses para intentar habilitar la casa y poder albergar a cuantos más mejor. Por favor, si estáis interesados en venir a pasar esas fechas de forma especial escríbenos a info@dharana.org indicando cuantos queréis venir y en qué días.
  2. Para que el primer punto sea posible vamos a lanzar una campaña de crowdfunding gracias a la ayuda incondicional de Rafa y la familia Meys. Tenemos que hacer una inversión de unos veinte mil euros para habilitar las cosas más básicas de la casa y poder aislarla del frío de invierno. Es un reto importante en el que todos estamos ya trabajando y esperamos que todo culmine de forma favorable. Si no lo conseguimos no pasa nada, nos achucharemos todos para entrar en calor y bailaremos mucho para que el ánimo no decaiga…
  3. Hemos abierto una cuenta en Triodos Bank, la banca ética, por si queréis ayudarnos en este nuevo reto. Cualquier euro que recibamos será bienvenido y ayudará a la rehabilitación de la que será también vuestra casa. No importa si podéis ayudarnos con uno o diez euros. Cualquier gesto será siempre bienvenido. Los números de cuenta son:

                 Triodos Bank: ES54 1491 0001 2121 2237 2325

                 La Caixa: ES78 2100 1651 0802 0024 0825

  1. ¿Has estado en O Couso? Hemos habilitado en la web un apartado para que podáis compartir vuestras experiencias. Lo hemos llamado Libro de Visitas. Por favor, no dudéis en escribir vuestras impresiones para ayudarnos a que el calor y el cariño de vuestras palabras y experiencias puedan ser compartidas. Avivemos la llama constantemente.

http://proyectocouso.org/libro-de-visitas/

  1. ¿Estás en Madrid? Allí tenemos el bonito centro Dharana donde todos los martes nos reunimos para meditar un rato y compartir los avances en O Couso o simplemente pasar un buen rato compartiendo galletas. Si tienes que hacer algún regalo no dudes en adquirir allí algún libro. Cualquier euro que recibimos en Madrid lo destinamos a promover la reconstrucción. También necesitamos voluntarios para crear círculos de trabajo y búsqueda de recursos. Si tienes algún ratito no dudes en venir a echarnos una mano.
  2. ¿Qué más cosas se necesitan? Sobre todo vuestro ánimo. Todo lo que hemos recibido este verano, alegría, serenidad, comprensión, respeto, valores, convivencia, amistad… es algo que no tiene precio. Todas las semillas que se han sembrado ya forman parte de ese jardín hermoso que entre todos estamos construyendo. Tus ideas siempre serán bien recibidas y nos ayudarán en la construcción arquetípica.
  3. ¿Quieres venir de voluntario este invierno? Hasta el próximo verano no volveremos a implantar de nuevo las semanas de experiencia, pero si quieres acompañarnos algunos días como voluntario ayudando en las tareas de la casa por favor escríbenos y dinos qué días podrás venir. Recuerda que no tenemos agua ni luz y que las condiciones en invierno son aún más complejas y difíciles.
  4. ¿Quieres venir en las semanas de experiencia del verano? Si ya tienes clara alguna fecha o la intención de venir este próximo verano, por favor, escríbenos para poder organizar mejor la acogida. El próximo verano serán muchos los que vendréis y tenemos que estar preparados. ¡¡¡Por lo menos para que no falten galletas para los desayunos!!!
  5. ¿Quieres vivir en comunidad? Muchas personas se interesan por la idea de ir creando la comunidad y la posibilidad de una convivencia más larga. Si estás interesado puedes ampliar la información en este link: http://proyectocouso.org/comunidad/
  6. ¿Estás pasando por un apuro? ¿Necesitas algo? Por favor, no dudes en pedir aquello que necesites. Entre todos buscaremos alguna solución. Por supuesto, siempre serás bienvenido y recuerda que nuestro mayor lema es “deja lo que puedas y coge lo que necesites”. Siempre que necesites algo no dudes en pedirlo y haremos todo lo que podamos entre todos para apoyar tus necesidades.
  7. Tras crear los primeros círculos de consciencia y empezar con los primeros círculos de sabiduría, estamos pensando en la creación de los círculos de apoyo y cooperación. Por favor, si estás interesado en este punto escríbenos. Hay mucha gente que lo está pasando mal en todos los niveles y quizás podamos ayudarla de alguna forma.
  8. Estamos preparando una humilde revista de difusión del proyecto donde compartir experiencias, ideas, entrevistas, artículos. Si quieres escribir algo sobre O Couso o sobre los valores que nos mueven por favor no dudes en enviarlo… Hay tanto por hacer…

Gracias de corazón por estar presente en este reto y gracias de corazón por seguir apoyando este proyecto compartido. Estamos felices y contentos. Estamos deseosos de poder seguir abrazando y compartiendo…

Voces del Desierto


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«Si has construido castillos en el aire, no es necesario que tu trabajo se pierda; es ahí donde deberían estar. Ahora, pon los cimientos debajo de ellos.» H.D. Thoreau

Clamar desde el desierto tiene su propio sentido. Muchos pesimistas piensan que el mundo se derrumba, que el viejo modelo está caduco y muere inevitablemente. Otros no pierden el tiempo en ese taciturno discurso. Simplemente se remangan las manos y se ponen a trabajar en el nuevo paradigma, en una nueva realidad, en una nueva esperanza.

Se les ha llamado de todo. Lo cierto es que hasta hace poco sólo se les tildaba como a ese grupo de hippies que se reunían para quien sabe qué. Pero ahora es diferente. La generación hippie ha dado paso a una generación diferente, cargada de emprendedores, incluso de empresarios que han decidido apostar por un nuevo modelo de vida y convivencia. Una sociedad avanzada y madura produce una masa crítica más anticipada, más preparada e informada para afrontar los nuevos retos. Ya no es escapismo lo que se busca, ahora tocan soluciones reales, experimentos reales, proyectos que pasan de la utopía a un efectivo campo de aprendizaje y acción.

Estos días hemos estado en el desierto de Almería, en el Cortijo los Baños de Lucainena de las Torres, en el encuentro nacional de la RIE, la Red Ibérica de Ecoaldeas que a su vez pertenece a la GEN, la Global Ecovillage Network. Ha sido emocionante compartir con tanta gente ese “otro mundo es posible”, pero desde la acción. Ya no es sólo posible de palabra, de sueños. Hay mucha gente que desde la ciudad o desde el campo están construyendo formas alternativas de vida, más acorde con los nuevos tiempos, donde ese sentido ecológico y primordial de cuidar a la tierra y de paso a nosotros mismos que cada día más va tomando forma.

Ya no se trata de la infantil queja. No es salir a la calle para darte cuenta de que ni un ápice de reivindicación ha surtido efecto. Ahora se trata de meter las manos en el barro y construir casas con un sentido diferente, alimentadas con energía limpia y cuidada por habitantes que pretenden crear una red de respeto y apoyo mutuo. Ya no se trata de correr bajo la pesada carga del miedo. Se trata de arriesgar un trozo de vida valiente y arrojarla al impacto positivo de crear algo hermoso y cargado de emoción.

Estos días de compartir nos hemos sentidos afortunados por clamar desde el desierto de Almería que otro mundo es posible y se está construyendo, ahora, en este instante. Además, por una masa de jóvenes que bucean cada día más ante la responsabilidad de contribuir activa y positivamente en la construcción de un mundo más habitable. Quizás esa sea la madurez de esta comprometida juventud: dar a conocer como hemos de perseguir el sueño humano de un mundo cargado de valores y compartir y de cómo obrar para hacerlo realidad.

Gracias de corazón a todos por el esfuerzo de intentarlo, y sobre todo, por el esfuerzo de vuestro sincero testimonio.

Tercera semana de experiencia en O Couso


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Cada día resulta más difícil describir con palabras el raudal de emociones y encuentros que vivimos en O Couso. Queremos empezar dando gracias a una de las semanas más emotivas, quizás porque el número de personas que nos ha visitado ha superado nuestras expectativas y quizás porque nunca llegamos a imaginar que algo tan sencillo como es el compartir unos días en el campo pudiera llegar a convertirse en algo tan profundo.

Así que antes de continuar con el relato, gracias de corazón a Raúl, Joanna, Laura, Javier, Nadia, Sergio, Alex, Cristina, Raúl, Merce, Xosé, Teresa, Carlos, Sandra, Paco, Filo, Roberto, Susana, Patricia, Luis, Bea, Carolina, Carmen, Iván, Marian, Luna, Eva, Mario, Antonio, Rosana y Luije. También a los amigos y familias que vinieron en la semana de “no experiencia”, especialmente a la familia Meys con Rafa, Mey y sus hijos Pablo, Samuel y Eva, a la hermosa familia de Eva y Jorge con sus hijos Guillermo y Guiomar, a la familia de Samuel y Lucía y su hija Francesca que vinieron desde tan lejos, a Anuska, Antonio, Manuel Jesús, Laura, Chema, Teresa, Antonio, Juan, Mamen, Rosana, Mario, José Luis, Paco, Sagrario, Víctor, Koldo, Selene, Roberto, María, Lourdes, Antonio…

Han sido más de cien personas las que nos han visitado en estas semanas de experiencia y en todos los días de este intenso verano. En la tercera semana de experiencia se han consumado varios hitos que nos han llegado de mucha alegría. El primero de ellos ha sido la finalización de la huerta-mandala. Ha quedado tan bonita que cuando empecemos a sembrar alguna cosa parecerá una gran flor vista desde muchas partes. Estamos muy agradecidos a Iván por recordarnos la necesidad de darle forma al mandala-huerta y a Bea y al equipo de Raúl por darle forma siguiendo las enseñanzas de la permacultura. También pusimos el nuevo suelo de la “ladeira” y el suelo del nuevo cuarto de baño, así como gracias a los donativos de esta semana, pudimos hacer el nuevo pozo para tener agua directa del manantial. También tenemos por fin las ventanas de la ermita y pronto empezaremos con el resto de la casa.

Han sido muchos los trabajos y el esfuerzo de tantos, pero lo más importante ha sido el testimonio de todos los que habéis estado, vuestras ganas de compartir, vuestras ganas de conocer en directo una forma diferente de hacer las cosas, un lugar donde la generosidad, el apoyo, la cooperación, pueden obrar auténticos milagros exteriores e interiores. Vuestro ejemplo de solidaridad y respeto, de entendimiento y alegría han sido toda una llama de luz y esperanza. El ejemplo de personas como Paco que rozando los setenta años nos daba a todos una lección de trabajo, esfuerzo y superación ha sido todo un regalo. “Los hombres de Paco” aprendimos mucho a su lado. También el ver como las familias se han adaptado a todo tipo de incomodidad sin importarles mucho el que no hubiera agua corriente o luz. Especialmente todos los niños los cuales jugaban y disfrutaban del paisaje, del bosque, de todos los animales, de Geo y Gaia, las cobayas, los conejos, las gallinas… Era emocionante cuando llegaba la hora de marcharse y no querían hacerlo. Ha sido especialmente emotivo el ver que nadie quería marcharse, y que incluso algunos que venían para dos días, como Merce, Carmen o Nadia, terminaban quedándose semanas enteras. O aquellos que han repetido una y otra vez, especialmente Rosana y Sergio, que compiten para ver quien tiene el reto de visitas. También repitieron Patricia, Xosé, Luis y Carolina y disfrutaron a lo grande.

Ahora se abre el reto del otoño y el invierno. Queremos preparar la casa para poder resistir las inclemencias del tiempo y provocar que en diciembre haya unos mínimos de acogida. Un grupo de tres personas estaremos allí de forma permanente, así que cualquier visita será siempre bienvenida. También cualquier tipo de apoyo material o financiero, ya que son muchos los frentes que habrá que abordar estas semanas. Estamos muy felices y agradecidos, así que simplemente gracias, gracias, gracias por ser partícipes de esta vuestra casa.

 

Pd. Muchos de vosotros nos habéis dicho que os gustaría celebrar con nosotros las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Estamos haciendo un esfuerzo extra para poder habilitar todo cuanto podamos para esas fechas. Si conseguimos cambiar todo el tejado y habilitar al menos tres habitaciones para poder acogeros será hermoso el poder celebrar esos días con todos vosotros.

 

 

 

Un lugar donde cada uno pueda expresarse


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Tras más de cuatro mil kilómetros por toda España con el pie aún doliente, desde Lugo a Córdoba y Málaga y de ahí a Barcelona y de nuevo Lugo, llegué a O Couso entusiasmado por pasar unos días en la tercera semana de experiencia con más de veinticinco personas. El ver como los círculos se amplían de personas venidas de todas partes nos hace pensar ya en el próximo verano y en todas las necesidades que tendremos que cubrir para que cada día sea más cómoda la acogida.

Realmente se trata de eso, de acoger almas peregrinas con algún anhelo, con alguna esperanza, con alguna duda, con algún compartir. A veces se acercan personas con necesidad de cosas profundas. Buscan en uno y otro alguna teoría cosmogónica que sacie su sed de búsqueda. Hay otros que vienen a ofrecerla y nos preguntan una y otra vez porqué no participamos de esta u otra creencia. Los miramos amables y amorosamente y escuchamos atentos sus teorías sobre los maestros ascendidos, sobre las jerarquías, sobre la luz o sobre cualquier otro tipo de sistema ideológico o de creencias. Nosotros insistimos en buscar la divinidad o cualquier otro aspecto psicológico o espiritual desde la vida ordinaria, desde el compartir y el respeto hacia todas las formas visibles e invisibles.

La explicación viene motivada por la apertura que queremos dar a la acogida. No podemos enseñar desde tal o cual perspectiva porque no todos pensamos igual, ni creemos igual, ni tenemos una relación con lo íntimo y absoluto de la misma forma. Por lo tanto, ¿qué importancia tienen los sistemas de creencias? Para nosotros es más importante una recta conducta acorde con cada creencia, una recta relación humana, una aproximación a las virtudes universales y a los valores que deben gobernarnos, una ética que nazca de un correcto uso de la palabra, el pensamiento, la emoción y la acción. Más allá de todo eso debe existir un silencio acorde con la responsabilidad que otorga el mayor o menor grado de conocimiento, el mayor o menor grado de compromiso con la naturaleza, con el entorno y con los seres sintientes.

Esta mañana nos reprochaban que ese silencio podía ser una actitud cretina. Que debíamos expresar abiertamente el conocimiento, la creencia, la subjetiva verdad. Atendimos el comentario con amor y nos refugiamos de nuevo en el silencio y la sonrisa. Es cierto que aquí escuchamos atentamente todo lo que los demás quieran expresar. Aprovechamos cada instante para aprender de los otros. Pero lo hacemos sin imposiciones, sin dogmas, sin dioses, sin maestros, sin gurús. Nuestra única referencia posible y la única medida a la que nos debemos es el propio ser humano. Ahí valen los abrazos, el respeto, la mirada, el cariño, la comprensión, la sinceridad, el amor, la calidez, la inteligencia, el buen humor.

Hay suficiente trabajo interior y exterior. No necesitamos más. Nos esforzamos en pulir nuestra piedra pacientemente, con el otro, con la naturaleza, amando los animales, las plantas, cada piedra, alzando la mirada hacia el cosmos, hacia el mundo entero. Pero desde el respeto y la libertad más absoluta. Quizás eso sea lo que provoca que todos los que vienen se van cargados de amor y cariño, que todos de alguna forma quieran volver a esta su casa. Un lugar donde cada cual puede expresarse y donde cada cual puede albergar dentro de sí la esperanza en un mundo nuevo.

El proyecto está en marcha. Es imparable. Nuevas almas vendrán y a todos los acogeremos con una sonrisa, un abrazo y una respuesta libre a todas sus necesidades. Que cada uno deje lo que pueda y coja lo que necesite. Sin más.    

Ahora a por luz y agua


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Pensábamos que vendrían pocos, y que de esos pocos, pocos serían los que volverían tras comprobar las condiciones precarias en las que nos encontramos. Pero desde que empezó el verano no ha parado de venir gente bonita a O Couso, y muchos de ellos repiten una y otra vez la experiencia de compartir todos juntos momentos únicos e irrepetibles. Tal es el éxito que ya hay tres voluntarios continuos que están entregando sus días y preparando el circuito de seis meses para poder aspirar a participar en la futura comunidad.

Aún no tenemos carteles, ni anuncios en ninguna parte, pero el boca a boca corre como la pólvora y cuando algo se hace con amor y cariño, esto termina notándose. Vamos consiguiendo muchos retos y vamos viendo como la casa día a día se transforma para pronto acoger al mayor número de personas posibles. Las caravanas ya se nos están quedando pequeñas y estamos empezando a albergar a personas en tiendas de acampada y en la pequeña ermita que hemos convertido en refugio provisional nocturno.

Nuestro afán de compartir experiencias nos hace acelerar los trabajos para que la casa de acogida esté lista lo antes posible. Ya pudimos poner uno de los tejados que estaban más deteriorados y estas semanas estamos ya instalando los suelos de la que será la futura cocina y uno de los lavabos. Hasta ahora hemos podido ir haciendo todo esto gracias a pequeñas contribuciones y al trabajo incesante de muchos amigos que nos ayudan con ilusión y alegría.

Ahora nos vemos obligados a afrontar un nuevo reto, importante y significativo para que todo el mundo que vamos acogiendo tenga algún tipo de comodidad añadida: disponer de luz y de agua corriente.

Para el agua, gracias a las indicaciones de un zahorí y una radiestesista que nos visitaron no hace mucho hemos decido acudir al manantial que existe aproximadamente a unos sesenta metros de profundidad. Al parecer, si conseguimos alcanzarlo tendremos agua en abundancia todo el año.

Para la luz, hemos acordado profundizar en las energías renovables y vamos a dotar a toda la finca de una importante instalación de placas solares y aerogeneradores de viento para poder ser completamente autosuficientes. El hecho de que el coste de engancharnos a la luz eléctrica convencional sea equivalente al coste total de toda la instalación ecológica ha ayudado mucho en esta dirección.

El coste total de ambas instalaciones es de doce mil euros. Nueve mil euros la instalación eléctrica y unos tres mil euros el pozo de agua y la instalación de bomba y tuberías. Para ello vamos a emprender una campaña de captación de fondos con la esperanza de que pronto podamos acometer dichos retos y así podamos acoger con un mínimo de condiciones a todos los que nos estáis visitando con tanta ilusión y entrega.

Tejado: reto conseguido


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Hace unas semanas nos parecía imposible, o como mínimo, muy difícil el poder afrontar el pago de ese trozo de tejado que se estaba cayendo. El constructor nos llamó y nos dijo que podía empezar la obra en dos días, cuando pensábamos empezar el mismo a mediados de agosto y así tener algo de margen para encontrar recursos. Por alguna extraña intuición aceptamos el reto y a los pocos días nos llegó parte del dinero.

Hoy, justamente el último día de trabajo en el tejado y finalización exitosa del mismo, nos llegaba el resto de dinero para poder afrontar su pago total. Era una suma considerable pero la vida obra esos pequeños milagros que ayudan a seguir adelante, fluyendo con determinación y sin miedo hacia lo que inevitablemente tiene que suceder.

Aún quedan muchos retos por delante, pero vamos con fuerza hacia los mismos, sin aminorar la marcha, confiando en las premisas y permisos que nos hemos concedido para seguir por esta hermosa senda. No es fácil, nadie dijo que este reto lo fuera, pero estamos convencidos de que sucede lo que inevitablemente tiene que suceder. Así lo sentimos desde el minuto cero y así creemos y podemos constatar que está sucediendo.

Todo esto nos anima a pensar que tendremos al menos tres habitaciones habitables para este invierno, lo que significa que podrá habitar la casa un grupo de personas suficiente para continuar con la obra y el trabajo. Es maravilloso pensar en esto porque durante unas semanas veíamos difícil afrontar el invierno en estas condiciones. Pero ahora es como si se hubiera abierto una puerta cargada de esperanza y coraje que nos permitirá afrontar este gran reto de lluvia y frío y ver de paso como nos adaptamos a la climatología del lugar.

Queremos dar las gracias especiales a los amigos de la Asociación Tesana y especialmente a Elien y a todos los que han creído en nosotros por haber sido partícipes de este hermoso reto. También a la obrita editada desde Nous y titulada “Reflexiones” por haber dado un pequeño empujón a la obra.

En O Couso estamos felices por haber culminado este trozo de trabajo y ya estamos embarcados en los próximos retos. Gracias de corazón a todos por hacerlo posible.