El niño se me acercó mientras yo paseaba por las calles y los caminos de Mount Abu. Me pidió alguna rupia y le miré cómplice, como si de alguna manera entendiera esa necesidad de subir la mano con valentía para, sin perder en ningún momento el orgullo o la dignidad, esperar algún tipo de respuesta. Lo miré fíjamente, con cierta compasión humana, diría que con cierta empatía porque, a otra escala, el occidental que tenía en frente suya representaba a una sociedad en crisis, no sólo económica, sino de valores. Me agaché y le di la mano. Lo miré con fijeza. Creo que el entendió el gesto. Sonrío como nadie lo había hecho antes. No pudo dejar de hacerlo, ni siquiera cuando hicimos la foto o cuando nos despedimos casi en silencio. Le di las gracias.
Ese niño anónimo del Rajastán indio con el que paseaba tan sólo hace unos días no sabe quién es Alan Greenspan, ni sabe que tras la burbuja tecnológica sufrimos una burbuja inmobiliaria que ha llevado a la quiebra a todos los mercados internaciones. No sabrá de las recetas del premio nobel de economía Paul Krugman, ni siquiera entenderá qué significa eso de tener una hipoteca. En ese momento, no tenía ni una rupia en mi bolsillo. Apenas tuve ninguna más de dos segundos en mi cartera. La última semana estuve en la India practicamente sin dinero. ¿De qué forma tenerlo mientras veía a mi prójimo dormir en la calle, deambular perdido en búsqueda de algo qué comer? ¿Cual es la receta para ese rostro anónimo? Aquí en occidente quizás nos embarguen la casa por falta de pago… Tal vez ese sería el menor de los males… Me pregunto qué pasaría si mañana fuera a la tienda de la Charo y no tuviera galletas, o leche, o frutas o… Me pregunto si fuera yo el que no tuviera algunas monedas sueltas para poder comprarlas… ¿Recetas, señor Krugman? Dice que es la hora de la política fiscal, de que los gobiernos inviertan en puentes y ferrocarriles, en carreteras y autopistas… Esa es su receta… y por eso, y algunas otras barbaridades, le dan el premio Nobel y se queda tan pancho… Hay algo que el señor Krugman no entiende… El Sistema que hemos inventado y que fomentamos hace años que hizo aguas… De no modificarlo desde sus cimientos, habrá una crisis mayor en la que Charo, el niño de la India y el que suscribe temblarán de pánico. Y además, todas esas autopistas y todas esos ferrocarriles sólo servirán para refugiar la miseria en sus cunetas, como ahora ocurre en la India o cualquier otro país en vías de desarrollo…
(Foto: Jorge Tamames, Mount Abu, India, octubre 2008)
