Recibo la iniciativa de una amiga para parar de una vez las corridas de toros. Es una iniciativa que, como pacifista y vegetariano convencido que soy, aplaudo en parte, y digo en parte porque me parece de lo más hipócrita. A veces me irrita cuando se defienden cosas como “salvemos a los toros” o “salvemos a las ballenas” y luego, horas más tarde, se meriendan un trozo de vaca vuelta y vuelta… En oriente, la mayoría son vegetarianos, y los que comen carne suelen ser mirados como bichos raros… Aquí, en occidente, lo normal es que se sacrifiquen millones de animales al año y lo veamos como algo “normal”… sangre… sangre… sangre… Eso sí, que no me toquen los toros o las ballenas o la chinchilla… a esos no… a la vaca sí… y al ternero, y a la oveja, y al conejo, y al gallo o la gallina viendo cocer sus carnes en cualquier asadero mientras nos relamemos a cual animales hambrientos… en fin… vivimos en una sociedad hipócrita… qué le vamos a hacer… Luego se extrañan de las guerras, de la violencia doméstica, del maltrato a las mujeres, de los asesinatos, de las mentiras, de los robos… ¿Qué se puede esperar de una especie que se alimenta de cadáveres? Una vez vi matar a un toro… pensé que no soportaría el verlo… pero quería experimentar en mis carnes la sensación ante la muerte y ver como el griterío clamaba sangre… Sensiblerías aparte, no es de extrañar que algunos dóciles opten por la ensalada, la pasta con champiñones y el arroz vegetal… No seamos buenos a medias… No salvemos al toro y dejemos morir a su vaquita hermosa y lechera como si por el hecho de ser femenina no tuviera igual derecho a la vida…
(Foto: Javier León, viendo matar a un toro en Zarzuela de la Sierra, Cuenca, julio de 2003).

La reflexión sobre los toros y los carnívoros me ha parecido dura. Yo aún no soy vegeteriana, reconozco que mi cuerpo a veces me pide comer carne y confieso que me gusta. Imagino que tendrá que ver con mi escaso desarrollo evolutivo, aunque cada vez exploro otras formas de alimentación porque la carne va dejando de apetecerme y cada vez como menos… En fin, yo sí experimento cómo amigos vegetarianos y veganos me miran por encima del hombro cuando preparo mis lentejitas con choricito y morcilla del pueblo, que me traen mis familiares con todo su amor, tras haber echo «la matanza». De bien pequeñita, cuando veía a mi abuela degollar a las gallinas la llamaba asesina porque había crecido con ellas, pero he disfrutado de buenos potajes hechos con gallina. Siempre he vivido con esta contradicción. Ahora intento comprar carne de cultivo extensivo, de animales que hayan vivido lo mejor posible y hayan sufrido lo mínimo para morir. A veces me siento culpable, pero también me he preguntado si a la tomatera no le dolerá que arranque un tomate y me lo coma vivo. Comer cadáveres agggs viéndolo así…De acuerdo, es así. Veo los documentales de Tierra y compruebo cómo la naturaleza se divide entre vegetarianos y carnívoros ¿podemos juzgar al elefante como más noble que al león?. No creo que sea justo. Nosotros podemos elegir, por eso a nosotros se nos juzga. Pero ¿y si hay algo en nuestro grupo sanguineo que nos marque o nuestro nivel evolutivo? Todos debemos procurar elevar nuestras conciencias pero mientras, debemos respetar dónde se encuentra cada uno porque el proceso de desarrollo está abierto. Espero algún día no tener estas contradicciones entre lo que me gustaría ser y lo que soy. De momento, como carne, pero detesto la violencia que se ejerce contra los toros por diversión. No creo que sea lo mismo. Prohibiría los toros (o ni siquiera, porque no creo en las prohibiciones), pero no me atrevería a prohibir el consumo de carne, porque desconozco los efectos que esto podría tener sobre la salud de algunos individuos. Sí procuraría dar información sobre cómo viven y mueren nuestros compañeros de viaje, los animales, con todo el respeto a que cada cual actue según su conciencia…Afortunadamente, esta se va desarrollando, queramos o no…O almenos eso espero. Mientras, sigo ejercitándola e intentando superar mis contradicciones, sin dejar de ser honesta conmigo misma. En la amazonía ecuatoriana, según tengo entendido (tú lo sabrás mejor que yo), los indios waorani cazan al tiempo que piden permiso y justifican para qué lo hacen a través de sus rituales. Creo que ahí está la clave…
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