Reinventarse a uno mismo


Hemos construido durante años una red de pensamientos, emociones y acciones que nos atrapan en una realidad dibujada según las coordenadas impuestas por los muros de nuestras creencias, nuestras antiguas normas, nuestros moldes y nuestras caducas tradiciones. Nuestra psique está determinada por todo cuanto hemos aprendido. Y resulta imposible cambiar esa estructura porque eso sería cambiarnos a nosotros mismos, perder nuestra identidad original, nuestro apego a esas esencias que nos construyen como humanos. Sin embargo, es necesario despertar en la mente humana una revolución radical. Una destrucción de todo aquello que nos impide ser libres. Todo aquello que nos ata al pasado o al futuro impidiéndonos ser conscientes de todo cuanto somos ahora y de todo cuanto podríamos llegar a ser. ¿Cómo es esto posible? Existe la posibilidad de desapegarnos de todo aquello que sentimos, de todo aquello que pensamos y de todo aquello por lo que actuamos normalmente. Tomar consciencia de que nosotros somos algo mucho mayor que la suma de todas esas partes. No somos lo que sentimos, ni lo que pensamos, ni lo que hacemos, ni lo que creemos, a pesar de que, constantemente, nos identificamos con ello. Pensar que somos eso que decimos es como pensar que la vida que nos ofrece el sol es la esencia del sol. El sol no es la vida pero es capaz de transmitirla. El sol no es la luz, sin embargo es capaz de dotar la oscuridad de luminosidad. Así somos nosotros, con nuestras luces y sombras, pero siempre con la certeza de estar distantes de las mismas. Capaces de soportar la derrota y la victoria, capaces de estar más allá de la soledad o la compañía. Capaces de soñar mundos que jamás existieron. Sin estar imbuidos en sus latitudes. La importancia de nosotros mismos radica en destruir lo que nosotros mismos hemos construido a nuestro alrededor. Porque al hacerlo, nos consideramos dueños de nuestro destino y sabedores de la fuente que nos dota de la fuerza necesaria para seguir un día más. No eres el director de banco, ni el encargado de barrer las calles, ni el viudo que perdió al amor de su vida ni el separado… No eres la patrona del barco ni el que pone las piezas en el almacén… No eres el enfermo o el parado, el estudiante o el mendigo. Todo eso son personajes que pueden ser cambiados, destruidos, modificados. Sólo hay que escarbar bien ahí dentro y buscar qué es lo que realmente somos o queremos ser… Y para eso, como decía, es necesaria una revolución radical…
(Foto: el payaso se reinventa constantemente porque es consciente de que vivimos en un mundo de máscaras… En Linares, enero de 2009).

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