En el protocolo número diez, párrafo cuatro, se habla literalmente de la destrucción de nacionalidades, fronteras y de la diversidad de monedas. Dice así: “Todo marchaba espantosamente mal, todos habéis sufrido más allá de lo que se puede soportar. Nosotros venimos para destruir las causas de vuestros tormentos, borrando las nacionalidades, las fronteras y la diversidad de monedas. Libres estáis de jurarnos o no obediencia pero, ¿podéis negaros en justicia, antes de hacer probado lo que os ofrecemos?” Así reza en los famosos Protocolos de los Sabios de Sion, un escrito que inspiró a los movimientos antisemitas y alimentó el despropósito del contubernio comunista-judeo-masónico. De hecho, de este escrito partió la idea. Y eso es natural en cualquier momento de crisis. Lo mejor es buscar un chivo expiatorio, ya sea este masón, judío, extranjero o cualesquiera otra característica que sirva para librarnos de nuestra propia culpa y errores. Ahora se habla del euro como el mayor de nuestros males. Sin duda, el euro no es un proyecto únicamente económico, también lo es ideológico. La vieja idea de un pacto universal, de un derecho universal y de unas leyes universales tiene mucho que ver con esa idea de la construcción de un edificio fundamental que acabe con las injusticias del mundo y trate a todos por igual. Contra los planos de esa idea están los nacionalismos de todo tipo: las fronteras, las políticas nacionales y por supuesto, la vuelta a la moneda nacional. Cuesta entender la necesidad de esta crisis que nos debe ayudar a tomar consciencia para construir un nuevo mundo basado en unos nuevos valores. Y esos valores no pasan por retroceder en el tiempo al mundo feudal donde cada señor tenía su propio reino gobernando a su antojo en su parcela de propiedad. Ese nuevo mundo pasa inevitablemente por la universalidad de los derechos, de la moneda y la anulación gradual del sentimiento gregario que divide a lo humano en territorios, estados y naciones. Sólo existe una humanidad, y todo cuanto vaya contra eso, es ir contra la propia naturaleza del hombre. Así, se hace necesario pensar no en volver a la moneda nacional, sino en lanzar a corto plazo la moneda universal. Ese es el futuro y así será, tarde o temprano.
(Foto: Museo de Copenhague, la figura de la muerte ante la figura hermosa de la vida, diciembre de 2008).

» Sólo existe una humanidad, y todo cuanto vaya contra eso, es ir contra la propia naturaleza del hombre.» Estoy de acuerdo con esto que dices, es hermoso… y verdadero.»Así, se hace necesario pensar no en volver a la moneda nacional, sino en lanzar a corto plazo la moneda universal. Ese es el futuro y así será, tarde o temprano.» Cierto, y que así sea.Gracias por estas palabras.SaludosMaria
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