Hoy he participado en el blog de M.C. con un artículo sobre Estructura y Sistema. De forma espontánea han salido quejas sobre lo que un político cobra, quejas a las que me sumo desde hace tiempo como crítica feroz a la llamada «clase política». Ahora que ya ha terminado la batalla y cada partido mira el botín optenido, es bueno adoptar una posición crítica sobre algunos aspectos importantes, especialmente en tiempos de crisis. No sé como será el futuro, pero lo imagino con una clase política anciana, con la vida resuelta, sin necesidad de aspirar a ningún tipo de popularidad porque su vida será plena. Una clase política entregada al servicio a la sociedad, y no a su ombligo. No necesitarán sueldos porque ya tendrán suficiente con su pensión, por lo tanto, no habrá necesidad de competir por un puesto de mayor relevancia en función de lo que cobran, sino en función de lo que son capaces de aportar a la sociedad según su propia experiencia o conocimiento. Y mientras que eso llega (en algunos países ya se practica), la sociedad civil se debería revelar contra la nueva clase ociosa llamada política, esos vampiros que chupan hasta donde pueden la savia de nuestros impuestos. ¿Cómo? Se me ocurre, para empezar, una limpieza económica igualitaria para todos, y como vara de medir, el salario mínimo interprofesional. Entonces veríamos muchos cambios positivos y sobre todo, se lucharía por un mundo mejor a expensas de luchar por un puesto político mejor. ¿Y cómo conseguir esto? «Un fantasma recorre Europa…»
(Foto: mitin político a pie de calle. La Montaña, junio de 2009).
