Claro que lo está. Toda la clase política lo está, porque de haber juzgado a Camps tendrían que haber juzgado a media España. Pero Camps está especialmente contento no porque vaya a dejar de recibir regalitos, eso sería imposible para la profesión de político, sino porque ahora, cada vez que lo reciba, ya tendrá cuidado de no enseñarlo a nadie ni de que nadie se entere. ¿Acaso alguien conoce un político que no reciba «regalitos»? Unos mayores que otros, unos simbólicos, otros para vete tú a saber qué… Y no por eso de la economía del don, no, ni mucho menos, sino porque esos regalos esconden un despropósito mayor. La clase política de hoy día es como la clase feudal de hace unos siglos… ¿para cuando una nueva revolución francesa?
Javi, que eres un revolucionario.
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