El Buda nos dejó una enseñanza hermosa resumida en sus Cuatro Nobles Verdades que pretendían profundizar en las causas de la angustia y el sufrimiento del mundo. Sus cuatro principios se resumen de la siguiente forma:
1. La existencia en el mundo es inseparable del sufrimiento y la tristeza.
2. La causa del sufrimiento es el deseo.
3. El cese del sufrimiento se logra anulando todo deseo.
4. El medio para lograr que cese el sufrimiento es hollar el Noble Óctuple Sendero.
Sin duda, esta enseñanza es sencilla pero totalmente práctica. Sufrimos y sabemos que el sufrimiento nace del deseo. ¿Cómo anular ese deseo y de paso el sufrimiento? La fórmula de Buda es bien sencilla: el Noble Óctuple Sendero que consiste en:
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1. Recta creencia.
2. Recta intención.
3. Recta palabra.
4. Correctas acciones.
5. Recto vivir.
6. Recto esfuerzo.
7. Recto pensar.
8. Correcta concentración.
Dicho así, la tarea parece fácil. Sin duda no lo es, porque tal y como se expresan estas enseñanzas, de forma sencilla y práctica, resultan excesivamente complejas para seres que perdieron la esencia de la sencillez. Estamos tan imbuidos en el deseo que el sufrimiento parece causa común en nuestras vidas y nos resulta difícil vivir alejados de esa constante insatisfacción acompañada de su incesante nostalgia. Resulta casi un sobre esfuerzo el poder vivir de forma desapegada, desapasionada y discernida. Olvidamos que tenemos, como seres, un valor alejado de nuestras cosas y pertenencias, y que por lo tanto no tenemos necesidad de desear nada porque somos realmente libres. Y lo más grande de todo es que tenemos capacidad de amar, ese ama a tu prójimo como a ti mismo, y además, ámalo hasta que te duela.
(Foto: Estupas budistas en el Desierto del Gobi, Mongolia, junio de 2007).

Eso de no desear es imposible Javier. ¿Si no deseas algo cómo te superas? ¿con qué arrojo estudias, o trabajas o amas? el deseo es algo innato al ser humano y puedes suavizarlo pero nunca erradicarlo por completo. Creo yo. Saludos. Mujer anónima.
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Ah, y se me olvidaba, lo de amar al prójimo como a uno mismo, yo siempre lo matizo, con un "si se lo merece", vamos, que si el prójimo es un hijo de su madre que lo ame ella, que yo paso. Bastante tenemos con amarnos a nosotros mismos, a Dios (el que crea) y a la buena gente como para andar queriendo a los hp´s que hay por ahí. La misma de antes.
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Ayer viernes precisamente leía yo estos 8 puntos en un libro de Alice Bailey, y me hacía el propósito de seguirlos ahora y siempre.¡Qué feliz coincidencia!
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