La tierra incógnita siempre fue aquella que estando tan lejos de los reinos conocidos, se imaginaba, normalmente de forma muy exagerada, como paraísos perdidos, lugares habitados por legendarios seres y en todo los casos, eran lugares que aguardaban al aventurero con cientos de sorpresas. El caso de la Atlántida descrita por Platón o de otros reinos como el de Shamballa o Agartha plagaban la imaginación de aquellos tiempos. Los griegos y los romanos también tenían sus propias tierras incógnitas, como era el caso de la región de Hiperborea o la isla de Thule. Ambos lugares, según cuentan los relatos de la época, estaban en el norte más distante, más allá de las tierras conocidas de Tacia y Bretaña. Se referían en estos relatos a esa isla donde el sol iluminaba las 24 horas, probablemente algún lugar de la antigua Escandinavia. Siguiendo las pistas de Thule, podemos ver en un mapa antiguo llamado Carta Marina, de Magnus (ver foto adjunta), una isla por debajo de Islandia, a la izquierda (mirando de frente) de las Islas Feroes y por encima de la costa escocesa llamada Tile. Si miramos los mapas actuales en el google earth y lo comparamos con el de Magnus, vemos que esa isla existe, pero está sumergida. Esto me recuerda a la isla de Utopía, de Tomás Moro, que tras una lectura exhaustiva de la misma, podemos llegar a la conclusión, si los eruditos me lo permiten, de que estamos hablando de la antigua isla de Ceilán, conocida ahora como Sri Lanka, ya que las descripciones de Moro coinciden al milímetro con dicha isla. Vemos pues como algunos mitos están basados siempre en realidades sumergidas, o mal interpretadas con el paso del tiempo… Podríamos pensar que quizás esa mitología encierra alguna verdad llena de incógnitas que habría que resolver con prudencia. Por cierto, toda la leyenda y la mitología sobre Thule fue utilizada más tarde por los esoteristas de la Alemania nazi hasta tal punto que la Sociedad de Thule, cuyo emblema era una esvástica, influyó en la creación del partido nacional socialista y en las ideas de la eugenesia o higiene racial que más tarde se crearon en torno a la raza aria, cuya procedencia, decían algunos de la época, era extraterrestre y provenía de la estrella Aldebarán, en Tauro. En fin, todos los mitos se envuelven de creencias epidérmicas que pretenden llamar la atención con el paso del tiempo, exagerando cualquier historia o secuestrando cualquier idea para transformarla luego a nuestro antojo. Sea como sea, me encanta la idea de que en pleno siglo XXI aún tengamos la oportunidad de soñar con esas tierras lejanas, aunque sea desde la imaginación.
(Ilustración: Mapa del sueco Olaus Magnus, Carta Marina, 1539).

Ha de ser maravilloso conocer esas tierras, y sobre todo esos lugares imaginarios.
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