Estaba en la central y circular, además de famosa, parada de metro de la Plaça Catalunya. Me fui dando un paseo largo y cuando llegué, en vez de artistas tocando como antaño, estaba lleno de transeúntes. Me quedé un rato con ellos, sacando fotos y mirando sus rostros perdidos. De repente, la seguridad del metro empezó a echarlos uno a uno. Había una mujer tumbada, no hacía ningún mal excepto mirar con su tristeza todo cuanto ocurría en la circular parada. Cuando el perro de los vigilantes de seguridad empezó a ladrarle, la mujer se sintió totalmente indignada. Se levantó y delante de todos se bajó el pantalón y las bragas, enseñando toda su boca anal, sus partes sexuales, su entrada negra. Estuvo un buen rato y saqué foto testimonial, porque en ese momento me solidaricé con su ano, con su protesta, con su forma de decir al mundo que todo cuanto tiene, todo cuanto posee, son esos momentos ingratos, tumbada en cualquier estación de metro, observando el discurrir de la vida. Así que pública y solidariamente, por un día y todos cuantos hagan falta, yo seré tu ano, y me bajaré los pantalones y los carzoncillos contigo y ante el mundo para gritar, anónima amiga, que estamos hartos de tanta hipocresía…
