Me siento en el salón con el ordenador mientras que los pollos, gallinas y patos se postran en frente mía y vigilan todo lo que hago. Mis cuatro hermosos conejos, que solían hacer lo mismo, murieron hace un mes de una enfermedad mortal para ellos. Es una imagen curiosa y hasta graciosa. Me pregunto qué pasará por sus cabezas… Sin duda, algún tipo de vínculo nos une, de ahí que sus ojos queden clavados en mi mirada y todos nos hagamos compañía en este viaje… También es curioso el juego de roles entre los más adultos. El gallo sin duda es el jefe y allí donde va él van la gallina y el pato. La gallina, por su naturaleza, es la que más contacto tiene conmigo y la que no teme el acercamiento. Y el pato es el jefe moral. Cuando el gallo se porta mal, el pato lo recrimina, y siempre, cosa curiosa, tiene gestos de amor hacia ambos. Los pollos, como son pequeños, van por libre, pero ya se empiezan a distinguir sus propias personalidades…
