La muerte espera


Desde que PL me habló de la enfermedad de su amigo no hago más que darle vueltas al tema de la muerte. O más que al tema de la muerte, al como nos enfrentamos a ella. Siempre vivimos en la paradoja de sentirnos inmortales. Nunca valoramos la vida hasta que no está amenazada por una enfermedad o un accidente. Sólo cuando la muerte mece nuestra cuna de cerca nos cuestionamos todo y entramos a una extrema habitación llena de temores, melancolías, tristeza, apatía y desdén. Los que se aferran a las creencias del otro mundo tienen resuelta en parte la papeleta. Baste con la fe y la esperanza para despreocuparnos de cuanto y como vamos a vivir. El resto, vive en una angustia encubierta, disimulada por el día a día y la rutina. Solo cuando nos quedamos solos y desconectamos del mundo somos capaces de enfrentarnos a la crudeza de la vida. En el caso del amigo de PL no le queda más remedio que enfrentarse de golpe a la realidad. Y aquí la actitud ante la vida juega un papel importante. Hace unos meses operaron a una buena amiga de cáncer. En todo momento tuvo una actitud positiva y eso le ayudó a enfrentarse a un destino que podía modificarse a cada instante. Me parecía increíble su alegría a pesar del sufrimiento interno. Si somos sinceros, todos, tarde o temprano deberemos enfrentarnos a la realidad angustiosa y quizás sea prudente ir cargado de creencias y adormileras o de una sensata reflexión sobre lo finito de nuestra existencia. No nos queda más remedio que ser vitalistas y vencer a la muerte con dosis extremas de optimismo. Tanto monta lo que hagamos, al final la muerte vestida de negra y seguramente con una gran guadaña bien afilada nos alcanzará. Estúpida muerte. La espero sentado, pero con alegre prudencia, con la esperanza de que por lo menos, detrás de ese tétrico disfraz aparezca una mujer hermosa…

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