Zarzuela de la Sierra, a 15 de enero de 2007.
Estimado Ignacio,
Estaba releyendo tu carta transufológica al tal Moisés Garrido y no he podido más que pensar un instante profundo sobre la Elusividad Cósmica. Esa palabra es clave para entender un fenómeno que pocos perciben desde los misterios angostos del alma: ¿de donde surge tanta criatura humana en los últimos cincuenta años? Si hacemos cuentas de la vieja, los cálculos me fallan, porque dime, ¿de qué clase de sala de espera han salido tantas almas de repente y a la vez? Sin duda algo grande ocurre en la Tierra para clamar tanta atención. Algo gordo que llama la atención no sólo a nuestros vecinos galácticos más próximos, sino a todo buen vecino lejano que deambula y subyace por toda la magistral galaxia.
Ahí está la clave amigo: elusividad cósmica. Los marcianitos verdes somos tú y yo, y todos aquellos avatares venidos desde la profundidad del cosmos para encarnarse en esta hermosa Gaia de vida perenne que reclama un cambio asombroso. Dicen los de la Convergencia Armónica que ese cambio, vibracional, se entiende, acaecerá sobre el 2012. En este universo que se perfila como un Proceso, tal y como era descrito de forma asombrosa a los hijos de la Ballena, no puede ser de otra manera. Estamos aquí tan juntos y revueltos porque hemos venido de los confines de la galaxia a probar suerte en esta selectividad cósmica. Ignacio será de Orión y Javier de Sirio, por decir algo, y todos los extraterrestres que estamos invadiendo la Tierra sentimos y percibimos que así es, porque así debe ser. Formamos parte de un Plan increíble, de un Propósito que se escapa a nuestras inquietudes, el Propósito que los Maestros conocen y sirven, como dicen algunos. De ahí nuestra increíble creencia y fijación en lo que reluce más allá de nuestra atmósfera, porque el mundo ufológico exterior no es más que un reflejo de nuestra naturaleza extraterrestre. Somos nosotros, amigos, los que formamos parte de esa cuadrilla cortafuegos que venimos para auxiliar a esta intramunda humanidad. Es la hora, según el Rolex cósmico, de saber quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos.
¿Acaso tú mismo no te has sentido completamente extraterrestre alguna vez? ¿Nos ha mirado con nostalgia ese cielo estrellado sin saber de dónde surgía esa melancolía y aflicción? No somos contactados amigos, somos nosotros los que contactamos con la humanidad para darles y ofrecerles la nueva buena. Formamos parte de la avanzadilla, de esos que aplanan el terreno para que las grandes almas puedan caminar libres por los caminos trazados.
Estimado Ignacio,
Estaba releyendo tu carta transufológica al tal Moisés Garrido y no he podido más que pensar un instante profundo sobre la Elusividad Cósmica. Esa palabra es clave para entender un fenómeno que pocos perciben desde los misterios angostos del alma: ¿de donde surge tanta criatura humana en los últimos cincuenta años? Si hacemos cuentas de la vieja, los cálculos me fallan, porque dime, ¿de qué clase de sala de espera han salido tantas almas de repente y a la vez? Sin duda algo grande ocurre en la Tierra para clamar tanta atención. Algo gordo que llama la atención no sólo a nuestros vecinos galácticos más próximos, sino a todo buen vecino lejano que deambula y subyace por toda la magistral galaxia.
Ahí está la clave amigo: elusividad cósmica. Los marcianitos verdes somos tú y yo, y todos aquellos avatares venidos desde la profundidad del cosmos para encarnarse en esta hermosa Gaia de vida perenne que reclama un cambio asombroso. Dicen los de la Convergencia Armónica que ese cambio, vibracional, se entiende, acaecerá sobre el 2012. En este universo que se perfila como un Proceso, tal y como era descrito de forma asombrosa a los hijos de la Ballena, no puede ser de otra manera. Estamos aquí tan juntos y revueltos porque hemos venido de los confines de la galaxia a probar suerte en esta selectividad cósmica. Ignacio será de Orión y Javier de Sirio, por decir algo, y todos los extraterrestres que estamos invadiendo la Tierra sentimos y percibimos que así es, porque así debe ser. Formamos parte de un Plan increíble, de un Propósito que se escapa a nuestras inquietudes, el Propósito que los Maestros conocen y sirven, como dicen algunos. De ahí nuestra increíble creencia y fijación en lo que reluce más allá de nuestra atmósfera, porque el mundo ufológico exterior no es más que un reflejo de nuestra naturaleza extraterrestre. Somos nosotros, amigos, los que formamos parte de esa cuadrilla cortafuegos que venimos para auxiliar a esta intramunda humanidad. Es la hora, según el Rolex cósmico, de saber quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos.
¿Acaso tú mismo no te has sentido completamente extraterrestre alguna vez? ¿Nos ha mirado con nostalgia ese cielo estrellado sin saber de dónde surgía esa melancolía y aflicción? No somos contactados amigos, somos nosotros los que contactamos con la humanidad para darles y ofrecerles la nueva buena. Formamos parte de la avanzadilla, de esos que aplanan el terreno para que las grandes almas puedan caminar libres por los caminos trazados.
Por lo demás, quedo a tu servicio y disposición. Un abrazo sentido de este menda extraterrestre.
(Foto: Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, autor de «Elusividad Cósmica», Editorial Nous. http://www.ignaciodarnaude.com/ )
