Me encuentro en Dannenberg, un pequeño municipio de no más de ocho mil habitantes en el lejano oriente de la Baja Sajonia. Está a poca distancia del gran río Elbe y de la granja Meier, lugar lleno de recuerdos y experiencias pasadas. A. se mudó a un pequeño apartamento donde compagina su militancia cristiana con sus ganas de ayudar a la comunidad. Su generoso espíritu la mantiene activa y viva, y sus ganas de entrega la hacen grande y respetada. Mientras me debato sobre las teorías de la cultura en la era posmoderna, compruebo desde mi ventana que el coche ha quedado completamente enterrado en la nieve. Mañana temprano tendré que ingeniármelas para poder sacarlo de ahí y poder llegar hasta algún lugar donde la nieve no resulte un peligro. Espero que la vuelta a casa sea más llevadera que la ida. Regreso tranquilo al comprobar que A. está bien, que es feliz y que su vida sigue siendo una inquietante controversia. Espero que su locura la lleve por buen camino…

Espero que tengas un buen viaje de vuelta Javier y que el sol sea tu compañero al volver…
🙂 Un abrazo
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