Exercitiorum Virtutis: la Dietética de la Moral


A veces me preguntan cual es la razón por la que apostamos ciegamente por la editorial Séneca. Un proyecto cultural cuyo único beneficio es la satisfacción de la entrega a una causa mayor justificada únicamente por los réditos interiores. Nos decía Kant en su Metafísica de las Costumbres que las reglas para ejercitar la virtud –exercitiorum virtutis– remiten a las dos disposiciones del ánimo: la del ánimo valeroso y la del alegre –animus strenuus et hilaris-. Cada vez que nos acercamos a una biblioteca, a un salón de plenos, a un ateneo perdido o a cualquier sala que nos permita presentar algún libro, un trozo de cultura, tenemos cierta sensación de éxito, de ánimo valeroso y alegre. La condición de valedor de la cultura, de la hazaña de crear y recrear momentos únicos que servirán para escribir alguna humilde página en la historia de cada pueblo, es algo que nos llena de orgullo y nos aporta una sensación amplia de paz interior. Editar libros está bien. Pero rescatar la cultura, ser resucitadores de historia, de arte y de ciencia es algo muy diferente. Por eso deseamos acto tras acto apostar de nuevo por el camino virtuoso expresado en la victoria sobre los obstáculos que al parecer la cultura deberá soportar en estos tiempos. La ilusión de ver un libro editado, un autor satisfecho y una comunidad alegre no tiene ningún precio.

Así, en la presentación de cada nuevo libro sobre la historia de nuestros pueblos, deseamos mostrar de forma humilde esa divisa estoica que nos permite acostumbrarnos a soportar los males contingentes de la vida y también a abstenernos de los deleites superfluos. Tras meses de trabajo podemos presentar la amabilidad cultural en actos que son capaces de unir. Y es que lo que la política no puede unir, lo hace la cultura. Ahí reside su grandeza.

Por eso, ser hombres y mujeres cultos no es tener cientos de títulos, ni haber leído muchos libros ni saber mucho de casi todo, sino más bien, es estar en paz con el prójimo, sentar las bases de la emancipación individual y poder practicar la virtud de servir desinteresadamente a la comunidad que nos acoge. Porque no hay mayor bien que el estar felices con nosotros mismos, pero sobre todo, el estar felices y en paz con los demás. Y qué mayor virtud que la de poder dar a tu pueblo todo aquello que esté en tus manos para que de forma generosa, los bienes sean compartidos y la felicidad entregada. Es la dietética de la moral: sanos por dentro, por fuera y en todas direcciones.

El virtuoso Epicuro decía que la única señal que observamos como humana y moralmente sana está en el corazón siempre alegre. La alegría es síntoma inequívoco de que hoyamos el camino correcto, el camino que dirige nuestros pasos hacia la potencia de nuestro ser.  La tristeza, la culpa o la melancolía solo puede ser síntoma inequívoco de enfermedad del alma. La consciencia de haber reconquistado la libertad solo puede nacer tras una gimnasia humana, ética, de valores que nos hagan grandes simplemente porque hemos elegido el camino de la generosidad máxima. Sólo desde ella, seremos ampliamente libres. Y sólo desde la valentía y la alegría podremos alcanzarla. De ahí que las palabra del sabio estén siempre de plena actualidad: nunca desfallezcas, nunca te rindas, nunca temas perder nada. Ponte a dieta y empieza a sentirte ufanamente emparentado con la cósmica proporción de la plenitud.

(Foto: Presentación en Hornachuelos del libro «Historia de Hornachuelos en la Baja Edad Media», de José Manuel Escobar. Aprovecho para dar las gracias a todos los que habéis asistido a esta fiesta cultural, una especial mención a los amigos de Mesas que han querido una vez más prestar ánimo y apoyo a esta dicha).

Una respuesta a «»

  1. Me alegro mucho de que fuera bien la presentación…Es algo maravilloso saber la historia de cada pueblo…
    Fíjate, que este pueblo de Esparraguera que me acogió hace 11 años también la tiene y sería una gozada leerla toda recopilada…
    Buen trabajo y enhorabuena a los responsables

    Me gusta

Deja un comentario