Estos dias hemos estado aislados del mundo. Tras un vuelo domestico desde Bombay, en el mar Arabico a Calcuta, en Bengala Occidental, y tras dormir una noche en una especie de zulo sin ventanas y sin casi nada en el barrio donde se hospedan casi todos los voluntarios que vienen a ayudar a Calcuta, especialmente en la Casa de Madre, en la casa donde vivio y trabajo toda su vida Teresa de Calcuta, nos fuimos a actuar a la zona rural durante unos dias.
En el sur se extiende una selva hermosa, silenciosa, sin ruidos, sin rickshaws, sin esa contaminacion que se pega a la piel y te cubre de un hollin negro dificil de despegar. El primer dia, nada mas llegar a ese legado verde y frondoso, quise pasear a solas por sus caminos abrigados por pantanales, arboles exoticos y casas de barro que se extienden por las laderas. A la hora de camino me perdi y no supe regresar, pero no me importo. Me sentia sanamente perdido. Los niños de las aldeas salian a mi encuentro para saludar. Les encantaba que les hiciera fotos para luego verse reflejadas en ellas. Sus risas eran contagiosas y su confianza a la hora de tratar con un desconocido barbudo me parecia increible. Durante un rato me acompañaban contandome historias que yo no entendia. Pregunte si habia tigres en el lugar y todos me tranquilizaban con un «no» universal y sincero. En la selva la pobreza no es miseria, y existe dignidad. Las gentes parecen felices y sonrien en una tranquilidad que rebosa paz. No entiendo porque muchos prefieren desarraigarse de ese pequeño paraiso para intentar la aventura insensata de «mejorar» sus vidas en la gran ciudad.
Volvi al dispensario de Ashabari, un centro apadrinado por la Ong Calcuta Ondoan, lugar donde se atiende las necesidades de indigentes y enfermos mentales y donde actuariamos al dia siguiente ante casi mil quinientas personas en la celebracion del dia de la mujer. Alli nos abrieron las puertas de su casa el matrimonio de Das, un carismatico servidor de los pobres y su mujer Lilly, la cual nos ofrecio en esos dias unas estupendas tortillas de patatas que comimos con agradecimiento y alegria.
Tras estar dos dias en Ashabari partimos con el padre Joseph hasta una mision jesuita a ochenta kilometros al norte de Calcuta. Alli nos esperaban dos actuaciones en escuelas rurales que sobreviven en medio de arrozales y cultivos de patatas. Las misiones religiosas hacen un gran esfuerzo por proteger a los mas desfavorecidos, y asi lo pudimos comprobar en los dos colegios donde actuamos.
Tras este periplo por selva y arrozales, la vuelta a la Calcuta, a la Ciudad de la Alegria sin duda ha sido dura, pero compensada por los abrazos que ayer recibimos de los niños ante los que actuamos. Esperamos que esas sonrisas sirvan de algo. Al menos para creer en la esperanza de un mundo nuevo.

AMIGOS DEL ALMA Y CORAZON,
VOSOTROS MATERIALIZAN MIS SUEÑOS,
Y LOS DE OTROS MAS, QUIENES LOS ACOMPAÑAMOS
EN ESPIRITU…
LO QUE HACEN LLEVANDO LA LUZ DEL AMOR
NO TIENE PRECEDENTE; SOLO LA LABOR DE
LOS ANGELES !…
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¡Qué bueno que hayáis podido gozar de la naturaleza unos días!
Cuando leí «La Ciudad de la Alegría» pensé lo mismo que mencionas tú: Por qué mucha gente prefiere dejar ese pequeño paraíso, con la intención de «mejorar» su vida en la gran ciudad, para verse envueltos allí en esas situaciones de miseria… Lo de la selva es pobreza, pero con dignidad… Lo que contáis de Calcuta es sencillamente un inframundo
Pero por eso mismo los niños de ahí son lo que más necesitan vuestra alegría.
Dedicado a vosotros el pensamiento que incluye hoy Joaquín Tamames en su página, bajo la imagen de “Procopious el bendecido ora por los viajeros desconocidos”, original de Nicholas Roerich (1914)
El hombre en la atalaya reza por los viajeros desconocidos.
El titulo evoca lo que podemos hacer cada uno de nosotros: invocar.
Por la humanidad. Por todos los seres sintientes.Por todos los que sufren.
Somos hermanos, pero no queremos verlo, y seguimos haciéndonos daño.
Invocar, pensar en lo más alto, en vez de dejarnos llevar por la palabrería inútil y vana. Podemos ser como Procopious, seres que bendicen todo a su alrededor y que con su pensamiento y su acción llevan luz y esperanza allá donde vayan. Ese es nuestro trabajo para el día de hoy, y es un privilegio.
Nosotros rezamos por los viajeros conocidos. Un abrazo a todo el equipo
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Sonrisas y aire puro, un buen impulso… me alegro
besosss Cristina, Anita, Javier y Koldo.
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