El reloj suena puntual a las seis y media todas las mañanas. Ella se levanta y desaparece siguiendo los designios de aquel cuyo nombre no se puede nombrar. Mi aguda pereza me permite estar algunos minutos más en la cama regodeándome en los sueños del otro mundo. Antes de las ocho ya estoy en mi puesto de trabajo: dos ordenadores en la esquina derecha del salón, a tres metros de la cocina y cuatro del baño. Contesto correos, reviso la prensa digital y empiezo a maquetar libros entre tripas e ilustraciones llenas de advertencias. Los autores se impacientan y consumo tiempo explicando la lentitud del proceso editorial. También reviso diariamente las cuentas del banco, porque la fórmula matemática dice que la impaciencia de los autores no es igual a la cuenta de resultados, pero sí tiene que ver en proporción de uno a cien con el tiempo en que se tarda en imprimir uno u otro libro. A las nueve ella ha vuelto de su práctica diaria y desayunamos juntos. Sólo tengo que girar la silla y ya estoy de vuelta en el salón, fuera de mi particular oficina. Media hora después vuelvo al trabajo hasta las dos, hora de comer. A las tres me relajo en el sillón del salón, un metro dirección septentrión, sillón que hace las veces de cama por la noche. Miro el correo, contesto algunos mails, ordeno algún libro, leo de nuevo la prensa y vuelta al trabajo. Así hasta las siete, donde intento descansar paseando con la bicicleta por los infinitos caminos que se pierden en prados y bosques. O trabajando en el jardín, o simplemente dando un paseo a pie hasta el río. Una hora de paseo, ducha, vuelta al trabajo hasta que… Hasta que a la noche olvido que estoy en Alemania, a unos tres mil kilómetros de mis libros, de mi pequeño jardín, de mi pequeña Montaña. Se está tan bien en este castillo del olvido que casi no recuerdo nada de aquel lugar, excepto que es grande y está vacío. A veces algo o alguien me recuerdan que aquello está vivo, que existe y que me espera. Que el olvido no es producto del bienestar, sino de la ensoñación que ese bienestar, alejado de problemas e infortunios, produce en la vida diaria. Podría ser que el tedio también fuera placentero y paciente alcanzara las metas de la vida común. Por eso, cuando por la noche vuelvo solo al sillón-cama, ella se marcha a su habitación, cierra las luces y el silencio, que lo invade todo, me advierte de lo indiviso. Pero a veces es un silencio tan pesado que puede con la vigilia hasta despertar el sueño… y el olvido vuelve a su castillo…

Ir para regresar, con las ideas claras, el corazón despejado, el alma sosegada con las energías cargadas.
Feliz estancia!
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No dejes, hermano, de escribir cosas tan bellas… Siendo así, te permitimos demorarte en el castillo del olvido.
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Hola Javier, eso del olvido…., no te olvides de los que estamos aquí por favor, porque lo que es a ti no se te olvida nunca.
Alemania es un país precioso disfruta de su paisaje frondoso, su paisanaje y esos maravillosos ríos que cuando los navegas parece que te llevan a algún lugar mágico.
Hoy quise ponerme en contacto contigo, porque me enviaron un enlace por correo que supuse que te encantaría, así que aquí te lo envío.
Un cariñoso abrazo
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..jajajajjaa!!!!! buenisimo Charo!!!!!
bssss
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EL CASTILLO DEL OLVIDO, QUE BIEN SUENA,PERO NO CREO QUE SEA ESO LO QUE TE HAGA FELIZ, UNO CRECE CUANDO VIVE LA REALIDAD Y EMPRENDE LUCHAS, Y TIENE APLOMO DE VIVIRLAS, Y ACEPTA SU DESTINO, Y AUNQUE NO LE GUSTE TIENE LA VOLUNTAD PARA INTENTAR CAMBIARLO, MARCAR UN NUEVO CAMINO AUNQUE SE LEVANTE EL POLVO, Y TU ERES DE ESOS… EL CASTILLO DEL OLVIDO,NO SE CONSTRUYO PARA TI, A MENOS, QUE SEA TU DESCANSO Y PUNTO DE PARTIDA, ENTONCES PUEDO ENTENDERLO…
BESITOS E.M.A.
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Como sigas así, acabarás haciéndote un hombre de verdad.
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Gracias por vuestras palabras… por suerte, las cosas importantes nunca se olvidan, siempre permanecen dentro, muy dentro, por eso vosotros siempre estáis tan cerca… y este blog es solo una excusa para sentiros, escucharos en silencio y disfrutar de vuestra invisible presencia… Así que gracias a todos por vuestros comentarios, los visibles y los invisibles…
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