Nos preguntamos porqué las generaciones más jóvenes, -al menos la masa pensante de la misma en contraposición a esa otra masa aborregada por las videoconsolas, las videopantallas, las televisiones, etc-, siguen pensando y hablando sobre el franquismo. Es evidente que el franquismo sigue vivo en nuestra psique pues no hacemos más que hablar del mismo, como personas y como pueblo. No hay más que viajar por alguna de las comunidades que se proclama nacionalista para ver como aún allí confunden franquismo con españolismo, o Falange con España. También podemos dar una vuelta por la España no nacionalista, sino más bien patriótica o nacional, para comprobar que la confusión aún existe en algunas capas de nuestra sociedad. Y eso ocurre porque en toda la historia de España nadie, excepto los exiliados o los muertos, denunciaron la ilegalidad de un Estado fascista en nuestro país. Lo peor es la complicidad de los herederos del mismo, y hablo de la monarquía y los grandes partidos que en nombre de la transición, -comprendo que ese tiempo sólo pedía transición pacífica-, prefirieron mirar para adelante olvidando el pasado.
Eso estuvo bien, pero nosotros, los hijos de la transición, los que no vivimos la guerra, exigimos explicaciones sobre lo que está ocurriendo en nuestro país para entender lo que pasa, lo que pasó y lo que pasará si no cambiamos el rumbo errado.
La Segunda República ya fue juzgada por el franquismo y pagó caro sus errores. Ahora, a los hijos de la transición, nos toca juzgar, por derecho histórico, sin armas, sin levantamientos, sin sangre, las atrocidades del franquismo. Es una necesidad arquetípica, no-racional, más bien simbólica y que tiene que ver con el ritual social de enterrar a nuestros muertos, los de un bando y los del otro. Y de comprender, sin revanchismos de ningún tipo, el sufrimiento de una década, de una generación que ya se nos va y que poco o nada podemos hacer por ella excepto despedirla en paz. Por eso, a los infantes de la ceguera, sólo se les puede pedir que despierten a la cosmología de una historia que necesita de ellos para seguir progresando en la felicidad común.

Ese es el problema, nuestra psique. No lograremos avanzar mientras el ser humano otorgue el poder a la maquinaria del cerebro antes que a la del corazón.
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¿Que sentido tiene denunciar un pasado? Hay que mirar hacia adelante, con los ojos limpios y esperanza en el corazón. Remover el pasado, en este caso solo puede generar violencia, rencores y sentimientos negativos.
Si miras atrás, podrás convertirte en estatua de sal, como la mujer de Lot al abandonar Sodoma ante su destrucción.
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