Ayer nadaba en la piscina por la calle cinco. Lo hacía tranquilo, sin prisas, dejándome llevar por la suave corriente de mis brazadas pausadas. Cuando nadaba bocarriba lo hacía silbando la melodía barroca de la Misa Papal de Marcelli, de Giovanni di Palestrina. No veía el final de la calle porque no tenía prisa en llegar. Quería disfrutar de ese momento de calma, de desconexión con el mundo. Pero en las otras calles había ruido. La gente se afanaba por nadar rápido, por llegar con esfuerzo, casi exhaustos, de un lado a otro de la piscina. Veía en sus caras dolor y sufrimiento. No disfrutaban del baño, competían con el baño. Tenían ese gen de la competición en sus venas. Ni siquiera en ese lugar de reposo podían deshacerse de él… Así que retomé el tema de compartir… reflexioné sobre el mismo mientras nadaba lánguido. ¿Por qué hay prisa por llegar a ninguna parte, por ser el primero, por ser el mejor? Al fin y al cabo, ser el mejor en un mundo mediocre es sinónimo a ser el mejor de entre los mediocres. Los sabios no compiten, fluyen con los acontecimientos dejándose llevar por la calma de todo cuanto ocurre. Y mi ego, aferrado a las viejas costumbres, intenta imitar, a veces sin mucho éxito, la paz de los sabios. Por eso ayer quise nadar en la calle cinco, silbando música barroca y mirando a ninguna parte con tal de sentirme a flote. Como dice la canción, no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar…
Estimado amigo Javier: A falta de poder ser un dios de perfección, el Ser humano se inventa día a día a si mismo. Vive esclavizado por sus propias mentiras. ¡Triste realidad!.
Nuestros actos cotidianos, son un fiel notario de la vida real que vivimos. Por ese motivo, llevo diciendo a quien me quiera escuchar esta sencilla frase…somos lo que vivimos.
Te dejo un «a bote pronto» habitual en mi; así como un enlace musical:
Esta noche soñé que soñaba
que la gente se amaba sin Ego;
que lo suyo era un Vosotros sin días
y sin que nadie le pusiera precio.
Esta noche soñé que soñaba
que las cosas no hacían al dueño;
que el valor del Ser humano
no se calculaba en dinero.
Esta noche soñé que soñaba…
Un abrazo en tu Alma.
Rafael
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