Para lo bueno y para lo malo


B. está pasando unos momentos difíciles en su vida. Comprendo, acepto y respeto todo su proceso e intento estar a su lado, ya como amigo, para inspirarle confianza y valor. El viernes por la noche, tras la agitada asamblea política, sentí la necesidad de estar a su lado para darle un sentido abrazo. Creo que los amigos deben estar en lo bueno y en lo malo. Así que a eso de las once de la noche cogí el coche dirección Madrid. Llegué a las cuatro, bien de madrugada y aparqué como pude cerca de su casa para dormir un par de horas. Sólo deseaba verla, abrazarla y seguir mi viaje. Pero la cosa se complicó. A eso de las ocho, salió de su casa dirección al trabajo. Se llevó una sorpresa al verme porque no me esperaba. “Siempre apareciendo y desapareciendo”. Nos dimos un fuerte y sentido abrazo y me pidió que le acompañara a un evento en la sede de la Comisión Europea en Madrid. La acompañé y me coló al evento. Fue muy interesante y a mediodía, tras despedirme de B., salí hacia el coche. Había olvidado completamente que estaba mal aparcado y me temí lo peor. Cuando llegué, la grúa se lo había llevado. En ese momento me llamó K., que cosas de la vida, estaba dos calles más abajo. Me ayudó y acompañó para rescatar el coche mientras me contaba emocionado que Payasos sin Fronteras podrían estar interesados en fichar a Kili-Kili & Kolo-Kolo gracias a unas gestiones previas que generosamente había hecho B. preparando nuestro viaje a Palestina. La noticia pintaba muy bien. Tras estar un rato con K., me fui corriendo de nuevo cerca de Alcalá donde había quedado con L. Aparqué, esta vez algo más precavido, en un parking subterráneo. No recuerdo qué pasó que una vez aparcado el coche debí quedarme frito de sueño en el mismo parking durante al menos dos o tres horas. Así que no pude ver a L. y me fui corriendo dirección Segovia donde esa misma noche había quedado con Y. y su pareja M., una hermosa diplomática que trabaja para el Ministerio de Asuntos Exteriores y que por motivos varios tenía ganas de conocer. Tomamos como excusa para vernos el “Hay Festival” y el evento en el que el famoso arquitecto japonés Shigeru Ban nos habló de la responsabilidad social de la arquitectura. Una charla muy interesante y una cena muy interesante a la que se unió, de forma casual, un catedrático de derecho y su mujer que conocimos allí mismo y con los que pasamos un rato agradable. Como el mundo es un pañuelo, resulta que este catedrático y conferenciante es amigo de M. Qué mundo más pequeño. Así transcurrió la noche. La última vez que vi a Y. fue volando en un autogiro y perdidos en mitad de la nada. El regresa pronto a Brasil, donde tiene sus empresas, y dan ganas de acompañarle. Me despedí de la pareja con un sentido abrazo y me fui pitando ya de madrugada hacia Madrid, donde al día siguiente esperaban más y más acontecimientos…

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