Pienso, luego existo, dijo el pueblo


Ese quizás fue el fundamento que minó las mentes de filósofos y pensadores que en el siglo XVIII empezaron a cuestionar las bases divinas de las monarquías reinantes. El pueblo, ante la indignación y la humillación constante de ese antiguo régimen, debió contaminarse de esos pensamientos ilustrados que pretendían cuestionar todo el orden establecido hasta ese momento. Fue así como el 14 de julio de 1789 un pueblo indignado y humillado tomó por la fuerza la Bastilla, dando comienzo a un tiempo de cambios políticos y económicos de esencial importancia para nuestra historia.

¿Estamos viviendo estos días de nuevo el desplome de un antiguo régimen? Lo cierto es que el pueblo, la gente, el ciudadano, está despertando y pensando, y de paso, está reclamando su derecho a existir. Así lo estamos viviendo estos días en primera persona. Mientras que en Madrid se impedía el desahucio de una familia en el barrio de Tetuán, en Barcelona los diputados tenían que entrar al Parlament en helicópteros o furgones blindados de la policía. Una imagen como mínimo patética. No es el argumento de una película, sino hechos que están ocurriendo en estos momentos y que tienen que ver con datos alarmantes, datos que de seguir así, se convertirán en argumentos para una película de terror o para, quién sabe, una verdadera nueva revolución.

El prólogo de todo ocurrió en 2008, cuando el gobierno socialista creyó que lo oportuno ante una crisis económica era ayudar a la banca. La cifra no estuvo nada mal: más de 40 mil millones de euros más aval de créditos. Sólo un dato demagógico: esta inyección de liquidez supuso unas 31 veces lo que la Administración General del Estado se gastó ese año en vivienda (1.607 millones).

En 2009, cosas de la vida, la banca tuvo unos beneficios, y hablamos de beneficios, de 32 mil millones de euros.  Mientras eso ocurría, Mariano Rajoy decía que estaba bien que el Estado corriera con todos los gastos. Olvidando, claro, que el Estado somos todos, y que el Tesoro está compuesto también por los impuestos que esa familia desahuciada del barrio de Tetuán ha pagado religiosamente hasta que han podido.

Siguiendo con la película, resulta que todos los españoles hemos ayudado con nuestro dinero a los bancos, los cuales, ahora, como moneda de cambio y gesto de generosidad social, expulsan en el primer trimestre de este año a más de 15.450 familias de sus hogares, y digo hogares, ahora desahuciados.  Esto supone más de 200 mil familias desahuciadas desde que empezó la crisis, y digo 200 mil familias, por si alguien piensa que este no es un dato preocupante. Respuesta del gobierno: subimos los impuestos y sangramos aún más al ciudadano medio. Luz, gasolina por las nubes, IVA… insoportable…

Por eso decía, quedándose ya corta la expresión, de que el español medio no se siente indignado, sino humillado. Y ante eso, ¿por qué se extraña el político de turno, entre ellos el señor Artur Mas, de que la gente cerque el Parlament? ¿No pasó algo parecido con la Bastilla? ¿No son ahora los Parlamentos los nuevos símbolos del absolutismo político?

La anécdota más divertida, si me permiten algo de humor en esta macabra historia, ha sido ver a algunos parlamentarios entrar en el Parlament en furgones de la policía… ¿No deberían haber girado directamente no hacia el Parlament sino hacia ese otro lugar donde los desahuciados pasan la noche? ¿O quizás haciendo compañía a otro tipo de malhechores no tan de guante blanco?

Surrealista el panorama… indignación, humillación… cabreo… ¿qué será lo próximo? Lo próximo será ver como los políticos no se enteran de lo que está pasando y tienen afirmaciones como la de Rajoy diciendo eso de que los “demócratas no pueden amparar lo que está pasando”. ¿Qué ha querido decir con eso? ¿Qué está llamando a los indignados, a los humillados, al pueblo, a la gente? Seguramente los asaltantes de la Bastilla estaban cometiendo un acto antidemocrático, o como mínimo, no legal en aquella época. Pero quizás fue necesario… y quizás sea necesario ver a los políticos entrar en los parlamentos en furgones de la policía… Y por favor, que sea en furgones, no en helicópteros que sale más caro…

 

4 respuestas a «Pienso, luego existo, dijo el pueblo»

  1. Hola
    No recordaba con exactitud la cifra de la inyección a los bancos, desde luego que es exorbitante se podía haber invertido en algo que verdaderamente revertiera sobre el ciudadano de a pie… Me angustia pensar en todas esa familias que se quedaran sin sus casas, por lo menos en otros países si les entregas la casa se salda la deuda…

    Un abrazo 🙂

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  2. Tan solo míranos. Todo está al revés. Todo está cabeza abajo. Los doctores destruyen la salud, los abogados destruyen la ley, las universidades destruyen el conocimiento, los gobiernos destruyen la libertad, los grandes medios destruyen la información, y la religión destruye la espiritualidad.

    – Michael Ellner

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  3. Y digo yo que si esto se arregla algún día, que sea sin dinero, o sea que no volvamos a lo mismo. Ahorrar ahorrar tener tener comprar comprar.¡ No ya esta bien!.
    El dinero debe desaparecer para siempre. Somos esclavos del dinero y la bola de hierro que tenemos en el pie es un banco.
    Cosas esenciales como la electricidad, el agua los alimentos deben ser gratuitos. Las viviendas no las construye el dinero, las construyen los seres humanos.Tenemos que caminar hacia un mundo en el que poco a poco todo el esfuerzo vaya, como en un panal de abejas, por el bien del de al lado y viceversa y en el que no se necesite dinero para nada y digo para nada. Que todo esfuerzo vaya enfocado al bien de la humanidad. Hay que Humanizar al planeta no esclavizarlo. Si seguimos la senda del dinero nuestra raza no tiene futuro.
    En fin otra utopia.
    Saludos

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