Gracias Ministerio de InCultura por la discreta privatización de la Cultura


En España, el lema sería algo así: si una cosa va bien, hagamos que vaya peor. Lo podemos ver en todos los sectores y en todos los ámbitos de la vida diaria. Pondré un ejemplo cercano, solo con la sana intención de denunciar todo aquello que por surrealista, parece imposible que esté pasando.

Cuando empezamos la andadura como editorial novel, independiente y con ganas de apostar por la cultura, decidimos asociarnos al gremio de editores. De repente nos dimos cuenta de que pagar quinientos euros al trimestre para ver como un grupúsculo de interesados se repartían el pastel de las subvenciones y otros parabienes nos pareció una tomadura de pelo. Así que dejamos de participar en el mismo.

Desde hace un año, y de forma muy discreta, la gestión del ISBN se privatizó. El ISBN es el DNI de cada libro, un numerito que sirve para facilitar el comercio del mismo. Hasta hace muy poco, este número lo gestionaba el Ministerio de Cultura de forma gratuita. Pero siempre fue una reivindicación del Gremio de Editores el hacer esta gestión.

Viendo los resultados, me pregunto, ¿para qué este empeño? Uno puede pensar que para mejorar el servicio, para ofrecer algo mejor y de mayor calidad a los editores, que somos los que deberíamos aprovechar todas las supuestas ventajas de gestionar todo esto. Pues no, no hay ventajas aparentes. Primero porque el servicio ha disminuido su calidad (qué difícil resulta, con los medios que existen, facilitar un númerito) y segundo porque ahora cuesta la friolera de diez euros por número. En España existen aproximadamente unas 3.500 editoriales, las cuales editan un mínimo de setenta mil obras anuales… Hagan números señores… Un suculento pastel para el Gremio y sus allegados. Gracias Ministerio de InCultura, por hacer de algo bueno, algo peor. Gracias Ministerio de InCultura por privatizar el ISBN. Ahora los editores tenemos más motivos para ir un poco más rápido a la quiebra. Lo asombroso de todo esto es que nadie diga nada, que todo el mundo calle y acepte. «Qué curtura vatené».

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