Hoy volvemos al sur. Allí tenemos una pequeña casa familiar donde guardé todos los libros y las pocas cosas que me quedaron de la mudanza. Cuando digo pocas, me refiero a grupos de cosas que fueron básicamente dos: algo de ropa y libros, muchos libros, miles de libros.
Así que estaremos unos días ordenando libros porque había tantos que en esa pequeña casa de menos de doscientos metros no cabían todos, y ahora andan repartidos entre las bañeras, las cuatro habitaciones, el salón, la chimenea… Un desastre, pero así es la vida de editor en tiempos de crisis.
También ahora comprendo la importancia del espacio que poseía hasta hace tan solo unos días. Cuatrocientos metros de casa dividida entre oficina, almacén de libros y hogar hacían una buena función. Ahora se me presenta un pequeño problema logístico diferente a cuando vivía entre España y Alemania. En aquella época la editorial era pequeña y apenas teníamos una docena de cajas que repartíamos por la inmensa oficina que teníamos en la céntrica calle José Cruz Conde de Córdoba. Ahora la editorial ha crecido tanto que deberé pensar como reorganizar toda la logística y el almacén… Y a veces lo pienso y me pregunto si todo eso tiene sentido ante el reto del mundo digital y los ebooks… Algo me dice que sí, que el papel no puede, no debe desaparecer. Un libro siempre será un libro y el conocimiento, aunque navega rápido por la red, jamás podrá detenerse plácido e inmortal en una vieja estantería de madera cargada de polvo, pero sobre todo, de recuerdos inmemoriales. Un libro de papel siempre puede ser regalado, y firmado, y tomado de la mano de un amigo. Siempre me ha encantado regalar libros y quizás eso choca frontalmente con el «negocio» que poseo. Ser empresario de libros y ser un amante de los libros a veces tiene sus cosas. Así me va… Pero el disfrute y la riqueza que todo este mundo me aporta no tiene precio. Y solo podría cambiarlo por mi otra gran pasión: la antropología.
Hemos cocinado una tortilla de calabacín para el viaje, lo que sale en la foto son los montoncitos ordenados que han salido tras el primer corte. Ahora toca disfrutarlos en el viaje… Plácida carretera que siempre espera la aventura del loco soñador…

Bon profit macos!!!
🙂
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Buena estancia!
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¿Una pequeña casa familar de 200 metros?, ¿que es entonces un piso de 45 metros?
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