Retornar a nosotros mismos es retornar a mirar dentro de nosotros mismos, a la cueva del corazón, al mismísimo centro de donde nacen todas nuestras emociones, todas nuestras ideas originales, verdaderas, todos nuestros increíbles actos de amor.
¿Para qué preocuparse por lo que la gente diga o piense de nosotros? Solo debemos escuchar ahí dentro y seguir nuestro destino, ese que alguna vez pactamos en la eternidad, ese que nos ha de conducir hacia nuestro propósito.
El regreso a nosotros mismos nos conduce hacia una vida plena e increíble, cargada de emocionantes caminos y vuelos hacia experiencias nobles y profundas. Acariciar el corazón, acariciar nuestro destino, es fortalecer los lazos que nos unen al todo y ser portadores de la llama, del calor, de la magia.