Vida entre montañas


Al sur de Castilla-León y en un hermoso y escondido valle cerrado a los pies de la Sierra de Gredos la maga tiene su refugio. Allí hemos pasado un tranquilo fin de semana viendo nevar, contemplando las cumbres blancas, los riachuelos cargados de agua que salpicaban el románico de la zona. Puentes y abadías medievales rodeaban el espectacular encanto. Vida, mucha vida estremecida por abrazos sentidos y visitas al mágico mundo de la naturaleza.

Fuimos a comprar el pan y el periódico y bajo los auspicios de la chimenea que crujía madera amontonada donde antes había una higuera, dejamos deslizar las horas y el tiempo en ese calor que prometía velada tranquila.

El aroma de montaña siempre me ha erizado el cabello. Cuando recorríamos las sendas rodeadas de verde y ganado algo en mí se encendía. Es esa llamada de la selva que nos envuelve cuando flirteamos con la naturaleza viva. Hacía tiempo que no veía montañas nevadas, incluso nos ha sorprendido que el invierno llegara en esta primavera también extraña, como su antecesora estación. Dicen que el tiempo está loco, pero estos días hemos agradecido esa locura. Vida, mucha vida… Es el increíble sentido de sabernos vivos, muy vivos.

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