Muchas tradiciones antiguas, entre ellas la hinduista y la egipcia, creen que el universo se manifiesta en siete dimensiones o planos, y así también lo hace el ser humano. De ahí que muchos hablen de la “constitución septenaria”. Es decir, el ser humano no tiene un solo cuerpo, sino siete. Dicho así podría sonar algo muy tosco, pero analizando con cierta paciencia nuestra propia vida y sensibilidad, podríamos fácilmente adivinar o intuir esas capas de cebolla que constituyen nuestra naturaleza humana.
Según cuenta la tradición, estos cuerpos forman una unidad sintética y holística y no se consideran unidades separadas, sino un cúmulo de entramados interpenetrados unos con otros a pesar de que conservan su identidad.
El otro día hablábamos ligeramente sobre uno de ellos, el cuerpo vital, y la necesidad de tener un sano vehículo etérico. El cuerpo físico lo conocemos muy bien, al menos la ciencia está haciendo grandes avances para describirlo y analizarlo. No ocurre lo mismo con el resto, a pesar de que el cuerpo vital, etérico o energético es una evidencia, así como el emocional y el mental, de los cuales se hablan ligeramente con denominaciones abstractas como mente y emociones, sin darle mayor importancia que la de su evidente existencia.
Los antiguos, que en muchas materias nos superan en sabiduría y conocimiento, ya hablaban de esta clara y diferenciada división. La tradición agrupa en dos estos siete cuerpos. La Tríada superior o parte espiritual formada por Atma, Budhi y Manas. Y el Cuaternario inferior, la personalidad mortal, el yo o ego, formado por los cuatro “principios” inferiores: el Kama-manas o psique o cuerpo mental; el cuerpo emocional o astral o Linga-Sharira; el cuerpo prana o cuerpo vital y el Stula-Sharira o cuerpo físico. Parala tradición Occidental, se trataba del Nous, la Psique y el Soma.
Cada vehículo es sustento del inmediato superior y no pueden ser separados o no pueden vivir los unos sin los otros, excepto cuando ocurre la muerte física y, según dicen, la Tríada y el Cuaternario, mantenidos unidos durante la vida física por el llamado “Hilo de Plata” o Antakarana, se quiebra, interrumpiendo el flujo de vida.
Y algo muy importante es saber identificarlos, saber alimentarlos y saber cuidarlos para que gocen de buena salud, algo que casi siempre olvidamos precisamente por no saber identificarlos.

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