Luna llena de Virgo


Luna llena de Virgo. A las siete, meditación a las orillas del Manzanares rodeados de unos plataneros enormes que sacudían sus hojas al sonido del viento. Había peces en el río a pesar de su olor y su negra agua. También algunos patos que acompañé hasta que sentí la presencia de J. y desde la invisibilidad de las “sombras” lo acompañé hasta el lugar previsto. Doble alegría por el encuentro.
La meditación pretende conciliarnos con el quinto reino. Concienciarnos sobre la necesidad de la buena voluntad y la buena voluntad dirigida al bien, a obrar con rectitud, a tener una visión inteligente y sensata sobre los acontecimientos del mundo y ser partícipes del cambio inminente que nos ha de llevar hacia una nueva era de bienestar no tan sólo físico, sino también vital, emocional, psíquico y espiritual. Así de fácil y así de difícil.
Para mi sorpresa, allí esta M. Nos conocimos en Mongolia, cuando bordeábamos los montes Altai y el desierto del Gobi buscando la perdida y mítica Shambhalla. Me gustó darle un abrazo sentido mientras recordábamos viejos tiempos. Siempre que viajo a Barcelona la visito para comprobar que todo va bien, que la vida sigue su curso, que la amistad que se teje aquí en la tierra a veces viene de otros lugares extraños, pero sensibles al encuentro.
Y en la meditación me di de bruces con septiembre, con este apasionante mes que nos espera lleno de acontecimientos, con esta oportunidad para que la responsabilidad encuentre hueco en el corazón de todos los que aspiramos a cambios necesarios. Son momentos difíciles. Una amiga de República Dominicana que ha venido a pasar unos días a nuestro país me decía que veía a los españoles tristes y grises. La creo, porque España está atravesando por un momento difícil y es nuestra obligación moral estar a la altura de las circunstancias.

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