«Lo esencial es invisible a nuestros ojos». El Principito, de Saint- Exupéry
Siempre he creído, contradiciendo a Hobbes sobre la cuestión de que el hombres es un lobo para el hombre, que los seres humanos somos bondadosos por naturaleza. Lo somos siempre y cuando nuestras mentes y nuestras vidas no están distorsionadas ni nuestra visión afectada por la falsa enseñanza de los intereses egoístas. Realmente, superado el estadio animal y convertidos en seres humanos, la bondad es la materia prima que nace de nosotros. Y esa bondad requiere de pequeños detalles, de cierto control de nuestra naturaleza más primitiva.
Ayer pasamos una velada hermosa de conversación profunda e interesante con M. De cena había vichyssoisse y croquetas vegetarianas de espinacas, cebolla, patata y zanahoria. Todo riquísimo. Llegué tarde de la meditación, así que esa fue excusa para empezar la amena charla sobre las diferencias entre meditar al estilo oriental y orar al estilo occidental. Explicaba, según mi concepción, que para mí era lo mismo, que meditar y orar pretendía acercarnos a eso que el cristianismo llama “hágase tu voluntad y no la nuestra”. Una especie de conexión con el quinto reino, el reino angélico, el reino de las almas, lo que los cristianos llaman el reino de Dios o cielo y en oriente llaman nirvana. Quise hacer paralelismos entre una religión y otra, entre el concepto de culpa cristiano y el karma en otras tradiciones. Karma, Samsara y Nirvana son conceptos que pueden explicar algunas ideas muy definidas en el cristianismo más esotérico.
En todo caso, en la conversación, siempre me quedaba la misma respuesta interior. Lo importante es la bondad humana. Incluso esta mañana, cuando M. me preguntaba sobre un desagradable episodio de no hace muchos meses, pensaba interiormente que ya estaba todo olvidado y de que aunque alguna vez alguien se comporte como un lobo con nosotros, es importante no perder nuestro centro, nuestro recto esparcir de conciencia humana y ser siendo, incluso en las peores crisis, seres humanos bondadosos independientemente de nuestras creencias, de nuestra epidérmica opinión sobre la existencia y de nuestros más profundos ideales. No hay mayor bien que la bondad y no hay mayor provecho para nuestra raza humana que la de ser completamente bondadosos con el otro.

Muy bonito texto.
Estando, yo, también de acuerdo con Rousseau y en desacuerdo con Hobbes, diría que también puede ser adecuado, dentro de ese sentimiento de bondad, hacerle ver al otro que está errando y dañando porque, quizá, puede ser que no sea consciente de ello.
Por otro lado, si sabe el mal que está causando (y sigo pensando en los duros problemas que están viviendo tantos cuidadanos cada día) tendrá que aceptar la defensa del otro hacia si mismo.
Bonito fin de semana para todos 🙂
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creo que la bondad en si es algo que todos tenemos y que se interpreta en diferentes maneras todo depende de tus enseñanzas e ideologias y claro de a experinecia de tu vida.
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