Los complejos del nacionalismo étnico


«El nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando«. Pío Baroja

Un hombre fuerte y libre no necesita agarrarse a la fortaleza y la libertad de una entidad mayor. No requiere de la amalgama sustancial de un estado, de una patria o de una nación. Aquellos que se proclaman así mismos como nacionalistas o patriotas, no reflejan más que la debilidad de un pueblo atormentando por ridículos y tribales persecuciones. Necesitan de un enemigo para combatir sus propias desgracias, y necesitan, sobre todo, de una identidad para parchear su debilitada aproximación al mundo. Las patrias, los estados, las naciones, las banderas, no son más que anexos que se catapultan ante la insolente mirada de un ser frágil y de inteligencia moldeable. ¿Para qué un ser verdaderamente libre necesitaría agarrarse desesperado a la tabla de náufrago de cualquier sentimiento patriótico o nacionalista? ¿Qué clase de complejos encierra ese sentimiento desacerbado e intoxicante que pretende marcar diferencias entre unos y otros seres humanos? ¿Quién desea, sino una mente endeble y acomplejada, alzar banderas, crear fronteras y escupir culpas a un enemigo invisible e inexistente en plena era del conocimiento y de derrumbe de aquello que nos separa? ¿Qué clase de enajenación colectiva puede conducir a todo un pueblo aborregado hacia el precipicio de la sinrazón? ¿Qué pueblo culto podría volver a cometer la estupidez insensata de proclamar abismos en vez de puentes? ¿Qué clase de ideas absolutas y totalitarias, rozando en proa al fascismo y en popa al nacionalsocialismo, desean guiar la nave nacional? ¿Qué persona que se considere realmente un espíritu libre podría abanderar dichas ideas? ¿Qué clase de ideología es esa que desde cualquier punto de vista es frágil y débil, rudimentaria y propia de la era de las cavernas? ¿Qué clase de tendencia patológica desearía de nuevo balcanizar el planeta y conducirlo a la era del más fuerte? ¿Dónde quedó la naturaleza del Espíritu Libre, esa que errante nos conducía hacia cuotas cada vez más humanas? En plena era del Facebook y de Google, ¿quién desea perder un ápice de su tiempo en bucear en aquellas cosas que nos separan? Por más vueltas que le doy, desde la emoción y desde la razón, solo se me ocurre la tormentosa idea de que estamos siendo de nuevo contaminados por la sinrazón, la estupidez y la ignorancia supina.

16 respuestas a «Los complejos del nacionalismo étnico»

  1. Quizás a la tabla de náufrago se están agarrando en este momento y en cualquier otro, el que quiere independizarse y quien no quiere que su «no patría» se resquebraje. Es un mismo movimiento aunque parezca distinto.

    Desde mi punto de vista no debe llamarse débil al débil (aunque pueda serlo) suena a soberbia más que a sinceridad en este caso. Puede resultar distinto y más loable hablar de lo malo del independentismo, sin embargo, cuando la fuerza que impulsa a hacerlo no es más que el deseo de que una patria mayor no se venga abajo, ambos; independentista y anti-independistas sufren de la misma fatiga.

    Un espíritu libre casi nunca se percata de que no tiene ideas, percatarte de que eres libre y no tienes ideales a los que servir es la verdadera lacra. El patriotismo (evidente o no) y el independentismo son una misma cosa. Puede llamarse ignorancia y debilidad, lo es, pero hacer «el cristo» flotando en esas aguas de la sutil prepotencia aún lo es más cuando se usa la palabra ignorancia y debilidad, no para definir un estado mental, si no para ponerlo en evidencia.

    Cuidado con el misticismo prestado, el dueño es quien verdaderamente lo entiende.

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    1. Querida Violeta, agradezco tu comentario y tu opinión. Solo decir que este no es un artículo de mística, sino de política, de la cual tengo mi propia opinión, la cual comparto para crear debate. Por supuesto no alardeo de poseer ninguna verdad, pero sí me gusta libremente opinar lo que pienso, si me lo permiten.
      un abrazo…

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      1. Gracias. Me gustaría, o quisiera saber que es «opinar» no el significado del término, el cual conozco. ¿Cuando vertemos nuestra opinión sobre algo en particular; en este caso el aferramiento o desapego de lo que se llama patria, con que trasfondo lo hacemos? Creo que opinar no es lo mismo que llegar a ver la verdad sobre algo en concreto. Crear debate es encender una chispa para que otros viertan más opiniones, cada cual entonces, intentará defender la propia. Sin embargo se puede abrir un diálogo abierto (para esto se hace necesario dejar de emplear palabras como «debilidad» «tendencia patológica» etc, si lo haces ya estás cerrando el diálogo, hablas desde una conclusión personal a la que has llegado. Posiblemente, si persistes en debatir desde tu opinión ya formada y «conclusa» el diálogo ha muerto.

        Actualmente, cualquiera se puede apuntar a cualquier debate, están muy de moda, socialmente están muy bien vistos, cada cual defiende su nacionalismo mental, cada cual exhibe la «ciudadanía a sus ideas», las defiende, no duda en insultar, es como una «dictadura personal» dentro de una «democracia convenida» a la que hemos usurpado por interés propio su verdadero significado.

        ¿Se puede dialogar? ¿Darnos la mano y hablar sobre lo que preocupa? Sería bueno hacerlo sin miedo a arribar a una escollera ingrata, que no gusta, sería bueno hacerlo sin sacar banderas, mejor aún, sin poner en la espalda de nadie banderas que por su connotación cierran de pleno cualquier acercamiento a la verdad. No participo de ninguna ideología política, pero si estuviera del bando de los nacionalistas, es un gran error etiquetarme demagógicamente como nazi-onalista, eso me cerraría en banda o crearía un debate intenso, pero jamás un diálogo.

        Hay actualmente muchísima gente que «sabe» todo el mundo sabe de todo, desde esa sapiencia aborda la estructura del mundo y de la vida, pero creo que es necesario ver esa corriente sapiencial y salirse de ella para ver las cosas sin las ataduras de las palabras con las que nos han torturado desde hace mucho tiempo y sin las que no sabemos hacer nada.

        La gente está harta de conclusiones y teorías sobre las cosas. La gente en realidad está cansada de las opiniones, que aún quedando intelectualmente lustrosas, están carente de vida.

        La verdad que una se pregunta sin podemos hablar sin opinar de nada. Simplemente hacernos preguntas y ver como avanzamos, con un poco de suerte si nadie opina las respuestas serán para todos por igual.

        Gracias.

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    2. No se puede hacer ciencia sobre las creencias. Por eso hablo de opinión, no de certezas. Mi opinión estaba plagada de interrogantes que esperaban respuesta. Lo de tendencia patológica no lo digo yo, lo dice un antropólogo en un excelente artículo el cual comparto: http://www.ugr.es/~pwlac/G22_02Pedro_Gomez_Garcia.html
      En todo caso, sigamos repasando la historia, y si un país está enfermo, no tengamos miedo en decirlo… Y para mí, un país que basa sus argumentaciones en postulados patrióticos o nacionalistas es un país enfermo. Creo que el debate actual pide otro tipo de cosas…
      un abrazo sentido

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    3. Hola Violeta,

      No es negativo opinar, es más, es prácticamente imposible hablar sin que se vierta en ello una opinión. De hecho tú misma, en tus escritos, nos estás ofreciendo una respetabilísima forma de ver y entender las cosas.
      La objetividad absoluta es inexistente en cualquier ámbito, sin embargo, lo que sí es deseable, es que la forma en que se expongan los pensamientos sean en el tono adecuado (como por ejemplo, en este blog).

      Toda persona que opine/hable/comparta con la mente abierta, estará dispuesta a escuchar y a aprender de los demás.

      Un saludo.

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      1. No digo que sea bueno o malo opinar, luna. La gente opina, sea bueno o malo no deja de hacerlo. Me preguntaba si es posible mirar cualquier tema sin destrozarlo de antemano.

        Cuando se emplean insultos todo es posible menos el diálogo, sin embargo se abre un debate yermo y estéril, como todos.
        Un debate no es más que un técnica para alcanzar conclusiones que satisfagan a las partes, pero no se trata de satisfacer a nadie se trata de saber donde está la verdad de las cosas. Y claro luna, la verdad no se funda en opiniones de nadie, Aparece justo cuando dejas de opinar. A esto me refiero.

        Cuando escribimos no somos conscientes que ponemos a la luz el trasfondo original, no hay manera de ocultar lo original, por mucho arte que tengamos mudando las palabras de sitio, hasta Whitman dejó más escrito de lo que propiamente escribió. Digo esto porque lo original mucha veces es lo mismo que detestamos en el otro, no hay necesidad de caminar mas de un paso para encontrarnos.

        saludos

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        1. Hola de nuevo Violeta,
          Comparto contigo que el uso del insulto anula la mayoría de las posibilidades de llegar a buen puerto. Sin embargo, creo que es posible que el insultado no se de por aludido y es entonces cuando las puertas siguen abiertas.

          El debate puede ser enriquecedor a nada que pongamos un pelín de
          interés en ello, sin necesidad de tener que llegar a conclusiones satisfactorias para todos, no es ese su objetivo, este sería más el de la mediación y no sé si en el tema de la independencia tiene cabida este planteamiento.

          Y, totalmente de acuerdo en que tenemos más cerca de lo que pensamos a nuestro Yo. Y esa es una genial «herramienta» (el otro) para que sigamos aprendiendo.

          Gracias por tus respuestas.

          🙂

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  2. Javi, hermano. Cuenta de arriba a abajo los insultos que has propinado a los catalanes, vascos… que no piensan o sienten como tú. Al fin y al cabo, solo piden ir un domingo a unas urnas. ¿Será tan grave? ¿Tan faltos estamos en España de músculo democrático? Vamos hacia un mundo fraterno y sin fronteras. Ahí volcamos nuestra energía, nuestro anhelo. ¿Habrá sueño más noble? Pero para alcanzar esa madurez, que es indudablemente nuestro destino, éste deberá ser asumido desde la absoluta libertad. La distancia, el alejamiento pueden ser ahora necesarios, para restañar pasados agravios, para que esa unión en la diversidad pueda el día de mañana florecer desde la libre voluntad, no desde la imposición. ¿Y si fuera necesario vivir, asumir hoy que ese rechazo es, para poder mañana abrazar con toda la fuerza y sinceridad necesarias la unión? ¿Y si fuera la experiencia siempre fallida de la separatividad la única que condujera al genuino y profundo deseo de vivir más y más unidos?

    Obvias una imposición, que aunque triste y anacrónica, es aún real. Ignorar desde instancias de poder voluntades mayoritarias o por lo menos muy numerosas, se compartan o no, creo que no nos acerca a nuestro destino verdadero de unidad fraterna y solidaria de los pueblos, más bien nos aleja. ¿De verdad crees que sólo esas aspiraciones nacionalistas merecen todos los dardos? ¿No hay una “causa” primera que ha contribuido a desatarlos? Esta vez me perdonarás, pero no pude refrenar estas letras. Van, bien lo sabes, con todo mi aprecio. Un abrazo muy fuerte. Koldo (Intenté ponerlo en tu blog, pero no me permitió, por si lo quieres colocar tú mismo)

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    1. Querido Koldo… no hablo del noble derecho de autodeterminación… los cuales respeto y aclamo, sino de los complejos del nacionalismo o patriotismo, ya sea vasco, alemán, español o mediopensionista… Ni siquiera hablo de naciones o pueblos, sino de nacionalismos, patriotismos o estados… En fin, voy a tener que viajar más siguiendo los consejos de Baroja a ver si me curo de mi rechazo al totalitarismo… 🙂 un abrazo sentido desde el cariño…

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  3. Los bolcheviques llevaron una incansable labor con los jóvenes en las fábricas, en los pueblos, en las asociaciones legales, en las escuelas dominicales, en los cuarteles militares, en los círculos ilegales, en los grupúsculos armados, para la preparación en las huelgas o manifestaciones, en todos los lugares donde quiera que ésta tuviera la más mínima oportunidad, les animaban en participar directamente en la lucha contra la opresión y la explotación, transfiriéndole a la juventud las experiencias de los camaradas mayores. En las batallas revolucionarias se fue formando y fortaleciendo la generación de jóvenes de la clase obrera y los campesinos trabajadores. Como resultado de la acción de los bolcheviques estaba preparado un amplio movimiento juvenil proletario.

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  4. Me pregunto qué pensarían alemanes o judíos de la ligereza con que recurres al nazismo para fustigar a quienes no comparten tus ideas. A mí, como catalán, me parece muy poco noble. Con éste y tus demás insultos no sólo dinamitas todo posible puente de diálogo, sino que embruteces cualquier argumento sensato que pudieras aportar. La acritud de tu discurso me recuerda a quien discute a gritos para disimular la endeblez de sus razones. No digo que no haya algo de verdad en tus reflexiones, pero la defenderías mucho mejor con un poco más de serenidad y respeto.

    Espero que disculpes esta crítica, la hago desde la sincera admiración hacia tu habitual lucidez y altura de miras, pero también desde la tristeza de ver que las abandonas justo cuanto más necesarias son. Un abrazo.

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    1. Querido Eugeni, no se trata de fustigar a los que no piensan como yo, sino de advertir de los peligros del pensamiento único y el totalitarismo, cuyos extremos más evidentes se vieron en la Alemania nazi, pero cuyos fundamentos los podemos ver -quién quiera verlos- en actitudes y proclamas que en esencia vienen a ser lo mismo. No se trata de comprar el nacionalismo con el nazismo, que nada tienen que ver en esencia, pero cuidado con los pilares con los que se quiere construir una realidad, que no es la realidad. No soy clarividente, pero de seguir en la dinámica del pensamiento único o el totalitarismo de las ideas sin margen a opinar -o a creer, los que se basen en la fe emocional de las cosas- cosas diferentes, estamos abocados al desastre. En fin, en todo caso pido disculpas por el tono insulso de este artículo, pero pretendía llamar la atención no sobre la noble idea de la autodeterminación, la cual comparto al cien por cien con los que la desean, sino con la obligatoriedad de pensar en algo (la independencia) en contra de los que opinan lo contrario (los españoles). No me gusta el discurso de queremos la independencia porque no queremos a los españoles o por no se sabe qué esencias nacionales. Este discurso, a los que han estudiado algo de historia, debería sonarnos a algo… un abrazo y gracias por el tirón de orejas, el cual agradezco…

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      1. Pd.- Téngase en cuenta que aquí no estoy hablando de independentismo, sino de nacionalismos (catalanes o de cualquier tipo) y patriotismos (españoles o de cualquier tipo), que para mí son perversiones de lo que el ser humano no debería ser jamás…

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