Hace un año, en un tiempo muy parecido al de hoy, estaba en el Hotel Princesa de Éboli. Pasaron cosas muy hermosas que abrieron una nueva etapa y un nuevo rumbo. Esa etapa, por alguna extraña razón que aún medito, no fue culminada. Hubo una especie de ruptura inesperada causada o provocada más por el despiste que por alguna intención rebuscada. Ni el comienzo de esa etapa ni su final fueron pensados desde mis entrañas. De repente, alguien entró en mi vida, revolucionó todo mi entorno y se marchó como había venido. A toro pasado admito que esa pequeña revolución personal fue necesaria y me aportó muchas experiencias y conocimientos positivos. La persona en sí, maravillosa y excelente en todo momento, decidió unilateralmente que ya era suficiente. Que el aprendizaje, el compartir, el navegar juntos se había terminado.
La conocí aquí, en la recepción del hotel donde ahora me encuentro gracias a la siempre generosidad del amigo JL, su propietario, el cual acoge a este pobre peregrino siempre que la vida me trae por estos lares. Eso significa que estoy ante un nodo. Un nodo es el punto en el que una curva se intersecta a sí misma. En el caso de las experiencias, es ese punto de la espiral donde regresamos desde la descendencia para coger un nuevo impulso ascendente. Es decir, estamos ante una puerta donde la vida nos brinda una nueva oportunidad para cerrar el capítulo definitivamente y volver a empezar de cero o continuar con la experiencia para profundizar en ella desde una visión más elevada e intensa. Las lecciones no aprendidas se repiten en el tiempo, y nosotros decidimos en cada momento como afrontarlas, de ahí que hay momentos, si tenemos cierta receptividad hacia el mundo abstracto y arquetípico, en el que tenemos la sensación de empezar de nuevo un proceso que nos suena o que ya hemos experimentado en otras ocasiones. Por supuesto aquí cada uno se enfrentará a la experiencia según sea su mundo interior. Hay personas que prefieren huir de la misma, encerrarse en casa leyendo un libro sin tener la valentía de afrontar todo lo que la vida nos tiene guardado, y hay otras que sin temor prefieren, a pesar de las condiciones y circunstancias, afrontarlo y seguir aprendiendo.
Siempre elegimos y siempre, dependiendo del impulso que nos lleve a hacer unas cosas u otras, huimos de la llamada o aprendemos ante la experiencia. De nosotros depende el relacionarnos con la vida o el apartarnos de ella para vivir nuestra propia y particular versión de la película. Visionarlo todo desde una pantalla que llamamos pensamiento, verdad o “mi” lo que sea o ser protagonistas de la obra en primera persona.

Este video sobre como afrontar los campos de la vida. A lo mejor viene al caso.
Un brazo.
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Gracias amigo A…. precioso video que comparto con tu permiso…
un abrazo sentido
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Genial. Gracias a los dos 🙂
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