De pequeños siempre nos frenaban si íbamos demasiado rápido o nos empujaban si éramos lentos. Luego en el colegio nos llamaban vagos si sacábamos un cero o insuficientes si no llegábamos al tres. En el instituto, tenias que sacar un cinco o te convertías en el estigmatizado repetidor. En la universidad solo eras algo si llegabas al notable y luego te pedían la excelencia en el master o el cum lauden en la tesis doctoral.
Luego en la vida social sólo gozabas de éxito si tenias un buen puesto de trabajo que te permitiera conquistar a la mejor pareja, comprar la mejor casa y tener el mejor coche.
Y luego no eras nada si no comprabas una segunda residencia y tu hijo estudiaba un año académico en Londres o Canada.
Ahora, pasado nuestro tiempo nos damos cuenta de que algo hicimos mal. De que se equivocaron con nosotros al no respetar nuestros ritmos de niños y nuestros anhelos de jóvenes y de que nosotros caímos en la misma trampa.
Despreciamos la palabra libertad podando nuestra vida con las tijeras del qué dirán y amputando nuestros deseos profundos con la esencia de la normalidad.
Nos inyectaron la norma y la competitividad y nos convirtieron en egoístas marionetas de un perverso y oscuro sistema.
Pero llega el tiempo del optimismo, del cambio de paradigma y del aniquilamiento de las viejas y caducas estructuras. Llega el momento de la rebelión metafísica, de la conspiración silenciosa y de la autoconfirmación de nuestros anhelos. Ya nada ni nadie podrá domarnos. Nada ni nadie podrá guiar nuestro destino. Llegó el momento. Llegó nuestro momento.

Así es ahora el momento de cada uno individualmente, decidir. Y esa suma de unos tambien decidiendo colectivamente.
Un abrazo a todos.
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Viva la República Independiente de mí mismo.
Abrazos a los Javieres.
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rebelión metafísica, conspiración silenciosa… . Palabras. Siempre las mismas quejas y los grandes eslóganes de acontecimientos que prometen la tierra prometida.
El destino es un estado de ánimo.
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