Un claro en el bosque


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Hoy hemos pasado todo el día desbrozando una parte minúscula de nuestro particular bosque. En el futuro es posible que allí existan tres pequeñas cabañas, de no más de veinte metros cuadrados, quizás con forma pentagonal, donde puedan retirarse aquellos que emprendan los programas de experiencia de más de tres semanas. Limpiar el lugar adecuado para albergar en un futuro esas pequeñas cabañas ha sido una tarea hermosa. Allí se podrá meditar, estudiar y amar en absoluto silencio y retiro, rodeados de la magia ancestral de los árboles y sus criaturas invisibles.

La magnitud atávica del deseo que nos mueve a hacer estas y no otras cosas es compleja de calibrar. Nadie se puede imaginar que lo que realmente nos empuja es el anhelo de crear ese claro en el bosque. Uno podría sentarse allí durante meses y no ver nada. Pero nosotros vemos un sentido que nos mueve y nos conmueve profundamente. Una fuerza irracional. Una voluntad osada.

Ver esa otra dimensión profunda nos llena de fuerza y energías. Estamos dispuestos a sacrificar cosas que ya nos resultan inútiles, pero que para la mayoría de la gente son imprescindibles. Somos conscientes de lo difícil que resulta entender esta situación. Habría que remitirse a textos profundos, de calado místico o casi revolucionario para comprender en profundidad nuestras acciones. ¿Un claro en el bosque? ¿Qué clase de locura es esa?

Llegar a la conclusión de que hemos basado la mitad de nuestras vidas en un absurdo ya ha sido un gran paso. Prescindir de ese absurdo, sacrificarlo, eliminarlo está siendo una transición ardua y compleja. Primero un paso, luego otro, y más tarde el siguiente. Los que contemplan la situación desde la ceguera o la ignorancia pueden llegar a pensar que esos pasos están plagados de contradicciones constantes. Pero realmente hay un orden casi milimetrado en todo cuanto hacemos. Quizás todo obedece a esa claridad que durante años se ha ido manifestando en nuestro interior. En esa constante profunda de ir desbrozando nuestras zonas más burdas y oscuras para buscar nuestra propia claridad.

La búsqueda silenciosa y desprendida, las continuas quijotadas y abnegaciones pasadas y todos aquellos errores que nos sirvieron para valorar lo realmente verdadero en nosotros han servido para construir un escenario ideal para materializar aquello en lo que creemos. No se trata tan solo de una aparente actividad física donde podemos hacer de este un lugar habitable y bonito. Todo este esfuerzo responde a una llamada, a un propósito interior que fortalece cada acto, cada trabajo, por pesado que sea.

No estamos cansados, estamos entusiasmados y llenos de amor. Hoy hemos conseguido ese pequeño claro en el bosque, y al hacerlo, hemos sentido una gran claridad interior, una luz renovada y fuerte que nos empuja a seguir adelante.

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