La poderosa fuerza del desapego


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Hoy es el kin 25, Serpiente Cristal Rojo de la Onda Encantada del Mago, según el calendario Tzolkin. Un día totalmente intenso que terminó con una despedida. Ella había sido una de las tres personas que en este tiempo me ha soportado, me ha aliviado y, casi podría decir, que me ha dado la vida. Nunca tendré palabras para agradecer lo que hizo en mí en un momento de auténtica pérdida de sentido. Así que quise acompañarla en un pequeño ritual que se celebraba hoy en un entorno de magia y fiesta, amistad y compañía, antes de que se marchara a Holanda con un viaje de ida y sin billete de retorno. Quería de alguna forma honrar su amistad, su generosidad, su belleza humana, y permitir con ello, aprender a soltar, de nuevo, y aprender sobre la poderosa fuerza del desapego. Echaré de menos su locura y su amistad, pero ahora me toca caminar solo, seguir adelante en mi proceso sanador, confiar en que puedo dar un paso más sin su apoyo y cariño.

La mañana fue igual de intensa. Supuestamente había venido a Barcelona con la excusa de un concierto y un abrazo, aprovechar para ver a la familia y amigos y probar que tal me iba en mi segunda incursión al mundo exterior. Pero hablando con una buena amiga sobre la penosa situación calimera en la que me encuentro, decidimos hacer un intercambio. Ella se quedaba con mi coche nuevo y con la deuda del mismo y yo me quedaba con su coche viejo. Realmente fue muy divertido, porque fue una carambola a tres partes donde todos salimos ganando algo. Yo me quitaba una deuda menos al mes, ella ganaba un coche nuevo, híbrido y potente, y su hijo heredaba su coche. Un trueque divertido, que no me esperaba, pero que surgió en un paseo por la playa y donde todos quisimos practicar algo de desapego. No salí ganando, más bien he perdido mucho en este canje, pero a veces perder es ganar, y en ese sentido, con esta pérdida, con todos los recuerdos que tenía ese coche y quitándome una deuda más, he ganado mucho. Una gran victoria practicar el desapego con la intención de seguir adelante.

Perder un coche no tiene ningún mérito. Sin duda ese coche era especial por todos los países que en menos de dos años hemos podido visitar. Especial por todos los recuerdos de los que ahora debo desapegarme. Ya vendrán tiempos mejores. Así es la vida del guerrero. Se pierde mucho en las batallas. Ese supongo que es el precio de la libertad de hacer lo que uno siente que debe hacer en cada momento. Construir para luego desapegarnos de lo construido. Así es y así han sido estos tres meses de vértigo. Ahora toca perder, soltar… para ganar.

(Foto: entregando mi coche a su nueva dueña. ¿Qué hará un caballero sin su caballo? Seguir caminando… sea como sea… cueste lo que cueste…)

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