Mía es la voz antigua de la tierra…


IMG_20190212_191210.jpg

 

… tuya es la hacienda, la casa, el caballo y la pistola. Mía es la voz antigua de la tierra.  Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo… más yo te dejo mudo… ¡mudo! … ¿Y cómo vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego si yo me llevo la canción? (León Felipe)

Siempre me repito a mí mismo que en la vida hay que hacer aquello que te haga sonreír. Cerrar los ojos, imaginar varios escenarios y observar con atención cuál de los escenarios posibles te saca una sincera sonrisa. Lo cierto es que ayer por la mañana me levanté temprano, a eso de las cinco. Estuve trabajando un poco en algunos libros, luego fui a los cantos de Taizé, más tarde a la meditación y tras un corto paseo por la comunidad, volví tranquilo, observando este precioso paisaje invernal en las Highlands escocesas. Desayuné, me puse al trabajo y así hasta la hora de comer. En toda esta perfección cotidiana, había algo interiormente que me incomodaba. Me daba cuenta de que mi espíritu aventurero no soporta la levedad del ser por mucho tiempo. Eso de estar en un lugar cómodo en una situación perfecta es algo que por dentro desespera. La aventura está ahí fuera, siempre guiada por los impulsos del corazón errante y vagabundo. Miré al horizonte, con cierta nostalgia, y sentí que dentro había una nueva canción, una melodía que gritaba al mundo y dejaba mudo el paisaje.

Así que cerré los ojos a media tarde con esa calma propia de la certeza y había una imagen que me hacía sonreír. Busqué en el interior y vi que había un destino que me llevaba a otro lugar del mapa, a otro territorio aún por explorar. No es un territorio físico, más bien emocional y psicológico al que necesito enfrentarme con calma y sutileza. Al menos eso es lo que me dicta ese corazón en su locura de voltear siempre las situaciones para seguir con máxima profundidad en el aprendizaje. Llevo dos semanas aquí, la mitad del tiempo que me había propuesto, pero ha sido suficiente para que mi mente se alineara de nuevo y prepara los asientos del alma para que pronto, muy pronto, vuelva de nuevo a su lugar. Para los que somos algo sensibles, Findhorn sigue siendo un acelerador de procesos, y he sabido aprovecharlo al máximo. Misión cumplida. Mente en su sitio, corazón amable, energía limpia y renovada, cuerpo sano y vigoroso de nuevo. Tras el alineamiento inevitable del cuaternario, vendrá el anclaje necesario con la triada. Pronto, muy pronto el Ser volverá a sus aposentos.

Dentro late un nuevo destino de incertidumbre pero que interiormente me calma. No sé qué pasará a partir de ahora. El viaje a Israel ha sido determinante, o al menos, ha habido una inflexión interior positiva. Así que auguro buenos propósitos para lo que tenga que venir a partir de ahora. Y si no es así, pues tendré que enfrentarme de nuevo a la máscara de la experiencia y sortear todo aquello por lo que debo aprender. Ya no tengo miedo. He tocado fondo, he bajado hasta lo más profundo del ser y he visto la manera de poder salir poco a poco, despacio, hacia arriba. Toda una experiencia, toda una hermosa noche oscura del alma…

Ahora veo luz, siento paz, admiro la belleza del paisaje y contemplo con auténtico desapego toda la experiencia. No me ato a mis obras, ni a todo lo creado hasta ahora. No me arrepiento de mis errores y torpezas. No hay nada que provoque en mí un aleteo de remordimiento. Siento esa paz de los ancianos que miran con nostalgia tiempos pasados. Al mismo tiempo que me enfrento como un recién nacido al mundo por descubrir y explorar. Con curiosidad, con ganas, con vida. Tuya es la hacienda, mía es la canción y la voz antigua de la tierra. Gracias por haberme dejado tan rico, quedándote tú tan pobre. Desnudo y errante por el mundo, seguiré avivando fuegos…

Una respuesta a «»

Deja un comentario