Hacia la compleja simplicidad voluntaria


O Couso hace siete años, cuando aún era una auténtica ruina…

Minimalismo. Decrecimiento. Vida sencilla. Simplicidad voluntaria. ¡Vaya que difícil resulta ese camino! Este año hemos editado la mitad de los libros que editamos el año pasado, y el año pasado la mitad que hace dos. Tenemos diez reimpresiones pendientes de libros agotados que aún se van vendiendo y más de veinte libros que estaban programados para editarse este año que pasarán, inevitablemente, a la programación del año que viene, con todos los atrasos que eso supone para los que estaban programados para el nuevo año. Tiene algo adictivo lo de editar libros. Especialmente cuando miras las estanterías y los ves todos ordenados, con sus hermosas portadas, con su olor característico, con sus temáticas tan diferentes. Las grandes editoriales destruyen las obras que no se venden. A mí me gusta regalarlas. Me resulta insoportable la idea de que pueda destruirse un libro. Pero supongo que con la aplicación de la vulnerabilidad editorial de estos tiempos, las ediciones se realizarán en su más mínima expresión. Aquí el decrecimiento es casi impuesto por la crisis.

Ante la imposibilidad de no poder hacer mucho a nivel editorial, a pesar de la ingente labor que toda empresa lleva detrás, y aunque la actividad comercial sea mínima, estamos aprovechando para realizar una nueva página web. A pesar del costoso dineral que nos gastamos en hacer la web que ahora tenemos, la empresa que la gestionaba quebró y la web pronto se quedó obsoleta. Estoy aprovechando todos estos cambios inesperados para simplificar todo a la máxima expresión. Simplificar la gestión, los contenidos, las ediciones, en definitiva, volverlo todo más simple, más minimalista.

Supongo que la simplicidad es lo que anhelaba cuando me vine a vivir a este lugar. Lo conseguí en cuanto a forma de vida, especialmente en cuanto a espacio. Ahora vivo en unos veinte metros cuadrados. También estoy simplificando la dieta. Y los contactos con el mundo exterior. He pasado de gestionar casi diez cuentas de correos entre personales, editorial y fundación a reducirlos a tan solo tres. Lo mismo hice con las comunicaciones. De tener cinco líneas de teléfono he pasado a tener tan solo dos, un fijo y un móvil, con el ahorro que todo eso supone. Ahora el objetivo para los próximos tiempos es reducir los préstamos que tuve que ir pidiendo a unos y a otros para levantar este proyecto. Pasé de veinte deudas a diez y de diez a cinco. Espero poder poco a poco reducir esas deudas, que aún ascienden a algo más de cien mil euros, hasta que desaparezcan para siempre. Eso supondrá un gran alivio interior, y supondrán, también, una gran sensación de libertad.

Haciendo balance, me doy cuenta de lo difícil que resulta simplificar la vida cuando te has tirado toda la existencia complicándola hasta límites insospechados. Si miramos nuestras vidas, tenemos exceso de complejidad. Cuando el Estado empieza a pedir papeles y más papeles para aumentar aún más la cuestión burocrática, siento cierta extraña nausea de incomprensión. Ocurre lo mismo con los impuestos. Hay que pagar todo tipo de impuestos todos los días. Podrían simplificarlo a uno solo, o a ninguno si rozas la indigencia. Pero el Estado es omniabarcante hasta límites insospechados.

Las relaciones también se han vuelto complejas. Ahora resulta que hay que ir preguntando si hay o no hay exclusividad, si eres heterosexual, homosexual, graysexual, demisexual, asexual, lithsexual, sapiosexual, skoliosexual, pansexual, polisexual, autosexual, bisexual, antrosexual, … en fin… un lío… No es de extrañar, ante tal desconcierto, que la gente ande desorientada, que no se atreva a embarcarse en semejante aventura, y que la institución familiar tradicional esté gravemente en peligro de extinción. Supongo que con ello también la procreación de la especie, lo cual, visto desde un punto ecológico, esta desorientación igual viene bien para la regeneración futura de la degradación humana.

En todo caso, hay que hacer un profundo casting antes de aventurarse en una relación sentimental, quitando espontaneidad al halo romántico y enamoradizo y dejando que el imperio racional evalúe primero antes que las hormonas se revolucionen. Luego está el interminable halo de incompatibilidades… ¿Come usted carne? ¿Es vegana, flexivegana, vegetariana, ovolacteovegetariana, omnívora, crudivegana? ¿Fuma, bebe, toma estupefacientes o alucinógenos? ¿Es espiritual, cree en la consciencia por encima de la conciencia? ¿Posee usted alguna práctica espiritual? ¿Medita? ¿Qué tipo de meditación, raja yoga, mindfulness, meditación trascendental, vipassana, budista, zazen, toglen…? ¿Cuál es su signo del zodiaco y a qué rayo de fuerza pertenece? Y quizás la más importante de todas, ¿conoce usted la existencia del comando Asthar?

Dicho todo esto, calculo que en una década aproximadamente habré reducido mi vida a la mínima expresión. Habré conseguido la simplicidad voluntaria que llevo siete años intentando poner en práctica, y digo intentando, porque aunque en apariencia he conseguido grandes logros, aún me queda un gran recorrido por delante. Y sobre todo, seguro que conozco a alguien que es vegana, simpatiza con la meditación, y sobre todo, y ante todo, conoce la existencia del comando Asthar… Simplicidad ante todo, pero sin dejarse los matices… Poco a poco…

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

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