La vida está hecha para comenzar de nuevo


«La vida está hecha para comenzar de nuevo».
Hannah Arendt.

La última noche no dormimos. Las anteriores, solo tres horas al día, cuando podíamos, mientras nos turnábamos en el volante. Lo pasamos mal porque el cansancio acumulado nos jugaba malas pasadas, y la responsabilidad de llevar vidas humanas pesaba mucho. Por suerte, a pesar de algún susto, no pasó nada, y llegamos bien temprano al centro de acogida que el Gobierno ha habilitado en Madrid. Nos despedimos uno por uno de todos los refugiados, los cuales, ya habían entrado en los anales del recuerdo y de nuestro corazón. No parábamos de llorar unos y otros. Fue un momento muy conmovedor y entrañable. Misión cumplida.

Tras limpiar los coches y entregarlos fui a por el mío y regresé poco a poco a Galicia. Mi cuerpo y mi alma estaban completamente colapsados. No podía seguir, debía parar en alguna parte y lo hice en una hermosa iglesia, junto a un tejo centenario y un cementerio que guardaba el recuerdo inmortal de nuestras almas. Me tumbé en el portal de la iglesia, en alguna parte del Bierzo, en León.

El colapso me ayudó a recobrar el sentido de la responsabilidad, de la osadía, del deseo, del amor. Pensé que esa excusa podría ser una puerta perfecta para equilibrar las energías, para transitar a un nuevo escenario de armonía, paz y amor. Arriesgar, quemar las últimas naves, darlo todo, dar el extra, dar la vida por algo en lo que se cree.

De estar casi una semana en la misma postura, me habían salido unas llagas y un dolor en las rodillas. Así que me tumbé en el pórtico con la idea de estar allí hasta recuperarme. Pero ocurrió el milagro. Algo cedió, el universo entero cedió, la vida cedió, y apareció como de la nada un ángel anunciador. Casi no podía creerlo, pero allí estábamos de repente, abrazándonos, amándonos, reconciliándonos desde lo más puro y sincero.

Sentí un gran alivio interior, un amor inmenso, una sensación de liberación, de sanación, de paz interior profunda. Sentí la oportunidad de empezar de nuevo, esta vez desde lo real, desde lo manifestado, desde aquello que se toca y se palpa y se transita de forma sincera y profunda.

El amor es una de las respuestas que el ser humano ha encontrado para mirar de frente a la vida. El amor es lo que nos llevó a recorrer casi ocho mil kilómetros para llevar medicamentos y comida a Ucrania y luego rescatar de aquel infierno a veinte almas que deberán, inevitablemente, comenzar de nuevo. El amor fue lo que me llevó hasta el pórtico de esa inolvidable iglesia para ser rescatado por amor, con pasión, con deseo. En ese momento, en ese mismo día, sentí que la vida estaba hecha para comenzar de nuevo. Que cada instante, que cada ocasión, era una oportunidad única para nacer otra vez.

Así que ahora siento que todo mereció la pena. El sufrimiento, el cansancio, la espera, la constancia, la pérdida de sentido y de razón. De alguna manera, siento que gracias a ello, algo murió inevitablemente y algo nuevo ha nacido. No sé aún el qué, aunque puedo intuir sus causas y todo lo que se desplegará de ahora en adelante. Quizás este momento sea la oportunidad única e irrepetible para que la Vida, en todo su esplendor, se manifieste. Ojalá.

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

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