El Buda que llora


«Debéis aprender a vivir con vuestro ideal como si este ya fuese una realidad, pero, al mismo tiempo, no olvidaros de que estáis en la tierra. Es muy importante que, en vuestra vida, lleguéis a unir ambas cosas: no perder el sentido de la realidad terrestre y, sin embargo, estar completamente consagrados a vuestro ideal divino. He aquí el verdadero equilibrio, pero raramente es realizado: la mayoría de las veces os encontráis, o bien con idealistas, que no saben por dónde andan, o bien con materialistas completamente obnubilados. La superioridad de una enseñanza espiritual consiste en formar seres que saben que están en la tierra para trabajar en ella, pero que orientan todo su ser hacia la realización de su ideal divino. Entonces se tornan uno con él, se fusionan con este ideal sin perder el sentido de la tierra. Estos son los seres del futuro.» Omraam Mikhaël Aïvanhov

Ayer nos pasamos todo el día limpiando la casa de acogida y las cabañas. Cuatro personas vienen este fin de semana con la intención de ver la posibilidad de hacerse cargo del proyecto. Mientras limpiábamos el patio con todas nuestras dudas y recelos interiores, observamos el Buda que hay mirando hacia la puerta de la casa. Vimos que en sus ojos se había derramado una especie de pintura. Visto arquetípicamente, parecía como si el Buda estuviera llorando, sufriendo con nosotros ese conflicto interior que ahora nos acosa, ese que pretende buscar el equilibrio entre el alto ideal y las cosas de la materia.

También llora la casa, y toda la finca entera. Hay cierta tristeza en el lugar a pesar de que en nuestros corazones reina la alegría y la paz interior por el descanso merecido que estamos sufriendo. Suponemos que la tristeza es en parte porque estamos en invierno, y en parte porque al estar prácticamente vacío todo este gran espacio, algo parece haber muerto. Seguimos con la conclusión de seguir descansando durante al menos un año, y luego ver qué pasa. Pero el mundo no se para, todos preguntan y algunos incluso se quieren lanzar a darle continuidad al proyecto.

La muerte siempre es simbólica. En los ciclos de la vida, siempre nos queda la resurrección de toda primavera, y eso nos da cierta esperanza en este invierno que ahora atravesamos. Sabemos que todo se está ordenando. Este silencio está siendo propicio para que todo se recoloque en su lugar. A pesar de que este espacio lleva ya cuatro meses cerrado, aún sentimos el cansancio acumulado de tantos años de entrega. Las cuentas siguen a cero, sin capacidad de ahorro, y las deudas todas por pagar. En cuatro meses no ha dado tiempo a encontrar ningún tipo de equilibrio, ni ante el alto ideal, ni ante las necesidades terrestres y materiales. Solo a descansar, suspirar y disfrutar de este silencio, soledad y naturaleza salvaje. La apuesta fue francamente muy grande y el listón, rozando lo milagroso, se elevó demasiado hacia lo alto.

No sabemos si esas personas que vienen podrán sostener el proyecto, el alto ideal y todas sus exigencias. Quizás, cuando este fin de semana les expliquemos los pormenores, el alto grado de sacrificio que supone sostener algo así, se vengan atrás. Si son idealistas sinceros y equilibrados en la materia, tal vez haya llegado la hora de plantearse el relevo, para que el Buda vuelva a sonreír. Si no ocurre nada, si todo sigue igual, en un año, ya con las energías renovadas, pensaremos qué hacer.

En nuestro fuero interno, la llama existe y sigue alumbrando. Nos preguntamos hacia dónde dirigirla, cómo dirigirla. En estos meses de incertidumbre la mayoría ha salido corriendo, otros han traicionado la amistad por cuatro prebendas, y otros, viendo la imposibilidad de mercadear, faltaron incluso al respeto. El alto ideal sigue ahí porque no pertenece a nadie. Nosotros solo somos instrumentos, manos que intentan ejecutar una voluntad mayor, un propósito que solo llegamos a intuir. De alguna forma, fuimos guardianes durante casi una década para que el ideal no se pervirtiera, no estuviera sometido a los caprichos cambiantes del líder de turno. Pero esa figura guardiana está cansada, vencida, por decirlo de alguna manera, por cierta decepción y abatimiento. Ahora solo deseamos fusionarnos con el alto ideal sin perder el sentido de la tierra. Por ello, deberemos esperar, escuchar las señales, buscar la nueva necesidad y seguir sirviendo, quizás silenciosamente, de forma invisible, aquietados, sensibles a los tiempos que corren.

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

donar

Una respuesta a «»

  1. PONED LA MIRADA EN LO QUE DESEEN MATERIALIZAR Y SOSTÉNGANLA, ALMENOS DURANTE DOS MESES. ALGO ME DICE QUE EL MILAGRO ESTA CON UN PIE DENTRO. ABRID PUERTAS Y VENTANAS CADA DÍA, PARA QUE TERMINE DE ENTRAR TODALA ABUNDANCIA QUE TANTO ANHELAIS..
    BUEN AUGURIO…

    Me gusta

Deja un comentario