Desintermediación


 

Se estudia en las escuelas del libro la cada vez menos necesidad de la figura del editor como intermediario entre el autor y el lector. A este fenómeno se le llama «desintermediación», algo que no solo ocurre en el mundo de los libros, sino que anteriormente también ocurrió en otros ámbitos de la sociedad como en la religión con el secularismo, movimiento que introdujo una espiritualidad privada y sin intermediarios, alejada de las instituciones religiosas. En un futuro quizás no muy lejano ocurrirá lo mismo con la política y con la economía. Cada vez necesitaremos menos emisarios, intérpretes o intermediarios entre los unos y los otros. En el espacio que antes ocupaba la familia extensa, ahora se están creando nuevos modelos de familia donde la intervención del hombre o lo masculino ha dejado de ser imprescindible, excepto para congelar su esperma.

La emancipación del individuo frente a las estructuras es algo cada vez más visible. Las estructuras e instituciones tradicionales van desapareciendo. Los individuos se emancipan de ideas e ideologías preconcebidas o impuestas, y buscan su propia verdad, su propio camino, su propio sendero. Noam Chomsky aboga por alejarnos de aquellas doctrinas que intentan domesticarnos, y fija ideas que mantengan un pensamiento libre y crítico, independiente y a la vez menos deshumanizado y más justo.

Es cierto que la obediencia ciega tiene sus privilegios. Uno de ellos es el no cuestionarte nada con respecto a la vida. A nivel personal, eso puede aliviarnos de ciertos males e interrogantes incómodos. A nivel colectivo, participamos de la domesticación y el alineamiento de lo que pueda ser aparentemente bueno para todos, aunque en último término, termine solo siendo bueno para unos pocos. Partir de que somos capaces de emanciparnos es emprender una vía compleja y sin resultado fácil. Sin la obediencia ni a quien obedecer, podemos vivir una vida incómoda y solitaria.

Como en la política, la disidencia siempre termina en exilio y clandestinidad. Si nos sublevamos ante un régimen cualquiera ( o un campo, como diría Bourdieu), terminaremos siendo invisibles, emigrantes o despreciados. El lujo de ir contracorriente es simplemente eso, un lujo solo asumible por unos pocos. Pensar libremente, actuar libremente, emanciparse de prejuicios e ideologías es bucear en un amplio océano donde fuerzas poderosas nos arrastran al mínimo descuido. La vanguardia no siempre viene asociada al compromiso, y el compromiso, ya sea cultural, político, económico, social o espiritual, no siempre se enmarca dentro de la separatividad que conlleva el pensamiento crítico y libre.

Por eso, a medida que el ser humano avanza en inteligencia y consciencia, también lo hace en libertad y justicia, en derechos y compromisos, en responsabilidad y entrega a causas mayores a las suyas propias. La desintermediación y la emancipación van unidas de la mano, y se conjugan contra todo aquello que pretenda imponer un pensamiento, una lógica, una ideología, un sentir. Sin banderas, sin patrias, sin dioses, sin intermediarios, vamos creciendo, individual y colectivamente, hacia una sociedad cada vez más libre, más necesitada de valores y principios basados en la cooperación libre de sus miembros, y no en la competitividad, el odio y la separación.

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