Más allá de inclinaciones políticas o ideológicas, si tuviera que elegir a un representante político que pudiera parecer modélico, justo y sensato, elegiría sin duda a Xabier Fortes. Viendo los últimos debates políticos, Xabier sobresalía significativamente con respecto a sus contertulios, los cuales, más que políticos, parecían energúmenos animados por una extraña energía diabólica.
La clase política, sin ideas e imbuidos en el tú más, el ahora llamado fango y esa total discordia de unos contra otros, carecen de la calidad suficiente como para representar a todo un pueblo. La falta de ética, escrúpulos e inteligencia emocional para enfrentarse a algo tan importante como la representación pública nos hace pensar que algo estamos haciendo mal. Solo hay ruido, ruido, mucho ruido ensordecedor y molesto.
Ante los insultos de unos y otros, ahí estaba Xabier, prudente, contundente, sensato, afilado, fino, equilibrado, persuasivo, eficaz, tolerante, generoso y poderosamente en su centro. Habría que añadir una larga lista de adjetivos positivos y de paso, animarle a que se presente como candidato de cualquier partido, tanto monta, al menos para que pudiera subir el nivel y el tono positivo de una política cada vez más enredada y descarada.
La seducción por el poder no es suficiente para gobernar. Tampoco la necesidad del mismo, por el mero hecho de estar “ahí”, en esos sillones blandos dirigiendo los desmanes complejos de cualquier administración. Debe haber cierta ejemplaridad, cierto decoro, cierta elegancia y educación. Las peleas de barrio no pintan ni pegan en la representación de las altas esferas. Los insultos constantes y la descalificación no ayudan al ciudadano a confiar en sus representantes. Los mensajes del miedo o el odio tampoco.
Por eso, cuando hay un debate político que intenta moderar Xabier Fortes pienso: “este sí sería un buen político, un buen representante, un buen dirigente”. Y lo que más me cuesta creer es que los que están en el debate, no tengan ni siquiera la inteligencia de imitar lo que es bueno, lo que está ahí, justo dirigiendo sus tiempos y sus recelos. Solo tienen que mirar en frente y ver la elegancia con la que el presentador habla, y sin ningún pudor, imitarle. Copiar lo bueno, copiar lo hermoso, copiar lo que pueda ser útil, añadiendo, eso sí, tintes de originalidad y mejora. Suave, todo más suave y dulce por favor. También la política.
Así que gracias Xabier Fortes, porque tú sí que nos representas.
