Hay que actuar dentro de nuestro pequeño alcance


El campo de amapolas en Argenteuil – Claude Monet

La vida es como un latido oculto, es algo que se puede escuchar si uno presta atención. También es como un aliento que sutilmente oxigena nuestros momentos de felicidad, nuestros momentos de duda o nuestros momentos de cansancio. Es algo que está dentro y fuera de nosotros, es algo que nos anima y que nos dirige hacia una visión que, a medida que crecemos interiormente, se vuelve más consciente y responsable.

En esa visión estamos atentos a los acontecimientos sutiles de nuestro vagar diario. A los sueños, a las relaciones, a las vidas que nos rodean, no importa si son vidas con forma de madreselva o de mariposa. Tomamos consciencia de ese reguero de vida que está en todas partes y de alguna manera queremos ser partícipes de ella. Reflexionamos sobre ello, dejamos aposentar la lluvia fina que recibimos del cielo y arraigamos nuestras acciones para cocrear con la existencia en la tierra húmeda.

Uno siempre es ambicioso cuando la visión se amplía y se vuelve más sutil. Desea hacer grandes cosas, o al menos anhela poder hacerlas. Es evidente que la visión no siempre viene acompañada de la voluntad suficiente, o de la fuerza suficiente. Existe una fuerza magnética dentro de nosotros que limita nuestro marco de actuación. Es posible aumentar esa fuerza con técnicas apropiadas, pero también es posible saber dónde están nuestros límites y hasta dónde podemos llegar. Es ahí cuando la humildad nos llega como enseñanza y nos susurra eso de que hay que actuar, sí, hay que hacerlo, pero dentro de nuestro pequeño alcance.

La vida está de alguna manera interconectada. También nuestras mentes, nuestros sueños y nuestros anhelos como humanidad. Los antiguos lo llamaban la unidad psíquica de la humanidad. No es un mero espejismo, es un latir común, es un respirar común, una conspiración de seres que actúan para mejorar el mundo, aunque a veces, en sus torpezas, en sus equivocaciones y en sus erráticas ambiciones, terminen por destruirlo.

Lo importante, en todo caso, es ser capaz de visualizar ese latido, ese respirar, y actuar todos los días según nuestra fuerza, nuestra voluntad o nuestro deseo de hacer el bien. Acumular riquezas para compartirlas, acumular sabiduría para hacer más sabios a los demás, acumular amor para intensificar el amor en el mundo. Descansar, cuidarnos, alimentarnos con respeto, estar fuertes y despiertos para, a continuación, dedicar toda nuestra visión, todo nuestro alcance, toda nuestra fortaleza interior no solo a superar los retos inevitables de la vida, sino también, para proteger y avivar la llama que nos mantiene unidos.

Actuemos, hay mucho por hacer, por nosotros, por los nuestros, por la humanidad. Hay mucho sendero por delante y la vida palpita, se conmueve con cada acción hacia el bien común. Expresemos amablemente la cualidad de esa visión oculta, secreta, poderosa. Seamos inofensivamente poderosos.

2 respuestas a «Hay que actuar dentro de nuestro pequeño alcance»

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