Crónica inmediata


Hay cosas que te hacen reflexionar de forma profunda sobre la inmediatez de la vida, su propia sutileza marcada de milagros diarios que encaminan tus pasos hacia un camino u otro… La aventura con mis pequeñas niñas fue corta pero intensa. Ahora que escribo desde Barcelona las recuerdo con cierta melancolía, tumbadas en el jardín, jugando con la yerba y durmiendo sobre mis piernas mientras acariciaba sus lomos suaves. Aquel día fue emocionante. Me levanté rogando al universo algo nuevo, algo diferente. Y allí estaba el tributo. Dos pequeños seres perdidos en mitad de la nada que agradecidos por mis propia alegría de descubrirlos, me siguieron hasta mi casa. Estuve toda la mañana con ellas, jugando, dándoles de comer, viendo como destrozaban mi pequeño huerto mientras intentaba educarlas en el respeto hacia el mismo. Cosa inútil, pero divertida. A media mañana alguien me advirtió que quizás las perritas fueran del pastor que tiene su ganado a pocos metros de mi casa. Por la tarde, tras una fugaz reunión con Oscar por motivos editoriales, me encontré a la vuelta de Palma con dos pastores. Pregunté a ambos y sólo el segundo me puso en la pista. Metí el coche por caminos imposibles (ahora tiene encendida una luz de avería, y es que mis amigos siempre me advierten de que ese coche no es un cuatro por cuatro) hasta que logré encontrar no a los dueños de las perritas, pero sí a los vecinos del mismo, que amables, se ofrecieron a cuidar a los animales hasta que el dueño volviera. Me preguntaron de que forma podrían compensar la entrega de tan hermosas criaturas (con un saco de comida que les compré pensando que convivirían conmigo durante un largo tiempo). Contesté que no había mayor recompensa que la entrega de los mismos a su legítimo dueño y que agradecía el haber podido disfrutar de ellas durante un día entero.

Al día siguiente me marché temprano hacia Madrid. Tenía allí una reunión editorial con Mario, César, Luis y Paloma. La reunión fue muy bien, pero no andaba muy lúcido en la misma. Pensaba en las niñas que había dejado en La Montaña. Un vecino me dijo que si me encontraba a cualquiera tirado en la calle lo recogía y lo metía en mi casa. Le dije que era cierto, que había trabajado muchos años de asistente social y que sabía de primera mano lo duro de la carencia. En ese sentido, siempre he tenido la obligación moral de ayudar a todo aquel que lo necesite y siempre que estuviera en mis manos. Pero el viaje seguía… Después de la reunión me fui a casa de Luis donde tenía unos libros para mí… Entre ellos, «El Arte de hacerse respetar», de Schopenhauer… Del libro me quedo con una frase que dice mucho: «La honra de un hombre no se basa en aquello que hace, sino por el contrario en aquello que padece, en lo que le sucede«. Puede haber muchas interpretaciones en esta frase, pero es en la constancia del sabio, como diría Séneca, donde reside lo que verdaderamente importa. Me marché a Lérida, donde al día siguiente tenía otra reunión, esta vez más relacionada con la gestión del Misterio. Dormí en el coche en mitad de la nada y seguía pensando en las niñas. Hacía frío esa noche, mucho frío, pero no me importó. Me sentía libre por estar en algún sitio donde sólo el recuerdo podría sorprenderme. Así, padecía la pérdida de esos dos seres, y eso honraba el momento, porque sólo desde la pérdida nacida del desapego se puede seguir viajando hacia el futuro incierto.

(Foto: momento de entrega de «las niñas»…. un momento agridulce, mitad alegría, mitad tristeza… La Montaña, Marzo de 2009)

4 respuestas a «Crónica inmediata»

  1. Muy bien Javier, quizás ahora su dueño te regale a una de esas perritas, porque has demostrado ser digno y honrado…La verdad es que seria un broche precioso a la historia.:)

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  2. Jonamu dijo:Veo que eres un «padrazo», porque a pesar de mis recomendaciones en el pasado blog del día 26, tu amor a los animales es más fuerte que las obligaciones que podrías contraer. ¡Adelante! Pídele a los dueños que al menos te regalen una. No creo que te lo denieguen, porque has obrado con honradez: no has querido quedarte con lo que no es tuyo. Personas como tú son los amigos que yo quiero tener.Un fuerte abrazo.

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