La religión de los andaluces


El primer domingo tras la primera luna llena del equinoccio de primavera se celebra en el mundo cristiano la llamada Semana Santa. Desde un punto de vista antropológico podríamos hablar de religión diferenciada, de algo singular de un pueblo que podría entenderse o denominarse como pagano, con cientos de imágenes o advocaciones de Cristos, Vírgenes y Santos que son moldeados a la idiosincrasia de cada lugar. Una devoción que, como en los ritos paganos de primavera, se procesan especialmente en estas fechas. Sin duda, cuando el cristianismo penetró en la consciencia de los moradores de estas tierras, debieron adaptar sus viejos ritos a la nueva religión, dando manifestación a sus rituales y perpetuando así la tradición que se pierde en el tiempo. Las fiestas de primavera, del retorno de la vida al campo y las ciudades siguen existiendo y se perpetuán en el rito cristiano, esta vez con la muerte, valga la paradoja, de la vida espiritual. Y lo mismo ocurre en diciembre, cuando en el solsticio de invierno nace la luz personificada por el niño en el portal de Belén, es decir, el nacimiento de la luz en un mundo de oscuridad. Nunca he sido amigo de la religión encapsulada en un tiempo determinado o en un ritual carente de significado para los que lo practican. Me resulta más amable el consumo de la espiritualidad que perdura en todos los tiempos y en cada momento, en el silencio y la ternura de la intimidad. Así que me gusta ver esta Semana Santa como una manifestación cultural o de religiosidad popular arraigada en la tradición y el ritual, más que como una verdadera manifestación religiosa, que de serlo, dura lo que dura un suspiro pues al final de la misma, regresan los mismos comportamientos y actitudes ajenas a la religión. Sea como sea, que el mensaje de amor, y no de muerte, dolor, pasión y sufrimiento, perdure para siempre…

(Foto: Banda de música preparando «los pasos» de Semana Santa, La Montaña, abril de 2009).

3 respuestas a «La religión de los andaluces»

  1. Jonamu dijo:¿A quién le gustaría recordar la tortura y la muerte de un hijo suyo y que le pusieran imágenes de este suceso?El hombre debería avergonzarse de este hecho y no celebrar una fiesta de este acontecimiento.El hombre tendría que celebrar sólo la Resurreción y no los martirios y la muerte de Jesús en la Cruz.¿Cómo es posible que el hombre disfrute y aplauda viendo estas escenas en lugar de sentir vergüenza?Si Dios volviera a nacer, el hombre volvería a matarlo, pero no dejaría que pasaran 33 años.¡Qué Bueno es Dios!

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