La rana sincrónica


Ayer, mientras volvíamos de noche por la carretera, ya llegando a la Montaña por el viejo camino de Nublos, intentaba esquivar para no cometer ningún ranicidio a todo anfibio que reposaba en ella. Siempre que circulas por esa carretera tras una lluvia, se llena de ranas y sapos y siempre pienso en poder pararme con un cubo para recoger algunas y llevarlas al jardín. En Barcelona tenía un pequeño estanque y me gustaba criar en él todo tipo de peces, tortugas y ranas que crecían alegres ante el sonido inquieto de la pequeña catarata que había construido con rocas. Ayer pensé de nuevo en esa idea. A los veinte minutos estábamos ya en casa y cual fue mi asombro cuando al salir a la terraza para ver como andaba el pequeño huerto tras los días de ausencia vi allí, ante mi mirada atónita y la suya a una pequeña ranita. Jung tuvo una experiencia parecida cuando atendiendo a un paciente que le hablaba de sus traumas y un escarabajo verde apareció en ese mismo instante venido de la ventana un escarabajo similar al descrito por su paciente. Jung llamó a eso sincronías y soy aficionado a buscarlas en mi vida o a que ellas me encuentren, a veces por arte de magia, como dicen algunos, y otras, las más increíbles, a base de causalidades inexplicables. La anécdota de la rana me ha recordado el tema de las sincronías y de como a veces, ante la «casualidad» de los incrédulos o la causalidad de los más enrevesados tienden a manifestarse constantemente en nuestras vidas. ¿Cuantas veces no nos ha llamado ese amigo en el que estábamos pensando? Quizás no todo sea como parezca… quizás sí…

3 respuestas a «La rana sincrónica»

  1. Buen texto Babajavier. A mí también me llaman mucho la atención esas coincidencias. Por llamarlas algo, porque muchas veces parecen todo menos coincidencias.A partir de hoy me he propuesto usar el blog… que lo empecé en enero y no lo he tocado. Un abrazo!

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