Siempre me preguntó porqué nunca le escribí una carta de amor. Nunca supe qué contestarle. Todos sabemos que es imposible dejar de querer, que a pesar de la distancia y los acontecimientos, uno siempre ama a aquello que alguna vez amó. ¿Acaso alguien sabe como dejar de amar? Y quizás, con los años o la edad, se acumulan amores que un corazón pequeño no puede soportar. Y entonces va perdiendo fuelle con el tiempo y se vuelve cerrado, aprisionado en una maraña de excusas, de lentitud, de pesadez difíciles de superar. Y a medida que pasa el tiempo todo resulta más difícil y cansado. La ingenuidad, y por lo tanto felicidad de los veinte se transforma en preocupación a los treinta y cuando vas rozando los cuarenta el realismo, en toda su crudeza, no deja mucho margen de maniobra. Uno siempre busca mil excusas para pensar que no pudo ser: quizás fue la distancia, los egos, los intereses, una vida complicada, el mal genio… Quién sabe porqué el ser humano tiende a complicarse la vida cuando se trata de compartirla con un igual… Siempre he dicho que el amor verdadero requiere de muchos silencios. Ese silencio acompañado de miradas cómplices… Cuando hay exceso de palabras y de ruido, el amor jamás puede triunfar… porque el amor es un habitante extraterrestre, de otro mundo, que requiere ciertos requisitos previos antes de encarnarse en nuestras vidas. Por eso, ahora que el silencio se ha instalado, soy capaz de escribir esa carta de amor que nunca hice, y soy capaz de reconocer el fracaso de la actividad diaria en contra de lo único que merece la pena: amar…. Por eso, ahora que hay paz y silencio, puedo recordar, con esa emoción conmovedora, aquellos primeros días en las frías tierras de Escocia en los que empezamos a amarnos porque, al no hablar el mismo idioma, los tiempos estaban sujetos a esos eternos silencios plagados de complicidad… Pero los humanos siempre prefieren el ruido… y eso espanta al verdadero amor… Silencios plagados de significado deberán reinar en el futuro… Será entonces cuando la humanidad entera comprenderá lo verdadero de toda existencia… Callar, osar, saber, querer… tantos años repitiéndolo para luego olvidarlo tan pronto… Cruz antigua, cruz sabia, cruz amiga… Gracias por volver a tu lugar, allí de donde nunca debiste marcharte… en ese cuarto camino que requiere nuevos pasos… Amar, amad, amemos… y siempre en un cómplice silencio…

Nunca le escribiste una carta de amor porque nunca la quisiste como se aman a las mujeres que se aman.
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Preciosa carta…A amar se aprende amando…Un abrazo Javier 😉
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