El perro Yoko, con el que aparezco en esta fotografía, ha muerto. Sabía que cuando ese trágico final llegara lo iba a sentir, lo iba a llorar. Hoy ha ocurrido un milagro hermoso. A., después de dos meses de silencio, me ha llamado para pedir que me cuidara en el viaje de Etiopía. Y su llamada, la cual agradezco en profundidad pues para mí ha sido importante, venía con la compañía de esta noticia. Últimamente me muestro muy sensible ante la muerte. Cualquier pérdida, por insignificante que sea, la lloro sin parar. Y Yoko fue durante mucho tiempo más que un amigo. Y ahora ya no está… Yoko, Yokodemus, el perro loco… Gracias A. por llamar… gracias por estar ahí… te he echado mucho de menos…
(Recién levantado en la granja Meier con el perro Yoko, abril de 2009).
