Hay caminos que ya están escritos. Podremos esquivarlos pero la fuerza de la vida siempre te arrastra hacia ellos. El miércoles amanecí en Madrid y de entre las muchas opciones que tenía hubo una que me sedujo especialmente. Así que cogí el coche y surqué media Europa hasta llegar a Alemania. Un viaje difícil y peligroso por las grandes nevadas. En más de una ocasión pensé que no llegaba. Dormir a menos cuatro grados bajo cero en la cuneta de una autopista belga no fue gran problema. Y el viaje mereció, por muchas razones, la pena…

¿Buscando el calorcito de los besos y abrazos?
El ser humano no vive sólo de pan. Necesitamos amor y cuidados, y encontrar una respuesta a quiénes somos y por qué vivimos.
¿Y bien?
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