El dramaturgo Bernard Shaw expresó su punto de vista sobre el progreso en los siguientes términos: «El hombre razonable se adapta al mundo; el que no lo es, insiste en que el mundo se adapte a él. Por tanto, todo el progreso depende del hombre no razonable«. La frase viene a cuento porque alguien me preguntaba esta mañana si lo que hacía, sobre todo el viajar a los infiernos de nuestra sociedad y volver hecho una pena, con esas barbas, me parecía razonable. No hace falta que diga que lo razonable no me motivaría por la sencilla razón de que el mundo que llamamos normalizado vive en un reinado de tinieblas absurdo y reiterativo. Así que prefiero pasar por loco o payaso antes que por persona sensata o razonable.
Ayer fue un día largo, de necesario viaje de Oriente a Occidente siguiendo el curso de la luz que irradiaba fórmulas para volver al punto de fuga, a ese lugar donde convergen todas las líneas que se apartan directamente del espectador. Llegué tarde a casa, pero llegué gracias a la generosa recogida en la estación de autobuses del amigo «X», el cual, además, acompañó con una bolsa de naranjas y otra con batido de chocolate y un pastel. Así da gusto… Uno se siente menos solo con estos gestos amables y sinceros. Y hoy ha sido un día de idas y venidas, de poner cierto orden en todo lo que ha podido repercutir en estas tres semanas de ausencia. La Montaña preciosa, con ese verde teñido de primavera y flores. El silencio me parece un paraiso acostumbrado al infernal ruido de las megaciudades de India. Ahora me siento extraño y lo relativizo todo. Estoy aquí en mi habitación, me toco la barba y miro con cautela este espacio en el que viviría una familia entera. ¿Cuantas familias indias podría acoger toda esta casa? ¿Y cuantas bocas podría alimentar el pago mensual de mi hipoteca? Todo es espeluznante. Por eso es mejor no ser un hombre razonable y seguir imponiendo una complida impostura. De momento dejaré que los días pasen hasta que tenga fuerzas para imponer la búsqueda de nuestro origen. Beberé para ello, tal y como nos recomendaba Luca Pacioli, el dulce jugo de la fruta que mantiene la satisfacción en las mentes de los filósofos. Sólo así podré soportar la levedad de todas las cosas…

Me da alegria verte con esas barbas, porque te veo bien y eso es lo importante y razonable 🙂
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Bienvenido! descansa, sedimenta y fluye!
Gracias por compartirlo!
UN abrazo
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¡Bienvenido, barbudo!
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Ahora si que pareces un bohemio, pero un bohemio razonable, a pesar de que nuestra postura se la más comoda y por eso te llamemos un poco loco
ya te lo dije alguna vez «haras de tu vida un arte.»
bienvenido a casa, hasta pronto.
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