El misterio de la flor de oro


A veces me vienen imágenes, destellos, recuerdos que intento ordenar sin exceso de sufrimiento o melancolía. El viaje a India aún es reciente y procuro dar largos paseos, hacia fuera y hacia dentro, para ordenar todo lo vivido. A veces las imágenes circulan en el interior de mi cuerpo y, tal y como ocurre en el tratado neotaoísta de “El misterio de la flor de oro”, esas imágenes provocan la circulación de la luz interior. Este tratado dice que la esencia de la vida no puede ser vista ya que está contenida en la luz del corazón. A su vez, la luz del corazón no puede ser vista, ya que está contenida en los dos ojos. Sin embargo, meditando un poco a la manera yóguica, ritmando en todo momento la respiración, los párpados se cierran y entonces los ojos no miran ya hacia el exterior, sino que iluminan el espacio interior. Es entonces cuando uno descubre la luz interior. Y en esa luz las cosas se ven de forma diferente, calmada, desde una distancia tan cósmica que todo parece mecerse ante el lento ritmo de una brisa. Es la luz soberana la que permite ir contra corriente de todas las cosas, el ulta-sâdhana en las técnicas tántricas –avanzar contra corriente-. Detener el tiempo con movimientos regresivos, inmovilizar el pasivo de los balances terrenales para activar la frecuencia de la plenitud. Eso es toparse de bruces con el elixir de la inmortalidad, como cuando en mitad del espectáculo aquel niño –el de la fotografía que acompaño- se acercó y rozó varias veces su pequeña nariz con la mía. En ese momento único se creó la magia de la cámara vacía, ese lugar donde la flor de oro eclosiona y se crea la llama de la luz. En ese instante, los espíritus corren y vuelven hacia el cielo, un cielo de seda y jade. La experiencia de ese momento es tan intensa que realmente es como flotar hacia lo alto. Al recordar todo esto siento cierta simpatía mística, cierta armonía y paz que subyace en los ciclos y ritmos cósmicos. Una paz extraña que alberga la esperanza de un mundo nuevo… Aquellas dos narices que se toparon en la casa de Madre Teresa de Calcuta engendraron una misteriosa flor de oro que subyace en las luminiscencias de la vida simple… Claro que la iluminación es posible. Solo hace falta respirar… cerrar los ojos y hacer circular la imagen de ese niño pegado a la nariz de payaso…

6 respuestas a «El misterio de la flor de oro»

  1. Nunca dejaras de sorprenderme…nunca dejaran de sorprenderte,porque forma parte de nosotros volver a mirar a nuestro interior y nadar entre los maravillosos momentos vividos, aquellos que echan raices y cuelgan de las ramas del arbol de la vida, que van llenando nuestro caminos de frutos recogidos, dulces frutos recolectados con nuestro sudor de los que uno se puede llegar a sentir muy orgulloso y a veces melancolico, pero es mejor, que nunca haber sembrado nada.besitos…

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  2. Gracias por tus textos, Javier. Calcuta es dura y de detalles como tu entrada uno saca fuerzas para tirar adelante.

    Ya estoy planeando una salida a Belur Math este jueves (;

    Un abrazo.

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  3. APRECIADO AMIGO DEL CORAZON,

    CON GRAN INTERES Y FELICIDAD

    LOS HE ACOMPAÑADO EN ‘ESPIRITU’

    EN SU VIAJE, PODRIAMOS DECIR

    A ‘OTRA REALIDAD’ QUE MUCHOS

    PREFIEREN OLVIDAR O NEGAR. . .

    — Mi primera experiencia con esta maravillosa Luz del
    Amor, ocurrió durante un sueño, hace mucho tiempo:

    «Viajaba por muchos caminos, llevando en mis manos
    una joya, un brillante resplandeciente, sentado en
    un carruaje, empecé a soñar (dentro del sueño)
    que me adelantaba hacia un lugar, donde a lo lejos veía
    a una mujer muy bella, haciendo algo que no comprendí

    al acercarme a ella abriendo sus brazos me invita
    abrazarla, lo cual hice con todo el amor de mi corazón.

    La iluminación cambiaba tenuemente y en segundos
    sentí un éxtasis y felicidad como nunca he vuelto
    a tener y saliendo como una flama de nuestros cuerpos
    todavia abrazados, una luz maravillosa de muchos
    colores vistió nuestros cuerpos. . .

    Me ví luego otra vez en el carruaje,
    y ya en mi cama desperte aún
    sintiendo en mi cuerpo y alma
    una gran felicidad que me es difícil
    describir con palabras. . .

    Como estudiante en la Universidad,
    busqué a álguien que me diera una
    buena interpretación, no siendo
    sino hasta meses después, por un
    amigo que me regala un libro llamado
    el Bardo Thodol, que el autor traduce
    del idioma Tibetano al Español por primera vez.

    En ésta edición, encontre la respuesta a mi sueño,
    la mujer bella y divina que encendió con su amor
    la Luz en mi corazón, era nada menos que Avatar
    de Dorji Fagmo, una diosa para los tibetanos que
    junto con el Dalai Lama y el Tachi Lama son las
    personalidades religiosas principales en el Tibet
    a principios del siglo pasado.»

    —————————————————–

    Así comenzó mi vida actual, por un sueño

    donde entré a esa ‘otra realidad’…

    mi encuentro con Lady Lama Bharati fué también

    mi primera experiencia con la Luz del Amor…

    — Salvador Hugo —

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  4. Hola Javier! Imagino lo difícil de encajar toda esa nueva experiencia, esa realidad tan desgarradora, en el día a día…De todas formas se nota que dentro tuyo hay sabiduría suficiente para lograrlo.
    He leido cada una de tus crónicas, todas enriquecedoras…aunque sé que ni de lejos lograremos imaginar la realidad.
    Gracias! Me da alegría leerte!
    NAMASTE

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