La hora del cambio. La tarea del héroe


“Así, mata con la espada del conocimiento la duda nacida de la ignorancia y arraigada en tu corazón, y lánzate al recto cumplimiento de la acción. ¡Levántate, invicto guerrero, levántate!” Bhagavad Gita 4:42

Cuando en las frías tierras de las Highlands escribía ese pequeño librito que titulé “Creando Utopías”, sospechaba que una crisis se avecinaba. No me refería sin embargo en él a una crisis material, sino a una profunda crisis de valores.

Había cierta euforia estos meses porque al parecer se estaba saliendo de la crisis. Pero todo era una cortina de humo nacida de la irracional promesa de que volvíamos al redil. Seguíamos sin entender que la crisis no afectaba de lleno a las capas materiales, sino que debía hacer tambalear el Sistema que durante épocas hemos mimado y que ahora se tambalea. Un Sistema errático, maldito, egoísta y superfluo. Un sistema débil que ha sobrevivido a base de apaños históricos, de parches culturales y promesas incumplidas.

Los aristócratas de la intelectualidad han callado sus voces porque ellos mismos se ven sin escrúpulos para defender lo indefendible. Están tan contaminados de los productos y conocimientos que el propio Sistema endogámico ha proporcionado, que se sienten auténticamente perdidos ante los retos que se avecinan. ¿Dónde está el norte cuando los caminos giran todos hacia el sur? He ahí el papel de los soñadores, de esos que más allá del conocimiento empírico son capaces de ver la posibilidad de ollar un nuevo camino. Y he ahí la necesidad de los nuevos héroes, esos que sin temor prefieren adentrarse en las incógnitas y peligros del nuevo horizonte. Pero esos héroes, a diferencia de los pasados, son los hombres y mujeres de carne y hueso que día a día van despertando y contemplan atónicos como se derrumba lo caduco. Es la sociedad civil en su conjunto que comprende que al nuevo norte sólo podemos acceder todos en su conjunto. De ahí que el nuevo héroe somos todos, empuñando la bandera del cambio. De ahí que el nuevo héroe nace en cualquier esquina y empuja a los demás a la consciencia libre.

Y ese nuevo héroe, ese ciudadano cansado de todo lo añejo ha detectado que debemos cambiar la forma de pensar en el progreso y determinar con rotundidad que progreso no es igual a crecimiento. No podemos seguir construyendo hasta el infinito pensando que el territorio y los espacios son ilimitados. No podemos seguir produciendo coches hasta la saciedad cambiando de modelo cada dos años. No podemos derrochar el dinero, como hasta ahora habíamos hecho, en objetos materiales de usar y tirar. La humanidad no puede seguir creciendo como un caballo desbocado hacia nadie sabe donde.

Entonces, sino crecemos, ¿qué hacemos?

Aquí es donde entra en juego el cambio de valores, el verdadero paradigma de todo cuanto está pasando. Y el cambio de valores está sujeto a vivir bien, con lo suficiente, pero sin desear vivir mejor que el otro. Es decir, simplemente esforzándonos para que todos vivan bien, para que todos tengamos cubiertas las necesidades básicas que son alimento, abrigo, salud, educación, trabajo y vivienda. Y si el pan es una necesidad básica no puede tener un coste desorbitado, como tampoco debería tenerlo un abrigo o una vivienda.

He insistido en muchas ocasiones en la necesidad de modificar nuestras formas de relacionarnos, nuestra cultura del tener por una forma de convivir más sana, más humana, más generosa. No nos hace felices el ser ricos o pobres, sino el poder compartir nuestras riquezas o pobrezas. No nos hace felices el vivir cien años, sino el cuidar nuestros cuerpos para poder vivir los años que nos correspondan en buena calidad.

El héroe comprende en silencio que ya no puede delegar la responsabilidad de lo que ocurre en el otro: en los malditos partidos, en los malditos bancos, en los malditos usureros… ahora que las cosas van mal, resulta cómodo echar la culpa al otro, al que está allí o al que está allá. Pero la culpa no es del otro, todo cuanto pasa es producto de nuestras decisiones diarias, de nuestros actos diarios. Lo revolucionario de este pensamiento es que todos somos cómplices de lo colectivo, de aquello que afecta a todos. Porque todos tomamos decisiones diarias que afectan al conjunto de la humanidad. Cada vez que elegimos un producto, cada vez que votamos a un político, cada vez que vemos un programa, estamos gestionando la realidad, modificándola a nuestro antojo diario. Por ello, cuando escribía “Creando Utopías”, defendía como tesis principal que la única forma de cambiar el mundo es cambiándonos a nosotros mismos, modificando nuestros roles de conducta diaria, reorganizando nuestro conocimiento o vaciándonos del mismo. La única forma de que la crisis sirva de lección, de que salgamos de ella con la lección aprendida y no sin ahondar más en ella, es comprendiendo lo fácil que resulta modificar la realidad con nuestras pequeñas cosas diarias.

Seamos auténticos héroes. Sacrifiquemos nuestro pensamiento caduco, nuestros hábitos caducos, nuestros vicios caducos por virtudes amables, por gestos generosos, por sabiduría en el hacer, decir y estar. Seamos artífices del cambio desde el mismo momento en que tomemos consciencia de nuestro poder. Nosotros, la sociedad civil, la gente, los individuos que despiertan diariamente a esa realidad, son los verdaderos forjadores del nuevo mundo. Y ahora es el tiempo del cambio, es el tiempo del nuevo despertar, es el tiempo de creer en lo humano y ascenderlo a cuotas de mayor consciencia. Nosotros somos los héroes, y es mucha la tarea y la responsabilidad que tenemos por delante.

2 respuestas a «La hora del cambio. La tarea del héroe»

  1. Estimado amigo Javier: Todo héroe precisa de un motivo para emprender su causa.

    En el libro que espléndidamente escribiste hace tiempo, no solo existe una,sino muchas causas, que a la vez convergen en una sola…la humanización del Ser humano mediante una revolución interior.

    Lo que yo humildemente expongo como una implosión activa continuada.

    De nada valen reuniones/cenas sin una base aceptada y compartida. Solo serán simples brindis al sol.

    Como me consta de que eres un sabio/bohemio/luchador; me permito dejarte un enlace musical en forma de «medley», en donde dos canciones eternas, se funden en un canto de esperanza hacia un futuro mejor pleno de humanidad:

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    1. Gracias querido amigo por tus notas musicales que me acompañan en esta mañana de domingo, tranquila, sosegada, de reflexión. La música también es, de todas las artes liberales, la más revolucionaria. Feliz mañana…

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